Juan Carlos Rodríguez, ingeniero especialista en electromecánica, dijo que las empresas no solo enfrentan el problema de las interrupciones del servicio eléctrico, sino también la mala calidad de voltaje que deteriora cualquier tipo de aparato. “Esta realidad ha obligado a las empresas a invertir en plantas eléctricas como una forma de minimizar los daños en sus instalaciones o lograr un mínimo de operatividad en sus instalaciones”, indicó.
Rodríguez informó que conforme a sus investigaciones, al menos 60% de las empresas del país usan plantas eléctricas, destacando que prácticamente todos los sectores desde telecomunicaciones, industrias de alimentos y el sector farmacéutico por solo mencionar algunos han tenido que recurrir a las energías de respaldo para seguir operativas en Venezuela. “Un apagón puede generar la pérdida de vacunas que obligatoriamente deben se refrigeradas o de la pudrición de comida en el caso de carnicerías, es decir, estos establecimientos no pueden darse el lujo de dejar que se les dañe su materia prima o productos”.
Rodríguez apuntó que industrias como la del plástico o el vidrio que tienen sistemas de producción continua y ante los problemas de voltaje deben buscar a través de las energías sustitutivas una forma de paliar la crisis eléctrica y poder así seguir trabajando.
“Venezuela tiene una calidad de energía eléctrica muy inestable, a causa de la saturación del servicio y la escasa actualización del sistema. Esto trae como consecuencia caída y subidas de voltaje son la sentencia de muerte de los equipos electrónicos. Por eso en los últimos años vemos tantas neveras y computadoras quemadas, solo mencionando algunos electrodomésticos”, afirmó en nota de prensa.
“Las plantas eléctricas se han convertido en un artículo de primera necesidad a la hora de montar un comercio o industria. Hasta el pequeño y mediano emprendedor ha tenido que recurrir a este salvavidas», dijo.
Detalló que el costo de las plantas eléctricas es bastante alto, desde la más pequeña que puede costar 4.000 dólares o una para un comercio o industria grande puede alcanzar hasta los 100.000 dólares, viéndose esto reflejado en el precio final de los productos que venda o produzca la empresa.
“Sugerimos al gobierno nacional que reconozca que esta es una actividad tecnificada y que la operación y mantenimiento de los sistemas de mantenimiento y distribución deben estar actualizados y ajustados a las nuevas tecnologías”, concluyó.