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"Nope", el terror a la medida de Jordan Peele

Toda la obra de Jordan Peele es un enigma. Y no solo porque su tramposo, singular y sinuoso punto de vista, evita una clasificación inmediata. El director creó un subgénero de terror a su medida y es probable que su nuevo film sea uno de los puntos más altos de esa búsqueda

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Peele

Hace dos años, Jordan Peele dio una críptica entrevista a Variety en la que comentó que su punto de vista del terror era vivencial. Una afirmación escalofriante, si se toma en cuenta que su ópera prima en el género fue “¡Huye!”, una fantasía paranoica en la que puso de relieve el racismo endémico estadounidense. Para Peele, aficionado a las bromas y juegos de palabras, la afirmación es algo mucho más complicado.

Se trata de su concepción sobre el género como un sistema de ideas que, sostenidas entre sí, elaboran un discurso complejo acerca del bien y el mal moral. El miedo es el centro de toda la concepción del director sobre lo social. Pero no sólo basado en la condición de lo vulnerable o lo peligroso. También incorpora la amenaza bajo lo social y lo cultural.

Ningún personaje de Peele es inocente, ni tampoco su contexto es por completo neutro. La percepción acerca del peligro está aparejada a la posibilidad de que lo terrorífico muestre lo peor de lo humano. De modo que en “¡Huye!” el verdadero monstruo es el hombre blanco privilegiado y en “Nosotros”, la ignorancia y la brutalidad convertidas en métodos de defensa imparables.

Ambos films dialogan con un mismo concepto: lo malvado es parte de cada uno de nosotros, se manifiesta en infinitas variaciones y graduaciones. Si en “¡Huye!” la víctima era un desprevenido hombre afroamericano a merced de horrores subyacentes, en “Nosotros” lo fue una familia de clase media, también negra y desconcertada por el ataque de su yo primitivo y desconectado de la realidad.

Con “Nope” –su nuevo largometraje- Jordan Peele camina por espacios desconocidos para llegar al mismo centro vital que sostuvo a su primera película. El cierre de lo que parece una trilogía de Peele es una aterradora pero muy humana visión sobre la codicia, el miedo y la percepción de lo extraordinario. Todo, desde sus lugares más oscuros y angustiosos. Un cuento sin moraleja, pero con una maliciosa intención, que bordea lo inexplicable, hasta convertirlo en los peores espacios de la mente humana. 

Una premisa semejante es complicada por necesidad. Y Peele se toma una considerable cantidad de tiempo para desarrollarla. Al principio, avanza hacia la idea de mostrar la vida al borde de lo cotidiano. El sur de California es una mirada a lo remoto, con sus montañas enormes y su cielo interminable. El director establece de inmediato que el misterio está en lo que se difumina en el horizonte y el paisaje engañosamente apacible. Pero más que eso, profundiza en la tensión de lo desconocido que está a simple vista. De la misma manera que Ari Aster en “Midsommar”, para Peele lo inquietante no está del todo escondido.

O, mejor dicho, subsiste a la periferia, latente y amenazante en medio de la condición de lo desconocido.

Peele

Peele, veterano en la idea retorcida de que el mal está a la distancia de un descubrimiento, utiliza la misma fórmula en “Nope”. Pero si en “¡Huye!” la amenaza era un peligro vicioso y siniestramente burlón y en “Us”, una fantasía brutal, en “Nope” es lo inminente. Algo está a punto de ocurrir. Un suceso fascinante, brutal, pero curiosamente desprovisto de significado. O al menos, no uno evidente o el que se pueda señalar de inmediato.

“Nope”, como historia, es la suma de sus espacios sugeridos y de su lento y comedido tránsito hacia lo trágico y lo violento. Pero mientras eso ocurre (y tarda en ocurrir) Peele deja claro que el terror también es humano, que lo que está a punto de desatarse con toda su fuerza destructora, forma parte de algo más inquietante que sólo un fenómeno. Y allí se encuentra el principal punto de interés de la película.

Al borde del cielo azul

El terror cinematográfico en nuestra época es una búsqueda de significado que incluye simbolismo diverso. Pero, sobre todo, un cuestionamiento existencialista que ha brindado al género una desconocida profundidad. Peele lo sabe. “¡Huye!”,la primera incursión en el cine de terror de Peele, tiene una trama sencilla o, mejor dicho, aparenta serlo.

Durante el primer tramo, la película parece rendir homenaje a cierto cine clásico con sus escenas impecables y la cámara que observa desde cierta distancia prudencial. No obstante, todo se cambia con enorme rapidez a partir del segundo tramo: el escenario se transforma en una visión del horror basado en todo tipo de análisis sobre la naturaleza humana, la oscuridad interior, pero, sobre todo, la noción persistente de la violencia que se oculta bajo los rituales habituales y tradicionales.

Con ciertas reminiscencias a “La Lotería”, de Shirley Jackson (con su visión cínica y durísima sobre el horror de una aparente normalidad), “¡Huye!” logra balancear elementos en apariencia disimiles — terror, humor, crítica social — para crear una notoria reflexión sobre lo espeluznante que yace bajo la pátina de lo corriente. Peele no invade los espacios de sus personajes con símbolos comunes sobre el miedo, ni tampoco recarga las escenas con mensajes concretos sobre lo terrorífico, sino que elabora un discurso sobre lo fantástico y lo sobrenatural basado en conflictos sociales. Y lo hace, bordeando la crítica y el juicio con un terror negrísimo que evade lugares sencillos.

Con “Nosotros”, Peele repite fórmula, pero añade poder a la tensión interna de una película que basa su efectividad en lo sobrenatural y también en la forma en que logra que el público confronte su propia identidad con algo más inquietante y duro de digerir. “Us” es un dilema indisoluble y también una batalla singular contra la percepción. Y en medio de ambas cosas, existe un vínculo que crea y sostiene una mirada aterradora sobre el individuo porque Peele ya no elabora una hipótesis sobre el temor enraizado en nuestros prejuicios más asimilados, sino algo más peligroso. Se pregunta -con descarnada dureza- sobre los elementos que nos definen, pero también crea la percepción insular del bien y del mal como una forma de aniquilar al individuo. Al final, “Nosotros” mira a la mente humana como un gran espacio en la oscuridad, en la que nuestra noción acerca del absurdo parece directamente relacionada con una perversa violencia.

Con “Nosotros”, Peele regresa a terreno conocido, mientras que en “¡Huye!”, el directorreflexiona sobre el individuo y utiliza el recurso de los cuentos clásicos eslavos sobre posesiones y monstruos capaces de dominar el cuerpo ajeno. En “Nosotros” el símbolo del Doppelgänger o el doble maligno, toma una connotación que abarca toda la historia para convertir el conflicto en un extraño nudo de emociones, contradicciones y un ensayo muy poderoso sobre el horror como parte de la psiquis individual.

“Nosotros” no toca temas sociales directamente, sino que reinventa la mirada sobre la conducta y la esencia de la identidad para englobar lo terrorífico. ¿Quiénes son los monstruos que habitan en nuestro interior? ¿De qué se alimentan? ¿Cuál es el hilo conductor que vincula nuestros terrores con algo más violento, peligroso y devastador? La película de Peele no otorga concesiones y del país dividido en un sesgo hipócrita que dibujó en “¡Huye!”, crea en “Nosotros” una exploración existencialista incluso más aterradora. El monstruo está dentro de nosotros y es más cruel de lo que jamás nadie podría haberlo imaginado.

La ambición

En “Nope” el miedo está inmerso en una gama de preguntas sobre la codicia, superpuestas entre sí para cuestionar el éxito. O lo que nuestra época cree que pueda ser, en todo caso. Otis ‘OJ’ Haywood Jr. (Daniel Kaluuya) y su padre (Keith David), son hombres de trabajo. Uno duro, que requiere esfuerzo, dedicación y un tipo de devoción que la película ensalza para luego dirigir toda esa persistencia hacia lugares nuevos. Cuando el padre muere, Otis se hace cargo del negocio de una forma por completo distinta a la de su padre. Y no solo se trata de la idea de la modernización y el salto hacia lugares nuevos de la empresa familiar. Para Peele es importante el trabajo duro, lo que significa, aporta y sugiere.

La película avanza en esa noción del trabajo como dignificante fuera de pantalla y es, de hecho, un truco del director al hacerse preguntas sobre la naturaleza de la ambición. Por supuesto, Peele también establece que Haywood Hollywood Horses, que se encarga de entrenar caballos a un nivel profesional, es una propiedad de hombres afroamericanos. De nuevo, el comentario social está aquí y la noción sobre su importancia, es evidente.

Peele construyó en “Get Out” un mecanismo incómodo contra el racismo y en “Us” una versión inquietante sobre la violencia cultural. En “Nope” es mucho más comedido y más complicada la manera en que sostiene su discurso. El vaquero negro — un concepto norteamericano que puede pasar desapercibido en otras latitudes — analiza la concepción sobre la propiedad y la pertenencia. A la vez, el motivo por el cual ocurrirá lo que ocurrirá en el film y ese fondo brumoso acerca del individuo, es importante. Y lo hace a través de símbolos y extrañisimas versiones sobre lo desconocido y lo inexplicable.

El «mal milagro»

Cuando sucesos inexplicables y potencialmente peligrosos comienzan a suceder en el Rancho Haywood, la película cambia por completo de tono y de forma. Pero no al estilo de solo mezclar géneros — que lo hace — sino en su ingeniosa manera de narrar la reacción a lo inexplicable. ¿Qué ocurre cuando un evento total trastoca la vida cotidiana? ¿Cómo los personajes pueden lidiar con una condición monstruosa que desarticula todo lo que hasta ahora conocían?

“Nope” es brillante en la medida que no concede lugares comunes, que se niega por completo a recorrer espacios sutiles o fáciles. Lo que está ocurriendo podía ser una tragedia, un horror devastador o solo un “mal milagro”. Pero Peele no desea que la audiencia saque conclusiones inmediatas ni que lo haga a través de la percepción de que lo inexplicable puede ser perverso. Aunque el contexto es surreal y temible, los personajes siguen siendo el centro de interés. Cómo reaccionan, se entremezclan y se enfrentan para construir una mirada sobre algo que les rebasa pero a la vez, puede comprenderse desde lo humano.

Por supuesto, “Nope” es una película de Peele y quizás es la más norteamericana y menos universal de todas las que ha dirigido hasta ahora. De modo, que la necesidad de lucrarse con un fenómeno violento, es parte de una reflexión al subtexto. El capitalismo funciona en todos los sentidos y también en los horrores que se avecinan. Como si eso no fuera suficiente, el miedo está aquí, cercano, peregrino, violento y decodificado para una audiencia codiciosa.

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