Energía y Petróleo

Los datos de Opep que ratifican colapso petrolero de Venezuela (y de Pdvsa)

Un informe mundial de la OPEP le pone números a la debacle de la industria petrolera de Venezuela y explica escasez de gasolina pese a los parches en Amuay. Nada de esto se soluciona sin inversiones masivas, y éstas a su vez dependen de que haya elecciones libres.

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Amuay y la debacle del petróleo en Venezuela

Una serie de indicadores fundamentales recopilados por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en su informe estadístico anual confirma que el sistema de mejoramiento de crudos y refino de Petróleos de Venezuela (PDVSA) opera al 20% de su capacidad instalada, la producción del país está muy lejos del millón de barriles por día, y han caído en picada las exportaciones de crudo y productos.

La odiosa comparación con el pasado de Venezuela, y con otros socios de la Opep, como Irán, ilustran el hundimiento de la industria que por más de 100 años fue emblema de la economía venezolana, la que era la cuarta en tamaño de América latina, pero que hoy le disputa a Haití los huesos de la ayuda humanitaria internacional.

La producción de petróleo de Venezuela promedió los 716.000 barriles por día (bpd) en 2022, contra los 2,854 millones de bpd en 2010. Este es uno de los indicadores fundamentales de cómo este motor de la economía está seriamente averiado y sin un sustituto claro.

A junio pasado logró llevar esa producción promedio a 767.000 bpd, de acuerdo a reportes de fuentes secundarias (actores de la industria petrolera internacional), citados en otro reporte de la Opep, el mensual MOR. Esto supone un aumento de unos 51.000 bpd, atribuido por otras fuentes a la producción autorizada de los campos operados por la transaccional estadounidense Chevron.

El propio futuro de la industria sigue seriamente comprometido, a juzgar por indicadores clave como el número de pozos completados, que demuestra la capacidad de la industria para compensar o no la declinación natural de los yacimientos y aumentar o al menos mantener sus niveles de producción.

En 2022 fueron completados solo 23 pozos, contra 710 en el año 2018, otros 639 en el 2019 y 90 pozos en 2021.

En la industria petrolera completar un pozo involucra una serie de pasos, desde la perforación con taladros para llegar al yacimiento de hidrocarburos, pasando por el revestimiento, acondicionamiento, instalación de sistemas de bombeo, -como los balancines y los famosos «árboles» de metal visibles a la distancia-, hasta poner un pozo en plena producción sostenida.

Los países de la OPEP en su conjunto completaron 1.791 nuevos pozos en 2022.

En cuanto al número de taladros de perforación para excavar nuevos pozos en 2022 eran solo siete (7), tres más que en 2021, pero muy lejos de los 151 en marcha en 2018, o de los 149 del año 2019.

A junio pasado eran solo tres taladros operativos, según el MOR.

Estos taladros son plataformas con una torre de perforación, con sala de máquinas y otros equipos necesarios para la perforación de nuevos pozos de petróleo y gas. También sirven para el mantenimiento y apoyo de pozos ya existentes.

En medio de la semi parálisis de la economía venezolana en el contexto mundial de la pandemia de covid 19, el número de taladros activos cayó a 12 en 2020 y nunca se ha recuperado.

El gobierno de Nicolás Maduro quiere hacer creer a todos que el derrumbe de la industria petrolera se debe a las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos contra los principales actores del régimen por sus atentados a la democracia y a los derechos humanos. Esas sanciones eventualmente se extendieron a las compras estadounidenses de crudo y derivados a PDVSA. También alcanzan a la capacidad de la República para acceder a los mercados financieros internacionales.

Pero el régimen había logrado sortear esas limitaciones aumentando sus exportaciones a China e India, no obstante las entregas de hidrocarburos a esos destinos libres de sanciones también cayeron estrepitosamente en los últimos años.

Irán, otro socio de la Opep sobre el que pesan aún más duras sanciones de Estados Unidos desde hace décadas, mantuvo estable su número de taladros activos en 117 durante los cuatro años que van entre 2019 y 2022.

También completó 195 nuevos pozos en 2018 y 105 en cada uno de los últimos tres años.

La producción de Irán creció desde 1,991 millones de bpd en 2020, hasta 2,392 millones de bpd en 2021, para llegar a 2,554 millones de bpd en 2022.

En el primer semestre de este 2023 la nación persa -cuyos dirigentes son estrechos aliados de Maduro- aumentó considerablemente su producción, para llevarla a 2,754 millones de bpd (200.000 bpd más) respecto al cierre de 2022.

Irán es el quinto mayor productor entre los 13 miembros de de la OPEP, mientras Venezuela es el décimo y solo supera a Gabón, Congo y Guinea Ecuatorial dentro del grupo que controla cerca de un tercio de todo el petróleo que consume el planeta.

«Efectivamente, la información acumulada refleja lo que ya todos sabemos: que la industria petrolera venezolana y Pdvsa están en una situación crítica a pesar de que hubo una recuperación desde los mínimos de 2020 hasta hoy», señala respecto a estos datos el economista especializado en petróleo Francisco Monaldi, director del Centro de Energía del Instituto Baker de la Universidad de Rice, EEUU.

Señala que este año se han agregado entre 70 mil y 100 mil barriles diarios por la combinación de la producción de Chevron (en campo Boscán, Zulia) con la de otras áreas. «Pero a pesar de eso ni siquiera hemos llegado a los niveles de 2020», acota en sus comentarios a El Estímulo.

«Lo que hemos hecho es básicamente recuperar producción dentro de la capacidad que ya estaba instalada, pero ya la producción está llegando a su techo y muy difícilmente pueda subir como en el pasado. Si no se hacen nuevas inversiones no va a haber mayor recuperación», agrega Monaldi.

Y esas inversiones -coinciden otras fuentes- a su vez dependen de que se avance en la solución de la larga crisis política en Venezuela, que haya señales firmes de una transición hacia la democracia y de que Estados Unidos vaya levantando gradualmente las sanciones que frena flujos financieros masivos hacia Venezuela y además limitan los mercados naturales de su petróleo.

Pese a encuentros protocolares sin mayores resultados, como el de este lunes en Bruselas, hasta ahora no hay señales claras de acuerdos, o al menos de un diálogo transparente entre el gobierno y la oposición en pos de unas elecciones libres y democráticas, en las que no haya candidatos inhabilitados por decisiones políticas del régimen de Nicolás Maduro.

Y por cierto, las inversiones en la industria petrolera toman un largo tiempo de maduración entre la aprobación de un desembolso en un proyecto y el inicio del bombeo en un pozo, o el procesamiento en una unidad de refino.

«Nos vamos a quedar por debajo de 900 mil barriles este año y el que viene», de producción, advierte Monaldi.

«La única menar de cambiar esto es una inversión muy significativa», recalca al señalar que en realidad hay solo dos taladros operando en Venezuela y tendrían que haber unos 50 taladros operando para que se suba la producción de manera relevante en los próximos cinco años.

Todos esto se refleja en el desteñido perfil de país exportador de petróleo y productos con el que en el pasado era conocido Venezuela.

En 2022 las exportaciones fueron de 614.000 bpd de crudos y productos, contra 1,499 millones de bpd en 2018.

Pero además, como el petróleo venezolano es pesado o extra pesado, ya por eso tiene un menor valor comercial. Si a eso se suma la necesidad de venderlo a grandes descuentos para evadir el efecto de las sanciones en los mercados energéticos mundiales, vemos cómo se abre la brecha entre el crudo Merey marcador de Venezuela y la cesta de los 13 socios de la Opep.

En 2022 el petróleo venezolano se vendió en promedio a $51,45 por barril, más de de 18 dólares por debajo del promedio de la cesta OPEP.

El refino de petróleo en caída libre

Venezuela posee todavía la segunda capacidad instalada nominal de refino entre todos los países de la Opep, con 2,276 millones de bpd, detrás de Arabia Saudita (3,291 millones) y seguida de Irán (2,237 millones de bpd).

Este sistema que incluye el complejo refinador de Amuay Cardón (en su momento el más grande del mundo) es una herencia de los años de la democracia, cuando Pdvsa llegó a ser la tercera o cuarta petrolera más grande del mundo de acuerdo a índices integrados como el de la publicación PIW.

Pero desde hace 24 años, cuando se inició la era del chavismo, nunca más se construyó una refinería y más bien se deterioraron las existentes, mientras que por orden de Hugo Chávez se se vendieron buena parte de las que integraban el sistema de refino de petróleo venezolano en sus mercados finales en Europa y Estados Unidos.

En 2022 la producción de combustibles y derivados del sistema de refino de Pdvsa fue de 266.000 bpd, lo que supone un uso efectivo de la capacidad instalada nominal de casi 20%, considerando la capacidad instalada de las refinerías de crudos convencionales, que suma 1,303 millones de bpd.

Constantes fallas, accidentes, falta de equipos, suministro de crudos y de personal capacitado hacen muy cuesta arriba que estas refinerías vuelvan a operar a plena capacidad.

Producción de derivados del petróleo en Venezuela

(BPD) Barriles por díaAño 20182019202020212022% cambio 21/22
Producción total804.000743.00339.000270.000266.000-1,6%
Gasolina200.000186.00057.00057.00083.00045,6%
Queroseno 26.00023.0007.0009.00015.00063,7%
Destilados122.000115.00041.00048.00035.000-28,3%
Residuales250.000238.000123.00095.000112.00018,6%
Otros207.000182.000109.00061.00021.000-65,7%
Fuente: OPEC Annual Statistical Bulletin 2023

Las constantes filas de vehículos en estaciones de servicio, especialmente fuera de Caracas para repostar gasolina y diésel, los diarios apagones, la escasez crónica de gas natural y gas natural licuado para uso industrial y doméstico son las caras diarias más visibles de una aguda crisis energética de la que Pdvsa es protagonista.

Las propias refinerías y demás instalaciones de Pdvsa, como cualquier casa de vecindario, o pequeña fábrica, sufren por los constantes apagones del sistema eléctrico nacional y por la falta de alternativas de generación confiable de emergencia.

El sancionado Irán, que además ha ayudado a Venezuela a remendar sus herrumbrosas refinerías, produce por día 1,737 millones de bpd en productos del petróleo.

La capacidad de refino dentro de Venezuela incluye 11 instalaciones, cinco de ellas dedicadas a procesar crudo extrapesado de la Faja Petrolífera del Orinoco. Pero esos «mejoradores» no producen derivados sino tan solo un crudo sintético con bajo valor comercial que necesita otro proceso de refino para extraerle productos y derivados. Pero la Opep incluye estas unidades dentro de la capacidad de refinación total del país.

Esas cinco instalaciones suman una capacidad instalada de 972.00 bpd, y también trabajan muy por debajo de ese nivel, pues operaron en un promedio de 29% en 2022, según se deduce de las cifras recopiladas por la Opep.

Venezuela además posee cerca de un millón de bpd en capacidad de refinación dentro de EEUU, a través de Citgo, filial de Pdvsa.

En refinación, aunque ha habido una pequeña recuperación en los dos últimos años, después de que hubo un momento en que mensualmente se llegó a refinar menos de 100 mil bpd, «que estemos refinando poco más de 250.000 bpd cuando teníamos una refinación de más de un millón es realmente impresionante», señala por su parte Monaldi.

Todo eso a pesar de una tremenda reducción en la demanda interna de productos refinados, que llegó a estar por encima de 800.000 bpd y que ha caído en picada en los últimos años en medio del derrumbe de toda la economía.

Pdvsa no puede suplir la demanda a los precios muchísimo más altos que tenemos ahora, «por este colapso de destrucción completa de la capacidad de refinación dentro de Venezuela», señala Monaldi.

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