Energía y Petróleo

¿Qué hacemos con el petróleo?

La desregulación ordenada por Donald Trump de todo el sector energético provocará en el mundo procesos similares. Los Estados Unidos se han incorporado al mercado de exportación de petróleo y ello seguramente impactará los precios a la baja porque los exportadores estadounidenses ya no están sometidos a las restricciones. regulaciones para colocar en otros mercados.

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Pdvsa
Por: Alexander Guerrero @alexguerreroe / Foto: MIGUEL GUTIERREZ / EFE

La abundancia de petróleo en el norte de América va dibujando un mercado competitivo que hará que la convergencia de los precios de diferentes tipos de crudos sea en posiciones de equilibrios a las actuales. Pero probablemente sea más bajo porque las deformaciones en precios generadas por corporaciones fiscales como la OPEP, han visto reducir su fuerza de mercado por el volumen de petróleo incorporado al mercado por los saltos tecnológicos, además de la presencia de más jugadores.

Esto afectará considerablemente el negocio petrolero en Venezuela, que se ha pervertido en los últimos años bajo un “shock de oferta” negativo que ha reducido el nivel de producción, pero sobre todo ha rezagado y desfasado los planes de expansión, desviando la necesaria inversión requerida para sostener y expandir la producción en un mercado -commodities- el cual sabemos los precios tienen ciclos de alzas y bajas.

Todo ese rezago y desfase se ejecutó para satisfacer las ansiedades fiscales del Estado/Gobierno por el flujo de renta petrolera.

El impacto ha sido terrible porque además definieron un cambio geopolítico para llevar el mercado petrolero venezolano desde EEUU  -un mercado transparente y efectivo, y “accountable”- al mercado asiático (China e India) y del Caribe, con Cuba a la cabeza de Petrocaribe, y bajo el mismo patrón a otras agrupaciones como la ALBA.

El petróleo exportado a Petrocaribe, China, Rusia, ha generado un margen de pérdida en términos de costo cercano al 23% en relación al precio del mercado internacional.

Hay que dejar claro que los incentivos de esas perversiones en la economía política del petróleo tienen su origen en los difusos derechos de propiedad que implica un recurso en poder del Estado.

La producción de petróleo entre 2005 y 2016 muestra una caída de un millón de barriles por día, frente a un precio del crudo en promedio cuatro veces mayor que el promedio de los 15 años anteriores (1990-2005).

Reducir la producción de petróleo cuando la señal de precios y el mercado era de invertir rápidamente e incrementar la producción, pone en evidencia la vieja asimetría que se activa con la monopolización de la industria petrolera en 1975.

La caída en una tercera parte de la producción, con alza en costos que duplica su valor promedio de los años anteriores, ha reducido el espacio del petróleo venezolano y disminuido su competitividad al punto de que existe incertidumbre sobre el futuro de la industria petrolera nacional.

La moraleja de este proceso de 20 años es una sola: el modelo basado en la protección del Estado de contratos de extracción y comercialización ha terminado. Queda libre un único escenario: la prueba del ácido, resolver el acertijo de los derechos de propiedad sobre el petróleo mientras sigue siendo un recurso, se trasforma en reserva, y cuando es un commodity, sea crudo o procesado.

La renta del petróleo de la que disfrutaron los políticos durante décadas ha terminado. La industria opera hoy con un flujo de caja negativo y por ello el déficit fiscal ronda un colosal 45% del PIB,

El Estado se llenó de industrias, tierras, empresas generadoras de electricidad, telefónicas, medios de comunicación, bancos y otros y hoy son activos arruinados unos, inservibles otros, descapitalizados todos, imposible de sostenerse por vía fiscal.

El ingreso fiscal petrolero no da ni para impuestos- por vía del gasto público. Inclusive Pdvsa ya nos tiene pagando impuestos a través de la monetización del déficit fiscal y convertirlo en el clásico impuesto inflacionario.

El peso de la deuda no financiera es dos veces mayor a la deuda financiera, lo cual ha colapsado la industria, y la coloca en el dilema de o privatiza o solo producirá energía para consumo nacional.

Ese es el camino para los próximos cinco a ocho años años a juzgar por la correlación entre esas dos variables subyacentes. Este escenario no es malo, solo que el petróleo lo sacaremos con pala y tobos y los refinaremos en un alambique petrolero primitivo.

Del festín petrolero queda el reparto de los activos del Estado. Las empresas públicas estratégicas o no, serán privatizadas bajo el modelo Rusia 1989. Los que tienen los reales de la corrupción y el bacanal petrolero y compran inmuebles, empresas, servicios, medios de comunicación, bancos.

El país caerá en manos de mafias cuyo destino manifiesto es el fascismo. El nazismo permitirá la alianza corporativa del capitalismo mercantilista “crony”, una clase ricos depredando al Estado y una mayoría aplastada en estado de servidumbre.

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