Opinión

El 5 de enero

El chavismo ha organizado y empujado esta votación con un claro fin, hacerse del control del único poder público que hasta ahora le es esquivo, la Asamblea Nacional. Dicho esto, en verdad, debemos voltear la mirada hacia el 5 de enero. Debemos mirar el día en que asuma tanto el nuevo Parlamento como su nueva directiva

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Lo que iba a terminar ocurriendo el 6 de diciembre, a partir de la experiencia previa en 2017 y 2018, podía ser pronosticado con cierta certeza. Al cierre de la jornada de votaciones de ese día el chavismo exhibía un triunfo arrollador, según su discurso, que le permitirá tener un control de la Asamblea Nacional.

Ya en las votaciones que se dieron en 2017, para elegir a una Asamblea Nacional Constituyente, y en 2018, para reelegir a Nicolás Maduro como presidente, el chavismo construyó y mostró una narrativa de un éxito político.

En aquellos años, quienes visitamos centros electorales e hicimos recorridos en ambas jornadas, pudimos constatar la escasa presencia de votantes junto a la maquinaria partido-Estado, para remolcar y compensar a los votantes. Lo mismo sucedió este 6D.

El 6D se ha repetido una historia ya conocida. Aunque disminuida, terminó por activarse una maquinaria partidista del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que se alimenta de los fondos y de la capacidades técnicas y financieras del Estado.

Según las cifras oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), votó el 30,5 por ciento del padrón electoral, y con esto el chavismo se ha dado por satisfecho. Las elecciones parlamentarias del 2020, en verdad, estuvieron entre la desmotivación y la desinformación.

Nada de esto importará, en verdad. Cantando el triunfo del chavismo y la adjudicación que le ha hecho el CNE de 91 por ciento de diputados, todo está dentro de lo esperable. Habrá una oposición leal, que, hasta siendo leal, ha quedado bastante reducida.

El chavismo ha organizado y empujado esta votación con un claro fin, hacerse del control del único poder público que hasta ahora le es esquivo, la Asamblea Nacional.

Dicho esto, en verdad, debemos voltear la mirada hacia el 5 de enero. Debemos mirar el día en que asuma tanto el nuevo Parlamento como su nueva directiva.

Creo que hay tres ámbitos que podríamos colocar en signos de interrogación. En primer término, la pregunta de cajón es y qué pasará con la Asamblea Nacional, con el cuerpo de diputados que, si bien fue legítimamente electo en 2015, quedan a mi modo de ver en un limbo político, jurídico e institucional.

No basta que el actual presidente de la AN, Juan Guaidó, asegure que ellos seguirán firmes y sesionando como un parlamento legítimo. Creo que en este momento es válido preguntarse, si lo que queda de una desmembrada coalición democrática afrontará una sana revisión de las estrategias que ha seguido entre 2019 y 2020, teniendo a Juan Guaidó como principal referente.

¿A partir del 5 de enero la sociedad venezolana y los partidos que le apoyaron en 2019 y 2020 le darán un respaldo a Guaidó, nuevamente?

Un segundo ámbito en el cual creo que caben serias dudas será lo que genéricamente hemos pasado a llamar el chavismo crítico. Se trata de actores y organizaciones con un peso específico disminuido, sin duda, pero que justamente en torno al 6D se han movilizado para hacer tienda aparte.

Si esos grupos que decidieron lanzar candidatos propios y tener una estrategia que simbólicamente les separara del poder que encabeza Nicolás Maduro, de cara al 5E, me pregunto si aceptarán sumisos una nueva imposición de Miraflores.

Será todo un desafío interesante para los diputados que resulten electos, es el caso de Oscar Figuera del Partido Comunista de Venezuela (PCV), que identificándose con Hugo Chávez se planten como una alternativa distinta a Maduro.

En la década de 1990, lo recuerdo porque era periodista entonces, una minúscula fracción parlamentaria de La Causa R, logró hacer mucho ruido y tener impacto, más allá de que Acción Democrática y COPEI impusiera su agenda parlamentaria en aquellos años. Habrá que ver si la estrategia va por allí a partir del 5 de enero.

Finalmente, la gran interrogante estará en qué respuesta dará la comunidad internacional a la nueva Asamblea Nacional y su directiva, que será designada el 5 de enero de 2021. Es previsible que se abra un compás de espera hasta tanto ocurra la toma de posesión de Joe Biden, prevista para el 20 de enero.

Dado que la administración de Donald Trump estuvo al frente de las estrategias internacionales, fallidas ya que Maduro sigue en el poder, es previsible que haya un lapso de reacomodo una vez que llegue Biden y se comience a transitar en la estrategia de recomponer la alianza atlántica poniendo énfasis en la relación de Washington con sus aliados históricos de Europa.

El gobierno de Trump es el único, hasta ahora, que ha manifestado expresamente que seguirá reconociendo a Guaidó como presidente interino aún más allá del 5 de enero 2021. Ya veremos también qué pasos, en cual dirección, terminan tomando los principales países de Occidente una vez ocurra la toma de la Asamblea Nacional por parte del chavismo.

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