Opinión

Cuando Venezuela pasa por su sabor más agridulce

¿Escribir o no escribir?, ¿Qué escribir? En estos momentos se ha vuelto complicado, sobre todo porque todos tienen algo que decir, muchas cosas válidas pero casi ninguna respetada ni tolerada

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escribir o no escribir, erich gordon
Portada: Erich Gordon |Fotos internas Ligia Velásquez

La realidad es que, aunque siempre he conseguido verle el lado positivo a las cosas, en los últimos días, hablar sobre lo bueno que pasa en Venezuela, en vez de fluir solo, se ha convertido en un gran esfuerzo.
Demás está explicar qué sucede aquí. Hace años que se sembró el odio y el irrespeto entre los venezolanos y, en los últimos días, la violencia, las muertes y la injusticia se fueron de las manos. Tanto, que ni en mis redes sociales soy capaz de publicar algo porque no me apetece y cuando lo he hecho, ha sido para compartir información útil en estos tiempos, a excepción de un día que publiqué tres posts sobre unas patillas, creyendo que no dañaría ni ofendería a nadie y al parecer… no fue así. Una vez más, me queda claro que parte de lo que nos sucede en el país es la falta de tolerancia y el no aceptar o por lo menos respetar lo que el otro expone, publica o expresa.
En estos tiempos, siempre es oportuno leer sobre la cocina en tiempos de guerra, de crisis, como el texto de mi querido Alberto Veloz, quien hace una cronología sobre distintas etapas y situaciones donde de los momentos más difíciles, surgieron grandes recetas, rescate de productos, entre otras cosas.
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Alberto menciona platos como las sopas, los potajes e incluso productos como el extracto de carne o Bovril, la leche condensada, la margarina, la carne enlatada (Spam) y los caldos deshidratados concentrados en forma de cubos, que forman parte de nuestro consumo diario, pero no debemos olvidar que nacieron de la necesidad de alimentar a los hombres que se encontraban combatiendo en el frente de guerra.
Importante recordar, gracias a Veloz, que en estos tiempos, el costoso bacalao fue el pescado consumido por las clases más pobres durante la guerra. En Japón nació el goya champuru spam, a base de melón amargo, tofu y verduras salteadas al que le agregaron carne enlatada “Spam”, ya que el ejército de los EEUU envió más de 100 millones de kilos de esta carne enlatada para sus soldados. En el caso de España, se desarrolló la receta de calamares sin calamares y que en Sevilla hoy la llaman calamares de campo, por nombrar algunas de las ideas creativas que surgieron a raíz de la guerra.
Por eso, si algo debemos tener presente es que el mundo no se va a detener, mucho menos nuestro país y por eso, la gente además de luchar por la libertad de su país, también debe producir, inventar y trabajar para poder comer. Ya varias organizaciones desde hace tiempo hablan de las condiciones de hambre por las que pasa Venezuela. Por ello, quiero pedir respeto por todas las personas, empresas y emprendedores que siguen activos en sus trabajos. Por favor, antes de criticar sus publicaciones en redes sociales, póngase en sus zapatos y piense por un momento que esa persona también tiene una familia que alimentar y unos empleados por los que velar. Siempre hay formas de luchar por el país y no todo el día uno está marchando.
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Sin embargo, en medio de tanto desconsuelo, hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un examen de cocina en el Instituto Culinario de Caracas dedicado a la cocina libanesa en Venezuela. Cualquier persona que se esfuerce en llevar adelante sus sueños en Venezuela, merece un especial reconocimiento por ponerle el empeño extra que eso requiere y si se estudia cocina más, porque la inversión en instrumentos, productos, ingredientes y libros es extremadamente cara. Este examen tuvo doble mérito, ya que la semana antepasada se suponía era su prueba y por los motivos que acontecieron al país, tuvieron que cambiarlo a la semana pasada, lo que implicó que tuvieran que cocinar todo otra vez.
Los ocho estudiantes, Virginia Cohen, Ariana Morgado, Maria Gabriela Fermin, Marianna La Rosa , Gabriela Dávila, Rafael Romero, Víctor Rodríguez y Andrea Valecillo realmente hicieron un trabajo admirable sobre los libaneses en nuestro país, investigaron con expertos en la materia y escogieron como tutora a mi mamá, Solmita Gaspard, debido a su experiencia en la cocina y sus conocimientos en el tema.
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La actividad duró de 10:30 de la mañana a 4:00 de la tarde. Primero vimos la exposición y luego, pasamos al Meze, que implica un festín. Falafel, hummus, babaganush, muhammara, labneh, kibbe crudo, kibbe horneado, tabaquitos, tabbule, mankpush, pan pita, una sopa fabulosa llamada shisvarak, pescado zamki jarra, postres como moghli, maamoul, mazapán de pistachos, frutas y bombón de menta formaron el menú de 22 platos, todo acompañado de bebidas como el arak, limonada y café árabe con cardamomo.
Una mesa impecable, con la preocupación por presentarla como en casa de cualquier libanés y con un kibbe crudo que sabía al de mi mamá, me conmovieron. Ver el esfuerzo puesto, las ganas de ponerle corazón a un sabor que no es propio y sentir orgullo por respetar la cultura ajena me hicieron sentir aún más “enguayabada”.
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¿Por qué? Porque no hay derecho que en un país donde está todo por hacer, donde hay tanto talento en todas las áreas, donde abunda la genialidad sin importar el estrato socioeconómico, no hay derecho que todos los venezolanos hayamos perdido la calidad de vida, la seguridad, abunde el hambre, maten a nuestra gente y el gobierno sencillamente demuestre delante de todo el mundo que no le importamos. Así, como llaman en el argot criollo “Cara de tabla”.
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En Bienmesabe, le brindamos espacio a todo el que quiere hacer país de forma correcta. No preguntamos su preferencia política porque eso no determina la calidad de su producto.
Quienes no entran en nuestros estándares, siempre reciben una justificación sincera y respetuosa y se les invita a mejorar para poder aparecer en nuestro espacio. Sin embargo, aunque aplaudimos el hecho de emprender o trabajar, no nos conformamos. Buscamos la excelencia.
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Siento que esas horas, dentro de toda la tristeza que vivimos en estos momentos, fueron un rayito de esperanza y me dieron ánimos para recordar que cada aporte suma y cuenta. Me quedó claro que los estudiantes dan la talla, que quienes se cultivan, siempre destacan en positivo y que este es el momento de mantenernos “al bate”.
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Esta lucha, este reclamo, no es solo de un lado del país. Yo reclamo porque absolutamente todos los venezolanos tengamos acceso a los mismos derechos, podamos tener alimentos, medicinas, seguridad, buena atención médica, buen transporte, salarios dignos y que realmente se respete el mérito y no se premie ni la viveza ni la flojera.
Cuando el trabajo está bien hecho y cala en las personas
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Si algo me enseñaron en casa es que uno tiene que hacer muy bien su trabajo e incluso intentar superar las expectativas. La conformidad jamás ha sido algo bien visto en mi familia; por lo tanto, lo mismo aplico con mi maravilloso equipo.
Alberto Veloz comparte en su texto que “La alimentación en épocas de guerra y postguerra define el comportamiento del ser humano. Puede destacar en él la caridad, el desprendimiento o la bondad hacia al prójimo, pero en esas mismas circunstancias también afloran el egoísmo acendrado y la maldad más recalcitrante».
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Y esta semana, el universo nos ha enviado un mensaje contundente al equipo de El Estímulo: “Van por buen camino y sus acciones son premiadas”. Queremos ofrecer información de primera, de calidad, lo más equilibrada posible y eso es un reto al que nos enfrentamos cada segundo que pasa. Sin habernos dado cuenta, nuestra labor como medio de comunicación es tan valorada, que dos marcas (que nos pidieron mantenerse en el anonimato), nos enviaron sus productos para consentir a toda la oficina como gesto de agradecimiento por ofrecer información veraz así como brindar herramientas para contribuir con un mejor trato de la noticia, etc.
Cuando se habla de comida en Venezuela, siempre viene acompañada de una gran inversión y por eso, recibir estos gestos de consentimiento como agradecimiento por nuestro aporte, me deja claro que no debo desanimarme y que en mi país todavía abundan personas maravillosas que a su manera hacen país, sin gritarlo a los cuatro vientos. Porque sí, en este país a muchos les encanta el show.
Adelante mis queridos lectores. Estamos en un gran momento y cada aporte, siempre y cuando no dañe al prójimo, siempre será en beneficio del país.

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