«Los juegos se celebran en una ciudad, mientras un Mundial se disputa en muchas regiones. Entre otras cosas, un Mundial promueve a las pequeñas y medianas empresas locales», dijo Ívlev durante el acto celebrado en la Universidad Ranepa de Moscú.
Ívlev considera que todo depende del país en cuestión, ya que Grecia desaprovechó las posibilidades que le ofrecieron los Juegos de Atenas 2004, aunque niega que el único legado de un torneo deportivo sea «una larga cuenta de gastos».
«75% de la gente que acudió al Mundial 2006 visitó Alemania por primera vez y la gran mayoría expresó su deseo de volver. En el trimestre siguiente al Mundial el PIB creció 2,4%», apuntó.
En el caso de Rusia, destacó el legado de las infraestructuras, ya que la mayor parte del gasto de los preparativos del Mundial se ha destinado a la construcción de carreteras, aeropuertos y estaciones de tren.
Además, destacó que las nuevas tecnologías de la información que se utilicen en el torneo podrán ser aplicadas a otros ámbitos, además de que, pese a la mala imagen internacional de Rusia, el Mundial mejorará el clima inversor.
«Barcelona es el mejor ejemplo de cómo debe ser utilizado el legado de unos Juegos Olímpicos. Casi 90% de la infraestructura fue aprovechado con posterioridad. Aumentó el costo de la vivienda y del número de turistas», destacó.
El directivo ruso destacó que «aún hoy en día Barcelona capitaliza lo que hizo en 1992″.
El director de la filial de Coca Cola en Rusia, el griego Stefanos Vafidis, aseguró que la multinacional tiene «motivos de sobra» para esperar que el de Rusia sea «uno de los mejores Mundiales de la historia».
Destacó que la multinacional que representa también se propone «promover a Rusia como destino, tanto turístico como de inversiones».
«Rusia es más que Moscú y San Petersburgo. Promoveremos desde el enclave báltico de Kaliningrado a Vladivostok. No sólo se trata de las ciudades sede», señaló.
Recordó que, pese a las críticas, el turismo en Grecia aumentó de los diez millones a los 25 entre 2004 y 2017.
Al respecto, el jefe del comité organizador del Mundial, Alexéi Sorokin, aseguró precisamente que la prioridad de las autoridades rusas es el legado.
«Hemos visto como cambió el clima inversor en los países que organizaron el Mundial, cómo ha cambiado la percepción de esos países. Con nosotros ocurrirá lo mismo. El gran efecto positivo vivido por esos países también lo viviremos nosotros», señaló.
Sorokin destacó que la construcción de los estadios se encuentran en su fase final y que el único problema son las conexiones directas con algunas de las ciudades sede, asunto que el comité está negociando con las compañías aéreas.
Hace unos meses el presidente ruso, Vladímir Putin, urgió a revisar el plan de uso de las infraestructuras deportivas después del Mundial teniendo en cuenta la experiencia de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi.
Algunos estadios, como Yekaterimburgo y Saransk, reducirán su aforo hasta los 30.000 asientos, ya que sus equipos ni siquiera figuran en la máxima categoría del fútbol nacional, mientras ciudades como Sochi ni siquiera tienen tradición futbolística.
Según los expertos, Rusia tiene la lección bien aprendida de lo ocurrido en el Mundial de Brasil, como se demostró en la Copa Confederaciones, donde el único contratiempo fue el estado del césped de San Petersburgo.]]>