Los negocios que sobreviven cierran temprano y soportan una caída de 85% en las ventas con respecto a hace un año. Los más afectados son aquellos que expenden productos textiles, calzados y repuestos, la mayoría traídos o fabricados con insumos provenientes de Colombia, cuando estaba permitido el comercio a través de los puentes internacionales.
Esto ha provocado lo que el sector define como un éxodo de empresarios y el consiguiente cierre de muchos establecimientos. La Cámara de Comercio, Industria y Producción del San Antonio del Táchira registra un promedio de dos tiendas abiertas por cuadra, cuando anteriormente las calles del centro estaban pobladas de locales comerciales de todo tipo.
Un recorrido realizado por El Estímulo constató este drama. Numerosas tiendas mostraban avisos de liquidación, ofertas o estaban cerradas por “vacaciones”.
“Nunca habíamos visto una crisis como esta”, asegura Ramón Vivas, quien además de ser propietario por más de 20 años de un pequeño negocio de equipos electrónicos, también fue alcalde del municipio Bolívar en dos oportunidades. El comerciante incluso ha promovido iniciativas para solicitar a las autoridades locales que exoneren hasta 50% de los impuestos municipales, a razón de la fuerte recesión que se vive en el poblado fronterizo de 60.000 habitantes.
En este sentido, explicó que anteriormente San Antonio no dependía del situado constitucional –los recursos enviados por la Tesorería a las regiones- sino que subsistía gracias a la recaudación local, producto del movimiento comercial en la frontera y la actividad empresarial.
Afirmó que el municipio estaba poblado de comerciantes de otras nacionalidades, sobre todo colombianos, a quienes la situación los ha obligado a abandonar la ciudad y cerrar. De hecho, la Cámara calcula que 70% de los que han clausurado lo han hecho para mudarse al país vecino.
-Informalidad formalizada-
En toda crisis hay oportunidades y, en el caso de San Antonio, esto ha significado el auge del comercio informal. Pequeñas bodegas que exhiben sin discreción sus inventarios de productos colombianos han surgido prácticamente en cada cuadra, incluso en las que son meramente residenciales.
Casi todos los puestos en el mercado municipal de San Antonio están abastecidos también de artículos provenientes de la hermana República, los cuales se vieron obligados a bajar de precio durante la apertura del paso peatonal en los puentes internacionales autorizado el domingo 10 de julio.
Estos productos son más solidarios que sus similares de origen venezolano ofrecidos por los “bachaqueros” (revendedores del mercado negro) de la capital: en la frontera, el kilo de arroz se vende entre Bs 1.600 y Bs 1.700, la harina de maíz en Bs 1.500 (Bs 750 la presentación de medio kilo), el aceite en Bs 1.800 y el kilo de azúcar en Bs 2.700. Los desodorantes de la presentación pequeña oscilaban entre los Bs 1.000 y los Bs 1.500.
Sin embargo, no todos pueden costearlos. Las colas para adquirir productos regulados son una constante en los supermercados, que durante la mayor parte del tiempo están desabastecidos.
Otro factor que denota la informalización del comercio en la frontera es que muy pocos negocios manejan puntos de venta. La mayoría de las transacciones en San Antonio se realizan en efectivo, con el agravante de que, según pudo constatar El Estímulo, todas las semanas a partir del viernes los cajeros automáticos se quedan sin billetes.
“Los cajeros empiezan a funcionar a las 9:00 am y hay gente que hace cola desde las 6:00 am. Todo para sacar los Bs 12.000 que te permiten, que no alcanzan para nada”, contó Javier Sanguino, bioanalista de profesión.
-Poco a poco-
Aunque los comerciantes reconocen que el cierre de la frontera es la principal causa de su ruina, coinciden en que, tras un casi un año de restricciones, no puede reabrirse de una sola vez.
“Si ahora las colas de la gasolina son terribles, imagínate si se abre de nuevo la frontera”, expresó el transportista José Rodríguez.
La propuesta de la Cámara es que se permita en primer lugar el paso peatonal para que la gente pueda abastecerse de comida y medicamentos escasos, sobre todo en la región fronteriza. El intercambio comercial, explicó Vivas, debe reactivarse bajo condiciones muy transparentes.
Los consultados también admiten que del lado colombiano tampoco pueden permitirse reabrir la puerta a ciertos vicios, principalmente el contrabando. “Por supuesto que allá van a poner condiciones, y con razón”, expresó una empleada de un hotel.