Internacional

Emigrar con mascotas: los ladridos del adiós

Son como familia. Los venezolanos que “se van demasiado” con sus peludos amigos, deben desembolsar más que el dinero para la perrarina del viaje. Vacunas, kennels, trámites e impuestos aduaneros dejan ladrando al bolsillo. Quienes emigran con cuadrúpedos confían sus mascotas a las aerolíneas, entre incertidumbre y optimismo, mientras esperan que lleguen sanos y salvos 

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
Publicidad

Son miles los emigrantes venezolanos que dejan su huella en el famoso Cruz-Diez del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar. Suelas de diversos tamaños pisan la terminal aérea con equipaje y pasaporte en mano en aquel rincón de Maiquetía. Mientras, ladridos y maullidos se mezclan con el chocar de las ruedas de sus maletas y las baldosas de colores. En el éxodo criollo, cada vez es más frecuente ver a emigrantes de cuatro patas, algunas de las cuales quedan también retratadas sobre la obra del maestro del color.

“Todo el tiempo consideré que tenía que estar con ellos”, dice Paola Jiménez, dueña de Cindy y Locky, dos Lhasa Apso de 12 y 9 años, que ahora viven con ella en Canadá. “No tenía el corazón para dejarlos en Venezuela. Son gastos que valen la pena, y acá son muchos más, pero son como mis hijos”, agrega. Para quienes irse es la única manera de buscar mejores oportunidades, las mascotas se convierten en “parte de la familia” cuando tienen que pasar por exámenes de salud, revisiones en rayos X, papeleos y pagos a Sicad 1 para salir de Venezuela –aunque su transporte no esté remotamente cerca al de sus amos en asiento turista, business o primera clase.

Maní, como muchos otros perros, fue catalogado como “carga viva” por su raza y peso. Este labrador chocolate de 5 años no pudo viajar a Costa Rica en el mismo vuelo que su dueño, Patrick Dolande, obligado a dejarlo para reencontrarse con él una semana más tarde, cuando sea trasladado en la bodega del avión. O, al menos, eso espera.

cita3

Para que Maní pueda volar a Centroamérica, su amo confiesa haber tomado el camino “fácil y costoso” de contratar a un gestor que se encargó del papeleo de su canino “a dólar oficial”. Entre permisos y exámenes, su dueño ha gastado alrededor de 10 salarios mínimos: “Me recomendaron un contacto que se encargó de todo el procedimiento. Primero, le pagué para reservar el mes de trámites 30 mil bolívares. Luego le pagué 30 mil o un poco más. Hace poco, por x, y, z, me dijo que le tenía que pagar 18.500 más”, cuenta el fotógrafo.

Caninos y felinos son las únicas mascotas que pueden salir de Venezuela en avión. Las demás especies se consideran fauna protegida, por lo que no pueden abandonar el país, explica Jackeline De Oliveira, quien se encarga de tramitar el papeleo animal desde hace 10 años. La gestora explica que el proceso es “rápido y sencillo”, aunque varía dependiendo del destino: “Tanto perros como gatos necesitan la vacuna antirrábica. Los primeros requieren también la vacuna séxtuple y los otros, la triple felina. Desde hace dos años, se ha pedido la desparasitación interna y externa porque los aviones se llenaban de pulgas y garrapatas”, dice De Oliveira.

Además, el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (INSAI), ente encargado de otorgar el permiso de exportación de mascotas, solicita un certificado de salud internacional vigente, más el pago de 5 Unidades Tributarias (UT) por cada solicitud. Los animales que cruzan el charco, específicamente a la Unión Europea y el Reino Unido, deben contar con un microchip de identificación de 12 a 15 dígitos y el examen de anticuerpos neutralizantes de la rabia. “El permiso del INSAI tarda entre cinco a ocho días hábiles, pero puede salir antes sin necesidad de sobornar. Lo he visto. Hasta donde sé, ningún permiso ha salido bajo cuerda”, alega De Oliveiros, quien especifica que el papel es válido por 30 días desde la fecha de su solicitud.

Para el dueño de Maní, el proceso burocrático fue una carrera a contra reloj. Como todos los solicitantes, estuvo de manos atadas hasta tener el certificado. “El proceso es fácil, pero se ponen con unas ridiculeces que hacen que te retrases. Tuve que devolverlo porque había puesto cinco años y dos meses en el INSAI y el informe médico decía cinco”, denuncia Dolande quien tuvo que enfrentarse, también, a las caídas de la página web del organismo.

cita2

A pesar de ello, los trámites para los peludos son pequeñeces ante el trance de los viajeros al momento de escoger las aerolíneas, pues no todas tienen los mismos requisitos. Excepto los perros guía, ningún cuadrúpedo puede viajar en cabina desde el territorio nacional, según estándares de American Airlines, no importa tamaño, raza o edad. De hecho, la empresa norteamericana no permite que 18 razas de perros –entre ellas Pitbull, Bóxer, Pug y Shar Pei– y cuatro de gatos –Burmese, Persa, Himalaya y Shorthair Exótico– viajen ni en la bodega de equipaje del avión.

Si la temperatura en el aeropuerto se desliza un grado más o uno menos entre los 45° y 85°F permitidos, los animales tampoco podrán viajar. Por este motivo, Kaluha y Coco, caninas hermanas mestizas de tres años, tuvieron que retrasar su llegada al “imperio”. “Ese día nos preparamos para todo, desde comida hasta fotocopias, pero no tuvimos problemas con eso, sino con la temperatura. El aeropuerto de Miami iba a estar por encima de lo permitido para ellas, así que nos colocaron en el último vuelo”, cuenta su dueña, Francis De Falco. Llegó a Orlando con su esposo y dos sus perras a mediados de junio tras gastar en Caracas unos 50 mil bolívares en trámites e impuestos.

Las mascotas deben viajar el mismo día que sus amos si lo hacen en la aerolínea norteamericana por un costo de 150 dólares. En Air Europa también, por 100 euros si va en cabina y 160 si va como equipaje –todos al cambio de Sicad 1-. A diferencia de la compañía norteamericana, en la española si el animal pesa menos de 8 kg puede volar dentro del avión en un kennel de 55x35x25 cm.

Mientras, en una de las oficinas de Santa Bárbara Airlines, ubicada en el Centro Lido, remiten a sus clientes a las especificaciones de su sitio oficial, que indica que solo transportará animales que pesen menos de 6 kg en su cabina por un costo de 75 dólares. Copa Airlines, en el mismo centro comercial de El Rosal, invita a sus compradores potenciales a llamar a números telefónicos que aclararían lo indicado en su página web, aunque la llamada repique incontables veces sin ser atendida.

La información no es lo único escaso. Conseguir el equipo necesario para transportar a las mascotas, y que se ajuste a su tamaño, resulta harto complicado. Hace un año, Jiménez consiguió kennels para Locky y Cindy en una tienda Don Perro, en Caracas, que lograron llegar a Canadá sin problemas. Pero a medida que la crisis se profundiza, la disponibilidad de los compartimientos se hace más exigua a la par que sus precios se ensanchan. En el portal web MercadoLibre, oscilan desde los “modestos” 12 mil hasta los impensables 297 mil bolívares. “La medida del kennel fue lo más problemático, porque la aerolínea sin previo aviso decidió cambiar el vuelo en el que íbamos y las medidas del kennel que teníamos resultaron inferiores a lo requerido por una pulgada. Tuvimos que comprar uno por Amazon porque en Venezuela no se conseguía”, explica De Falco.

cita1

Dolande no se complicó: “No me podía poner quisquilloso. Tenía que comprar el kennel que conseguí porque, si no, se lo llevaba otro”. Habla confiado, aunque está consciente del riesgo de no cumplir las especificaciones de Copa Airlines, causando otro retraso para el Maní emigrante. Lo que sí le quita el sueño es dormir en la aduana. “Como están las cosas”, teme lo peor aunque se mantiene optimista: “Estoy rezando para no lo maltraten ahí. Yo no tengo seguridad de que lo vayan a tratar bien o de que le vayan a meter droga”, dice el amo del perro perfectamente entrenado. Sin embargo, el fotógrafo espera reencontrarse con su labrador sano y salvo, aunque haya considerado dejarlo en Venezuela “por una fracción de segundo”. Ningún dueño sería el mismo sin su mascota.

Publicidad
Publicidad