Deportes

¿Y dónde está el futuro de la FVF?

El presente de la Federación Venezolana de Fútbol tiene que ver más con su pasado que con los tiempos por venir. Mi opinión es que Rafael Esquivel seguirá al mando de esta actividad hasta que, cómo cantaba el español Miguel Ríos, el cuerpo aguante. Aún así, y conscientes del poder que acumula el mandamás, ya se van conociendo algunas alianzas y propuestas para sucederlo, sólo que en este momento estos posibles candidatos parecen más interesados en hacerse notar que en competir realmente por la silla de Esquivel.

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Las horas más oscuras

A raíz de las reuniones que se efectuaron recientemente en las oficinas de la FVF, tuve la oportunidad de enterarme de algunos entretelones de lo que allí se está cocinando, y es que un habitual concurrente a esos saraos tuvo la delicadeza de advertirme lo siguiente: «Benedetti, ¿te cuesta tanto entender? Nada de lo que pasa acá tiene que ver con ese fútbol del que tu hablas; lo nuestro pasa por la supervivencia y ésta no existe sino con nuestros equipos en primera división. Dime tú qué gobernación va a apoyar que alguno de nosotros acepte ir a segunda como consecuencia de una reducción de la primera. No, hermano, estás meando fuera del perol.

Semejante afirmación confirma lo que muchas veces he denunciado: no importa la formación de jóvenes ni la construcción de sedes propias, mucho menos el respeto por proyectos futbolísticos; lo primordial es mantener al fútbol como una actividad en la que muchos viven a costa de unos pocos. Mi denuncia no es original ni novedosa; Dante Panzeri, en su “Burguesía y Gangsterismo en el deporte” del año 1974, nos avisaba ya sobre esta deformación:

Aquella proliferación de `oficios ´dentro del llamado `trabajo del fútbol´, además de sumar ya casi una cuarentena de especialidades, ha hecho posible la progresiva hipertrofia el deporte, paralelamente con su industrialización, su desmoralización, su corrupción, su estatización y otras distorsiones propias de este mundo en el que cada día nace un mentalmente lúcido facultado en el arte de descubrir nuevas maneras de `laburar sin laburar´(NR: laburar es sinónimo de trabajar), según el antiquísimo afán humano de que trabajen los enfermos que necesitan salud, o que agarren la pala aquellos que estén molestos por la tierra. Y no los que diciendo pisar sobre la tierra sostienen que el vivo vive del zonzo, cosa que rotundamente es muy cierta”.

El peligro no pasa por esta triste actualidad en la que estos señores, que se hacen mal llamar dirigentes, sólo han conseguido profundizar su relación de dependencia con los dineros del estado, convirtiéndose en unos vividores del erario público; la mayor amenaza es que aquellos que quieren ser vistos como alternativa a esta conducción no son más que hijos y cómplices de este desastre.

Le propongo hacer un ejercicio. Supongamos que Rafael Esquivel anuncia que no continuará al mando de la FVF y que declara abierta la carrera por su sucesión. ¿Quiénes son los candidatos que en este momento protagonizarían esa contienda electoral?

A vuelo de pájaro hay tres nombres que sobresalen: Laureano González (Vicepresidente de la FVF), César Farías (ex seleccionado Vinotinto y actual mandamás del Zulia F.C.) y Nelson Carrero (integrante del directorio de la FVF, elegido como representante de los futbolistas). De los tres conocemos su capacidad para desligarse de los problemas y su voluntad de llevarse por delante a quien sea que obstaculice su camino hacia su meta, así como un profundo desprecio por quienes no comulgan con sus ideas, pero, más allá de esas “cualidades”, ¿qué más conocemos? Nada, absolutamente nada que demuestre serias diferencias con la conducción de Rafael Esquivel.

Los tres han sabido retratarse con el ahora Vicepresidente de CONMEBOL y, cuando las circunstancias se lo permitieron, también han mordido “la mano que les dio de comer”. Basta con recordar las declaraciones de apoyo a Esquivel cuando Farías comandaba a la Vinotinto, o las de Carrero alabando el trabajo de base luego de la clasificación al mundial de aquella selección sub-17 de Rafael Dudamel, y compararlas las apariciones de uno y otro en este 2015 para darnos cuenta de cómo cambian las opiniones; ni hablar de las ideas.

¿Por esas manos pasa el futuro de la FVF? ¿Son acaso estos los candidatos más calificados para emprender reformas serias? ¿Alguno de ellos tiene la espalda suficiente como para intentar cambios que afecten intereses políticos y propagandísticos de gobernaciones y alcaldías? Mi naturaleza pesimista me hace pensar que no, y que la explicación que daba mi cicerone al inicio de esta columna es mucho más real de lo que imaginaba.

El argentino Panzeri, con esa claridad que lo convirtió en un tipo combatiente de las mafias y los gobernantes de turno, recordaba en el mismo libro las culpas del periodismo, o mejor dicho, la responsabilidad de quienes en la obligación de hacer un trabajo fiscalizador, prefieren ejercer el papel de alcahuetes o socios:

Del resto se encarga el periodismo, con su favor a veces generoso, otras veces mezquino, para que cada una de esas sectas tenga o no tenga `propaganda´. Con ella, un país que tiene racionados sus combustibles y al mismo tiempo atraviesa por una situación de emergencia económica, puede llegar a destinar una fortuna para que se haga una carrera de automóviles. U otra fortuna para un Campeonato Mundial de Fútbol. Con el tiempo, si el periodismo lo acepta, puede ocurrir lo mismo con el Campeonato Mundial de Balero o de Yo-Yo. Todo es cuestión de `entrar en la obra social del deporte´».

El futuro de este tan golpeado fútbol tiene un aroma a gatopardismo puro y duro, entendido este como la voluntad de cambiar algo para que nada cambie. O, en palabras del mismo Panzeri, reincidir en el absurdo de estar mejor para ser peores.

Veinte equipos… Veinte equipos para seguir meando fuera del perol…

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