Sociedad

Psicólogos en tiempos de locura

Texto: Gabriela Rojas
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Han salido de los consultorios y con frecuencia su mensaje se multiplica a través de redes sociales, talleres, programas, medios de comunicación y como personal de apoyo para atender directamente la emergencia emocional de los venezolanos. Los psicólogos celebran su día este 22 de noviembre convertidos en clave para reconstruir el tejido social

En el diván, los psicólogos venezolanos se encuentran con una cuota de país abrumadora. En cada historia aparecen miedos, angustias, estrés, depresión e incertidumbre que revelan la crisis social, política y económica que influye en nuestra cotidianidad. Aunque la salud mental no se contempla como prioridad en los servicios de salud públicos, ni privados -las pólizas de seguros no cubren terapias psicológicas- el gremio enfrenta un cambio de paradigma ante su función social que lo ha llevado a ser más proactivo frente al derrame de las emociones.

“Tradicionalmente somos más de escuchar y no hablar pero poco a poco hemos ido cambiando ese paradigma porque es el momento de decir, de transmitir, de aportar”, dice Alicia Núñez, psicóloga clínica y de la salud. Su consulta se extiende más allá de cuatro paredes y dos sillas. Desde su alias @spacioemocional, su comunidad de 26 mil seguidores en Twitter y 67 mil seguidores en Instagram, se encuentra día a día un mensaje alentador al alcance de su pulgar. “La crisis es innegable y modifica la vida de todos. Hay muchos estresores externos que merman la salud mental y física de la gente. Vemos una violencia muy cruda y despiadada; las personas compran y compran alimentos para tener guardado, hay agresividad por todos lados. Lo que vemos es angustia por la supervivencia. Nadie quiere detener su vida y eso aumenta la necesidad de buscar ayuda”, explica Núñez.

La crisis sale para todos

Así como el sol, la crisis arropa y hasta quema. Una alta cantidad de duelos no trabajados, el incremento de las tensiones en la convivencia, el miedo por la inseguridad y la integridad física y la agudización de la crisis económica son un caldo de cultivo con el que los psicólogos se encuentran todos los días, tanto en terapia como en su propia vida.

“Lo que está llegando a consulta no tiene nada que ver con lo que llegaba años atrás. Hay sufrimiento social, problemas en la toma de decisiones donde aparecen temas como el duelo migratorio, por ejemplo. El contexto político ha alterado hasta las alucinaciones de la gente”, asegura Yorelis Acosta, psicóloga especializada en el área social y política.

El psicólogo social Leoncio Barrios lo planteó al cuestionar qué es lo que está pasando en la psique del venezolano, qué mecanismos están fallando para que ante hechos de violencia, por más horribles que sean, permanezca insensibilizado por lo que le rodea. Señala que el sentimiento de venganza sustituyó al de justicia. El también profesor universitario amplía la mirada hacia lo macro, hacia los factores psicológicos colectivos que están haciendo mella en lo individual. Allí apunta que uno de los grandes problemas del país es la polarización porque los discursos descalificadores de lado y lado han quebrado buena parte del tejido social.

Y ante el problema, soluciones

Acosta enumera algunos retos que deben afrontar los psicólogos en formación y los que están en ejercicio: “los estudiantes tienen que ver más allá de la consulta clínica. Ha aparecido una patología social, otros trastornos asociados a factores sociales que alteran nuestra tranquilidad y estabilidad”. Considera que los psicólogos han respondido muy bien a la dinámica social pero deben seguir integrándose con otras profesiones como sociólogos, politólogos, comunicadores, ir a la calle a trabajar más de cerca con la gente y producir material, estudios e investigaciones que sirvan para ayudar a otros.

Gisela Brito, psicóloga especialista de familia y dinámica de grupo, agrega que el perfil de los estudiantes y los profesionales debe apuntar más a prestar ayuda solidaria en todos los ámbitos que le sea posible: “hoy por hoy es una emergencia”, asegura la psicóloga, quien promueve el concepto de la ambulancia emocional, una terapia de contención y apoyo en medio de situaciones de crisis.

Uno de tantos retos es que, a pesar de las dificultades, el conocimiento académico no puede dejarse de lado “los profesionales deben ocupar los espacios que hoy llenan los brujos”, dice Acosta, quien reconoce el poder de la tecnología y las redes pero advierte sobre una gama variopinta de personas que ofrece la autoayuda como herramienta emocional sin tener el conocimiento para hacerlo de la mejor manera.

Una de las cosas que Brito lamenta en sus 33 años de práctica profesional es que ha visto desaparecer los centros de salud de higiene mental que se encargaban de acercar la asistencia psicológica primaria a la población de cualquier condición social. “Las políticas de salud se han limitado a la parte orgánica, no a la mental, aunque la mayoría de la población lo necesite; muchos se van a ver al brujo porque es rápido, es lo mágico pero eso no atiende la raíz del problema y el proceso de evolución no ocurre”, dice Brito.

Los profesionales coinciden en que el venezolano tiene una profunda necesidad de crecimiento espiritual y emocional pero muchos aún no logran dar en el clavo porque actúan guiados por la necesidad de inmediatez. “Hay una inmadurez colectiva porque no me resuelven mis cosas, la tendencia es ver la culpa en el otro, no en mis acciones y por eso me voy corriendo, veo todo negro, no encuentro el asidero, me desestabilizo. Hay un intento de desarraigo de los problemas y allí es donde los psicólogos podemos ayudar a que el venezolano crezca, que sea más adulto y responsable de nuestro país. Es una manera de reconstruirlo y superar la queja por vivir en este momento histórico que nos tocó tan duro”, sentencia Alicia Núñez.

Pero en un país donde conseguir un cartón de huevos se puede convertir en la angustia de la semana, las consultas psicológicas no suelen ser lo primero en la lista del presupuesto familiar. Así que cuando la urgencia económica obliga al recorte, la terapia es una de las que pasa por la tijera. “Las consultas las solicitan quienes hacen conciencia de su situación y hace algunos años el costo era más accesible. La terapia tiene que ser algo continuo pero a mucha gente no le alcanza el presupuesto para ir una o dos veces por semana a consulta”, comenta Gisela Brito.

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