Opinión

Censura bajo el régimen de Maduro (VI): El primer diario que dejó de existir

Lo que en otras partes del mundo se daba por un cambio de preferencias en el público consumidor de información, en Venezuela lo forzaban los mecanismos de censura impuestos por el poder: Andrés Cañizález nos recuerda cómo fue que los diarios venezolanos empezaron a desaparecer

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Por aquel tiempo leímos noticias de cómo algunos diarios, en otros países, habían dejado de circular en sus tradicionales ediciones impresas. En aquellos casos se estaba ante una predecible metamorfosis en las audiencias, ya la gente había dejado de ir al quiosco en busca del periódico impreso. En el caso de Venezuela se trató de una política de censura.

El 17 de marzo de 2016 y tras 82 años en su versión impresa, El Carabobeño cerró una etapa. Dejó de circular definitivamente en papel como diario, tras más de un año de intentos fallidos para la compra de papel prensa a la estatal Corporación Maneiro.

Era el comienzo del fin de la prensa escrita en Venezuela. Los periódicos, como lo hemos detectado en diversos grupos focales, seguían teniendo un público y esos venezolanos lectores de noticias en papel se fueron quedando sin ninguna opción a partir de aquel 2016, cuando cesó la edición diaria de lo que fue una referencia informativa en el centro del país durante varias décadas.

El cierre de la edición impresa de El Carabobeño fue la punta de un iceberg de un fenómeno de censura ideado por el chavismo. El régimen aprovechó la poca disponibilidad de dólares propiciada por sus propios controles cambiarios con el fin de monopolizar la importación del papel para impresión de periódicos. Ello dio paso al suministro discrecional de este vital insumo para la prensa escrita.

La monopolización del papel prensa por parte del Estado venezolano tras la creación de la Corporación Maneiro, en el año 2013 ya con Nicolás Maduro en el poder, propició la práctica de negarles insumos a los periódicos, en especial a los medios de línea crítica o independiente. De esta forma, el chavismo les pasaba factura y, por la vía de los hechos, estableció un mecanismo de censura.

Cinco semanas después de la última edición impresa del diario El Carabobeño, que pasó a ser un semanario para extender el uso sus escasos inventarios de papel hasta que se acabaron del todo, la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Asamblea Nacional hizo una visita sin previo aviso a la sede del Complejo Editorial Alfredo Maneiro.

En aquella visita, según mostraron las imágenes que tomaron los propios diputados, no resultó una sorpresa que ellos pudieran constatar que existía inventario suficiente para surtir de papel imprenta a los periódicos independientes del país.

Nos confirmaron lo que ya intuíamos, el papel existía, estaba en el país, pero tendría otro uso. En realidad, estaba destinado a abastecer a periódicos políticamente afines, así como a la nueva ola de impresos gratuitos que creó el chavismo en varias ciudades del país, de impacto público muy limitado y vida corta en algunos casos.

El entonces diputado Carlos Prosperi, presidente de una subcomisión que investigaba las actividades de la Corporación Maneiro puso el dedo en la llaga: «Mientras hay medios cerrados como El Carabobeño, vean como está esta corporación llena de papel periódico».

De acuerdo con cifras del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), durante el primer gobierno de Nicolás Maduro, entre 2013 y 2019, un total de 67 medios impresos dejaron de circular. Muchas ciudades se quedaron sencillamente sin ningún periódico, los quioscos cerraron también pese a que había un público para las noticias en papel.

En algunos casos –pocos, en realidad- otrora diarios lograron mantener un semanario o ediciones algunos días a la semana. Son impresos que tienen un carácter testimonial, ya que salen con pocas páginas y escasa publicidad. La política de censura fue eficaz al suprimir la cotidiana presencia de las noticias en versión impresa.

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