En la funeraria La Popular en la avenida Victoria de Caracas, desde hace cinco años no trabajan con sus 15 carrozas fúnebres. Actualmente cuentan con cuatro y, de vez en cuando, con seis. Nelson Planas, coordinador de servicios de esta empresa, acusó la falta de cauchos y el constante robo de baterías la merma de los transportes.
Pero este problema no es el único que aqueja a La Popular. La hiperinflación, que se postró en la economía venezolana desde octubre pasado, está poniendo en entredicho el nombre de esta empresa entre los usuarios que acuden mensualmente para velar a sus allegados.
Por sus altos costos, muchos familiares están prescindiendo los velorios y van directo a los entierros o a las cremaciones, apuntó Planas. Incluso, prefieren utilizar camionetas particulares para trasladar a los difuntos ante la falta de carrozas fúnebres.
Sin embargo, La Popular es es una de las funerarias más baratas del suroeste de Caracas porque ofrecen un servicio que ronda los Bs 190 millones por traslado, preparación del muerto y velatorio, constató El Estímulo en un recorrido por varias empresas del ramo.
Este monto es menor a los 420 millones de bolívares estimados -hasta la semana pasada- por la Asociación de Profesional de la Industria Funeraria (Asoproinfu), para velar y enterrar a una persona en Venezuela. Este gremio agrupa a 372 de las 500 funerarias que existen en el país.
No obstante, los precios en funerarias ubicadas en El Rosal (este caraqueño) rondan entre los 700 y y mil millones de bolívares, según las estimaciones ofrecidas por gerentes de esos negocios. En algunas de las funerarias en Caracas están cobrando los servicios en dólares como manera de atajar a la hiperinflación, se quejaron familiares de difuntos consultados al margen de las ceremonias.
Dijeron que los costos del servicio se pueden disparar por la calidad en las urnas o la extensión del velorio. Otro factor que incide en la ubicación geográfica. «Los municipios fronterizos del país te pueden ofrecer el servicio en 650 millones de bolívares«, agregó Jorge Luis Villalobos, vicepresidente de Asoproinfu.
En la funeraria Vallés, una de las más importantes de Caracas, María Navarro contó que pudo pagar el sepelio de un familiar gracias al apoyo brindado por la empresa donde trabaja. A pesar del costo, que ubicó en Bs 300 millones, Navarro se quejó de la baja calidad del servicio.
«Dan un mal servicio, la urna parece de cartón, está mal acabada y se le ven las grapas. Es denigrante que así despidamos a un ser querido pero es lo que hay», explicó.
-Deterioro, realidad y resignación-
El deterioro ofrecido en algunas empresas fue reconocido por Villalobos en una entrevista con El Estímulo. Sin embargo, dijo que las funerarias luchan por mantener sus operaciones en medio la espiral inflacionaria.
Puso como ejemplo el café dado en los velorios. «Antes dábamos café las 24 horas, pero cómo se hace si el kilo de café está en 25 millones de bolívares. Aunque uno no lo quiera, la calidad decae», expresó.
Villalobos recordó que desde hace dos años la industria está siendo afectada por distintas dificultades, que van desde encontrar químicos para el embalsamado, la inseguridad en las calles hasta la falta de repuestos para mantener operativas a las carrozas. Recordó cómo la crisis cerró a dos funerarias del estado Zulia (suroeste) en los últimos tres años.
Los insumos empleados para embalsamar los cuerpos son importados y, en Venezuela, sus precios varían cada semana. «Incluso, hay escasez de metales que sirven para construir las urnas», agregó.
«Esta industria no se detiene pero hasta los horarios de trabajo han variado por la inseguridad. La mayoría de las empresas trabajaban hasta las diez de la noche, pero ahora cierran los servicios básicos a las siete de la noche», explicó el dirigente gremial.
A este problema, hay que sumarle la crisis eléctrica. Villalobos explicó que algunas cremaciones han debido ser suspendidas ante los constantes apagones. «Esto obligó a preparar los cuerpos, no solo una, sino dos y tres veces», apuntó.
El descalabro eléctrico incrementa considerablemente el servicio, cuyo precio promedio ronda los cien millones de bolívares, según el vicepresidente de Asoproinfu.
Un gerente de una funeraria ubicada en El Rosal aseguró que tanto empresarios como clientes han debido aceptar la realidad del servicio funerario con resignación.
«Los familiares hacen lo posible por darle una despedida digna a sus seres queridos pero muchos no pueden y, cuando eso ocurre, no les queda más que resignarse». comentó.