Economía

Latinoamericanos arrasan con propiedades lujosas en Miami

Alarmados por la inestabilidad económica de sus países, los ricos de América Latina, encabezados por los brasileños, están comprando propiedades al por mayor en el sur de la Florida porque lo ven como una inversión segura.

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Lo mismo hacen argentinos, colombianos, mexicanos, venezolanos, franceses, turcos y todo aquel que quiere poner su dinero a resguardo, tiene un vuelo directo a Miami y no confía demasiado en la economía de su país.

Ese dinero ha ayudado a impulsar una nueva transformación de la siempre cambiante Miami, una parada de ferrocarril en el siglo XIX que pasó a ser un centro turístico, el nuevo hogar de los refugiados cubanos y ahora espacio para inversionistas de todo el mundo. Ninguna otra ciudad estadounidense ha sufrido una renovación tan profunda como la que se registró en Miami en la última década. Lujosas torres residenciales y tiendas exclusivas ocupan lo que no hace mucho eran lotes baldíos en el centro de la ciudad.

Y nadie espera que la demanda ceda.

Los residentes de Miami, no obstante, casi no se han beneficiado de este boom. De hecho, los sueldos han bajado en la ciudad en el último año. El desempleo está por encima del promedio nacional. Y Miami cuenta con el porcentaje más grande del país de personas que destinan más del 30% de sus ingresos al alquiler de una vivienda, lo que el gobierno considera problemático para las finanzas de una persona o familia.

«No vemos los beneficios de esa infusión de dinero en la economía local», declaró Ned Murray, director adjunto del Centro Metropolitano de la Universidad Internacional de Miami. «Esto afecta a los negocios locales. Dejamos pasar la oportunidad de crear viviendas para los trabajadores. Se están yendo».

Con su ubicación y su fácil acceso, las propiedades inmobiliarias de Miami representan una inversión que se valoriza en momentos en que otras actividades se tambalean. Y todo esto a pesar de que se trata de una zona donde abundan los desastres naturales.

«Toda la inseguridad que hay en el resto del mundo le recuerda a la gente lo importante que es tener bienes en Estados Unidos», sostuvo Alicia Cervea Lamadrid, empresaria de bienes raíces involucrada en el proyecto Elysee, un condominio de 57 pisos con una bodega a disposición de los residentes en la que el departamento más barato costará 1,65 millones de dólares.

Es una de 126 torres que se planea construir en el sur de la Florida. Una muestra de la riqueza que viene del exterior es que la mayor parte de las compras se hace en efectivo.

El año pasado los extranjeros invirtieron 6.100 millones de dólares en propiedades inmobiliarias en Miami, el 36% del total de inversiones en ese ramo, según la Asociación de Empresas Inmobiliarias de Miami. A nivel nacional, los extranjeros representan el 8% de las ventas inmobiliarias.

El gobierno ha dicho que se propone investigar toda compra por más de 3 millones de dólares en Miami y Nueva York. A partir de marzo el gobierno exigirá que las empresas que emiten los títulos identifiquen a los compradores. Esto se debe al temor de que se esté lavando dinero mediante estas operaciones.

El precio promedio de un departamento de lujo en Miami Beach subió 35% en el último año, hasta 3,7 millones de dólares, de acuerdo con la firma inmobiliaria Douglas Elliman.

El centro de Miami «también está empezando a transformarse, pero ¿quién sale beneficiado?», preguntó Arden Shank, director ejecutivo de los Neighborhood Housing Services del sur de la Florida. «No beneficia a la gente que ha estado allí por mucho tiempo».

La tasa de desempleo de la zona metropolitana es de 5,5%, comparada con el 5% a nivel nacional. El salario promedio cayó 0,4%, a 22,57 dólares la hora respecto del de hace un año. En contraste, los sueldos a nivel nacional subieron 2% en el mismo período.

El florecimiento del mercado de propiedades caras sigue adelante a pesar de las consecuencias gravísimas que podría tener el calentamiento global. Los expertos dicen que a medida que sube el nivel de las aguas, habrá más inundaciones, las calles se convertirán en canales, se dificultará el acceso al agua potable y desaparecerán las playas que el hombre rellena constantemente en Miami.

«Algo no encaja, hay una burbuja en el mundo inmobiliario, a pesar de que el nivel del mar sube», expresó Henry Briceño, quien estudia los efectos de la crecida del mar en el Centro de Investigación Ambiental del Sudeste de la Universidad Internacional de la Florida. «Eso es lo que me preocupa: el frenesí por ganar dinero rápido sin pensar en el futuro y en quién va a pagar» por lo que se viene.

Para muchos inversionistas extranjeros, sin embargo, los beneficios pueden más que los riesgos.

Dado que tantos de sus clientes tienen propiedades en Miami, la diseñadora de interiores de Sao Paulo Brunete Fraccaroli compró hace poco un departamento en One Paraiso, una torre de 53 pisos con playa propia a ser terminada el año que viene. Fraccaroli espera que su clientela siga creciendo a medida que aumentan los problemas económicos de Brasil.

Muchos analistas creen que Brasil se encamina hacia su peor crisis económica en más de un siglo. Los recortes presupuestarios no han logrado contener el déficit. Reina el caos como consecuencia de la corrupción política y el real se ha devaluado 50% en relación con el dólar en el último año.

«Consideramos que el real seguirá perdiendo valor y las cosas van a empeorar», expresó Fraccaroli, quien tiene un reality show llamado «Mujeres Ricas» en su país.

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