Aunque el precio de la canilla en panaderías del centro y este de Caracas se ha mantenido sin mayores alteraciones en los últimos meses (entre 200 y 400 bolívares, según el tamaño y jerarquía del local), a poca distancia de esos locales y en las salidas del Metro ha comenzado a proliferar una próspera reventa del insumo alimenticio, cuyo costo varía entre 350 y 700 bolívares de acuerdo con el tamaño del pan.
“Hay gente que viene varias veces a comprar y luego revende el pan. Hemos visto que mientras compran la canilla aquí en Bs 200 la revenden entre 350 y 400 bolívares. Eso es un abuso”, señaló el dueño de una panadería en la zona de La Candelaria, quien asegura que si pudiera no le vendería más a quienes revenden su producto.
En efecto, a pocos metros se observan tarantines con canillas que se venden en Bs 350, el mismo precio al que se venden en la entrada del Metro unos esmirriados panes artesanales más parecidos a una señorita que a una canilla.
Con el campesino, cuyo precio oscila entre 400 y 700 bolívares, también sucede lo mismo. “Yo compré un campesino en 800 bolívares, cuando en la panadería lo venden entre 400 y 500 bolívares”, señaló Nelly Vargas, habitante de Las Adjuntas, quien afirma que a la salida del subterráneo en ese sector también se venden bolsas con cinco panes “chiquiticos” en Bs 500.
Rafael Acero también da fe de ello, y dice que en El Valle venden la canilla hasta en 500 bolívares, cuando en las panaderías de la zona se expenden entre 200 y 400 bolívares. “Y es malísimo, no sabe a nada y se pone duro enseguida”, dice. Asegura además que los dueños de panaderías del populoso sector del suroeste caraqueño han comenzado a implementar la venta por número de cédula para intentar frenar la compra por parte de revendedores.
Y no es solo en zonas populares de la ciudad. Aunque no sabe si se trata de revendedores, María, encargada de una panadería ubicada la avenida Rómulo Gallegos, afirma que las colas se han incrementado en los últimos días, razón por la cual han tenido que limitar la venta a dos campesinos (único tipo que están produciendo) por persona.
En Petare la situación no es distinta. “Unas canillas flaquitas que en la panadería cuestan Bs 300 las estamos comprando en Bs 600 porque no podemos perder dos horas en esas colas”, dice Virginia Cabello, empleada pública quien comenta que cerro arriba las preciadas canillas se consiguen hasta en 800 bolívares cada una, un sobreprecio de más de 200%.
– Costal vacío –
Tomás Ramos, presidente de la Federación Venezolana de la Industria de la Panificación (Fevipan), no solo reconoce que la reventa de pan es ya una práctica común en todo el país, sino que asegura que los panaderos nada pueden hacer para evitar esta situación, que podría agravarse por las fallas en la distribución de materia prima.
“Es lamentable que esto ocurra, pero nosotros no podemos influir en la conducta de la gente. El bachaqueo es ya una disciplina muy arraigada”, dice, al tiempo de recordar que los afiliados han intentado limitar la venta para hacer que más personas tengan el producto y esto ha sido interpretado por las autoridades como discriminación o acaparamiento, por lo cual muchos locales han sido sancionados.
Destacó además que la producción artesanal de pan que ha proliferado en los últimos meses ha contribuido a limitar la materia prima para los locales legalmente constituidos, lo que a su vez contribuye a reducir los inventarios disponibles y crea un círculo vicioso que perjudica al consumidor.
Para Ramos la solución del problema no está cerca, pues asegura que los inventarios están agotados y no hay capacidad de reposición en el corto plazo. “Deberíamos tener 100.000 toneladas de trigo en silos, otras 100.000 en inventario y 100.000 más en tránsito hacia el país. Pero la verdad es que los inventarios están en cero”, dijo.
Cabe destacar que semanas atrás, el ministro de Alimentación Rodolfo Marco Torres, aseguró que el gobierno había importado suficiente trigo como para garantizar el abastecimiento de pan hasta enero, para lo cual había atracado un barco con 50.000 toneladas del grano y otro similar venía en camino.
No obstante, fuentes del sector aseguraron que en el último mes solo había arribado al país un barco con unas 30.000 toneladas de trigo. De hecho, debido a retrasos en el desembarque por no haber sido cancelado el envío, la carga se había contaminado y ameritó ser fumigada, lo que provocó retrasos en la nacionalización de la mercancía.
Las mismas fuentes informaron que de acuerdo con los documentos de aduana en los puertos de embarque habituales, no está previsto el despacho de otros navíos con trigo para los próximos días con destino a Venezuela.
– Preocupación laboral –
Al señalar que de acuerdo con los datos arrojados por los satélites no hay ningún barco con trigo destinado a Venezuela, Juan Crespo, presidente de la Federación de Trabajadores de la Harina (Fetraharina), dijo que la falta de otros insumos alimenticios como harina de maíz o arroz ha hecho que mucha gente encuentre en el pan el sustituto de la arepa, lo que ha elevado el consumo de pan en momentos que los inventarios de trigo están agotados.
Destacó que los 12 molinos que existen en el país están trabajando a menos de la mitad de su capacidad por falta de trigo, lo que podría conllevar al despido de muchos trabajadores. “Solo dos turnos están trabajando, y si se agota el trigo las empresas pueden despedir a los trabajadores amparadas en que no tienen manera de producir”, dijo.
Del mismo modo, afirmó que solo ha llegado algo de trigo panadero pero nada de trigo durum para pasta o soft para galletas, por lo que la producción de estos importantes insumos se verá comprometida en las próximas semanas.
Crespo destacó que en los últimos dos meses 352 trabajadores de panaderías han sido despedidos porque los locales no tienen capacidad para cumplir con los aumentos salariales decretados por el gobierno, número que cree podría elevarse considerablemente en diciembre ante la falta de materia prima.
Sin justificar el bachaqueo, Crespo señaló que se trata de la forma que han encontrado muchas personas, incluso trabajadores del sector, para aumentar sus ingresos. “No compartimos que lo hagan, pero es la forma de redondearse de mucha gente porque el sueldo no les alcanza para cubrir sus necesidades básicas”, dijo.