El empate final puede ser justo desde la óptica del merecimiento, pero la amargura de saber que se pudo ganar es inevitable. Otro partido del Sudamericano para la Vinotinto, otro empate, cuando más cerca se estuvo de la victoria.
Sergio Córdova y Ronaldo Peña eran las alas ofensivas, pero con un exceso de responsabilidad defensiva que los hizo ver notables en esa labor durante el partido, algo a lo que ya uno se acostumbró en este torneo. Libertad para Soteldo, que pudo hacer su mejor partido del Sudamericano desde la comodidad de la posición de enganche. Una de sus genialidades destrancó un partido extremadamente rígido y que pintaba para un claro 0-0. Sin embargo, sus proyecciones, velocidad y cambio de ritmo no termina por ser apoyado por el resto.
Con Yangel Herrera y Ronaldo Lucena alternándose en labores de recuperación, Venezuela pudo manejar los tiempos del partido, no obstante en la administración del gol no hubo correspondencia para intentar aniquilar el encuentro. Sí, en los largos contragolpes y con algún manejo de pelota se logró disminuir al rival y dejarlo con diez en cancha, pero ese tramo entre la expulsión de Cuesta y el penal por demás discutible, Venezuela pudo haber invertido recursos más que resguardar la moneda que tenía en el bolsillo.
Hay que hacer entender a quienes analizan el funcionamiento de la selección que lo que ven es exactamente a lo que el equipo juega y con ello ha llegado a esta instancia. Si le da para más, si tiene futbolistas para más, es un debate que puede extenderse, pero el que sabe qué decisión tomar en un grupo que nadie vio jugar antes del Sudamericano para hoy asumir un rol de experto y criticarlo, es Dudamel y dispararle por su estilo y decisiones es, para mí, osado. Mientras le dé para ser competitivo, así seguirá practicando su fútbol este equipo.
Que los delanteros no hagan goles y que ante Colombia ni una clara generaron, es una situación que sí es crítica y a la que el seleccionador no parece dar con la solución. Él lo reconoce. Ya Peña se arrimó a un lado y cedió su labor de «9» a un Antonio Romero que se ha visto atropellado para cumplir ese rol. ¿Una alternativa posible? Quizá poner como falso nueve a un jugador como Heber García (con molestias ante los cafeteros). O el propio Soteldo pudiera ser una variable que le diera mayor dinámica a la zona de ataque. Sin embargo, más allá de eso, preocupa la poca sensación de peligro que, salvo el bombardeo a Bolivia, ha mostrado el equipo durante todo el campeonato.
Es imposible saber si a punta de empates se puede ir al Mundial, pero sí es necesario encontrar el camino del gol lo más pronto posible. La pelota parada fue un recurso ante Colombia; depender exclusivamente de eso angustia, sobre todo cuando se han desperdiciado muchas partiendo desde la jugada detenida.
El equipo muestra una seguridad tremenda en el trabajo defensivo, en el orden, en el control, aunque de nada sirve maniatar y embrutecer al contrario si no se le saca provecho. Ahí es clave despertar inmediato del letargo, porque lo que viene no son balas de salva.
Parece que esta Selección está hecha para hacernos sufrir, como lo hacen los amores más reales.