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Vinotinto Sub-20: llega el temido día después

A veces uno espera de una final más de lo que es: un partido de fútbol de 90 minutos. Inglaterra, cuya mayor virtud parece ser la actitud apacible (¡qué envidia!), hizo un primer tiempo impecable y después vivió de la tasa de cambio a bolívares de una libra esterlina.

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Cuantitativamente Venezuela tuvo más llegadas al arco. Conceptualmente la Copa siempre lució más en poder de la monarquía de Isabel II que de la del país del zar Nicolás.
La bota de bronce premia la regularidad durante todo el torneo de Yangel Herrera, aunque la final de Suwon se decide principalmente por la supremacía imperial en el océano de la zona ancha de la flota real compuesta por Lewis Cook y Josh Onomah, y en los corredores, de los ligeros laterales Jonjoe Kenny y Kyle Walker-Peters.
Estuve tratando de averiguar sobre la abundancia de apellidos compuestos en los Sub-20 ingleses y no conseguí respuesta. No sé si está relacionado con la maña que tienen muchos periodistas jóvenes de mostrar los dos apellidos para rendir homenaje público a sus mamás. Alexandra Cuevas Alliegro, por decir un caso. Para ganarse un nombre, generalmente un apellido sobra.
De Adalberto Peñaranda escucharemos críticas, exculpaciones y frases tipo “ahora es que tendrá tiempo por delante para corregir errores”. Mi pronóstico es que a Peñaranda tendremos que aprender a aceptarlo como el jugador que es y no como el que podría ser. Algo así como el nuevo Félix “Gato” Hernández, esperamos que con muchos menos excesos personales.
Para la Vinotinto, y para Venezuela, llega el temido día después. Por encima de la categoría Sub-20, ya no hay Sub-Nada, excepto que estos muchachos seguirán viviendo (como ya han vivido prácticamente todas sus vidas) en una Sub-Democracia. Bueno, está el fútbol masculino de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, que por ahora se mantiene como un torneo Sub-23 con tres refuerzos de edad libre. Tengo entendido que el clasificatorio para Japón es el Sudamericano Sub-20 del año 2019. Pero en este grupo, por ley de vida, habrá algunos que se volverán como Amílcar Rivero o Haley Joel Osment después de que dejaron de ser niños.
El concepto budista de la impermanencia (todas las personas que vemos a nuestro alrededor, en 100 años, ya no existirán) es especialmente implacable en categorías menores. Terminado el torneo, como ya lo he dicho varias veces, la mejor noticia es que varios de estos chamos consigan contratos afuera en divisas para ayudar a sus familias.
Para el país que amanecerá el lunes todo es mucho más cruel. El sábado, por ejemplo, tuve que hacer una diligencia en el Sambil del municipio Chacao. Dentro la vida transcurría como generalmente transcurre en un centro comercial.
Cuando salgo, en la avenida que pasa enfrente, jóvenes enmascarados, descamisados, escudos, alambres de púas, morteros y cualquier otro objeto que se pueda usar para la defensa o la agresión: cine de Hollywood en la vida misma. Los paseantes caminaban al lado, apurando un poco el paso, pero igual como si nada. La violencia se ha normalizado.
Después encontré más disturbios, barricadas y candelas en La Candelaria. Los opositores que en 2014 criticábamos las protestas no pacíficas en 2017 nos hemos quedado callados, bien por temor a la presión social o por el reconocimiento tácito de que no hay otra respuesta posible ante la negación de todo desahogo. Una mayoría silenciosa seguirá iniciando desde cero un simulacro de rutina.
El gobierno impone una constituyente que pinta como una ficción de democracia en la que, tal como se prometía falsamente en 1999 (año del que tampoco creo que haya salido la “mejor constitución del mundo”), todos podrán participar, aunque en realidad se les participarán decisiones ya tomadas.
El derecho a la protesta se ha conculcado en la práctica en la capital. La fiscal propone que hagamos una cola de millones para inundar de papeles el piso 4 del Tribunal Supremo, quizás la última medida desesperada. Le pasarán la pelota a la sala constitucional y marcará un nuevo autogol. El dólar paralelo se dispara que nunca, lo que tendrá un impacto directo (más) en todo lo que pagamos en bolívares. Cuatro, tres, dos, uno, ¿dónde está el futuro?
Unas últimas palabras sobre lo que se vio en la televisión este domingo. En Meridiano TV, Enzo Villano se mostró siempre como el más sincero desde el principio: el partido no pintaba bien para la Vinotinto (“estamos perdiendo por puntos”, en sus palabras).
En DirecTV Sports, Fernando Petrocelli era el más entusiasmado para crear un espíritu de comunidad con lo que estaba recibiendo por las redes sociales, explicando modismos como “Flinchy”, usando la palabra carajo sin pudor y apelando al “alegre despertar” de las comiquitas: quizás tenía el metabolismo nacionalista demasiado acelerado. Al equipo de Venevisión se le nota demasiado que no está familiarizado con eventos deportivos. Casi nunca aguanté en esa señal más de cinco minutos.
No sé si tiene que ver algo con la crisis del país, o con el nuevo panorama de medios de comunicación, pero en el fútbol también carecemos de una voz que nos convoque, de una narración que construya imágenes, pegue frases y arrastre a las masas. Alguien que se haga amar y odiar, no solamente lo segundo.]]>

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