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Carta a una venezolana, Marijo, de otra venezolana, yo

Yo creo que quienes optamos por “quedarnos con los problemas de aquí” tenemos todo el derecho de pedirles a quienes se están yendo que se queden, o al menos que reconsideren irse.

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Apreciada Marijo,

Leí tu carta a Lorenzo Mendoza y debo empezar por agradecerte el tono de altura que mantienes en todo tu escrito. En estos momentos cuando la chabacanería es la norma, uno asume como amabilidad la buena educación. Lamento que te hayas ido, pues gente que pueda disentir con inteligencia siempre hace falta.

Decidí escribirte porque no creo que Lorenzo Mendoza –y muchos otros- que ponemos en duda “si la decisión que tomaron quienes se fueron fue la más inteligente o no” sea por falta de respeto, ni por no conocerlos. Es precisamente por lo contrario: porque sabemos que la mayoría de quienes se han ido es porque legítimamente decidieron irse antes que corromperse, antes de que los maten, antes de que les quiten lo que con el sudor de su frente se han ganado. Y eso es legítimo y respetable. Sobre todo porque emigrar no es fácil.

Yo creo que quienes optamos por “quedarnos con los problemas de aquí” tenemos todo el derecho de pedirles a quienes se están yendo que se queden, o al menos que reconsideren irse. Yo misma tengo dos hijas fuera. Dos hijas que me hubiera gustado que se quedaran para reconstruir el país. Dos hijas que espero que vuelvan cuando las circunstancias cambien. Creo que eso fue lo que quiso decir Lorenzo Mendoza. Al menos, yo lo entendí así.

La emigración venezolana es la de mayor calidad en el mundo, porque se está yendo en su mayoría la gente formada profesionalmente. Esa gente que no tiene oportunidades de surgir en Venezuela, porque la situación no se los permite.Porque es imposible que una pareja de recién casados, ambos profesionales, puedan siquiera alquilar un apartamento decente. Porque ahorrar es absurdo, primero porque el dinero falta, no sobra, y segundo porque cada hora nuestra moneda se devalúa. Porque para tener una vivienda no hay que trabajar sino tirarle un mangazo a Nicolás Maduro. ¿Cómo piensas que no te entendemos? ¡Claro que te entendemos! ¡Tienes todas las razones para haberte ido! Nadie te está juzgando.

Pero quienes nos quedamos también tenemos todas las razones para haberlo hecho. Y Lorenzo Mendoza se queda en Venezuela no porque no hace cola para comprar Harina PAN, ni porque tiene casa propia, ni porque no necesita los dolaritos que como limosna otorga el régimen para que cada vez menos venezolanos podamos viajar, ni porque puede tener acceso a medicinas. ¡Se queda, Marijo, para que “esa Venezuela que ya no existe”, como tú dices, vuelva a existir! Y eso no significa que los que han emigrado sean “los malos de la película”, ni porque detrás de su discurso haya un chantaje emocional.

Los griegos –sabios ellos- consideraban al exilio un castigo peor que la pena de muerte. El francés Edmond D´Haracourt escribió un poema que cada vez que lo leo me saca lágrimas, que dice que “partir es morir un poco”. De manera que entendemos que quienes se han ido es porque se han sentido “atrapados y sin salida”, no por falta de nobleza.

Yo espero que cuando todo esto termine, que terminará, tú regreses. A volver a soñar, a volver a sentir, a volver a esperar. Te necesitamos, como necesitamos a tanta gente decente, buena y honesta que se nos ha ido. Aquí estaremos esperándolos con los brazos abiertos.

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