El fogón creativo

Venezuela: donde el maíz se hizo arepa y la yuca casabe

La arepa y el casabe son tan importantes para los venezolanos que merecen ser estudiados. Por eso. la Fundación Bigott trae dos talleres para abordar este tema de la mano de la antropóloga Ocarina Castillo

Ocarina Castillo |Cortesía
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Desde el 31 de agosto, la plataforma de aprendizaje en línea de Fundación Bigott abrió el registro para dos nuevos talleres, sobre la arepa y el casabe, diseñados por la antropóloga venezolana, Ocarina Castillo

“Hablaremos del maíz y de su presencia en nuestro país. De la arepa como producto del maíz y su importancia para nuestras civilizaciones originarias, para todas esas culturas que hacían vida mucho antes de la llegada de los europeos a esta tierra, y que desde siglos atrás estaban produciendo, moliendo, amasando y asando la masa del maíz en sus famosos aripos o budares”, comenta Ocarina Castillo, individuo de número de la Academia de la Historia de Venezuela y Doctora en Ciencias Políticas.

El temario también abordará lo relacionado a la variedad de la arepa, tipos de maíz, formas de preparación, productos y sabores emblemáticos de la región. Atenderá el protagonismo de la arepa, su personalidad y forma de ser en Venezuela. “Para nosotros la arepa no es solamente un pan, es una comida que nos puede acompañar en el desayuno, en el almuerzo o en la cena. Finalmente nos referimos a la arepa migrante que está recorriendo el mundo en estos tiempos”, dijo.

Hijos del maíz y la yuca

Ocariana explica que los venezolanos “aprendimos muy tempranamente y seguramente en la escuela, cuando estudiamos literatura o cuando leímos por primera vez algunas páginas del Popol Vuh que somos hombres y mujeres de maíz, sin embargo en estos últimos años yo estoy totalmente convencida , en el caso venezolano, que somos hijos del maíz, de la yuca y que esos son dos elementos que conforman nuestra memoria, nuestra idiosincrasia, nuestros imaginarios, nuestra simbología y que están estrechamente relacionadas con nuestro proceso cultural”.

“El maíz se trasladó desde América a España, luego al sur del Europa y de allí poco a poco se fue difundiendo a lo largo de muchos años y de allí pues también terminó emigrando a otros territorios, pero cuando decimos que el maíz es americano, quiere decir, que el país además de ser alimento, no solo es un elemento nutricional sino que el maíz es conformante de nuestra cultura, de nuestro símbolo, de nuestra relaciones es metáfora de nuestra relación con la agricultura, de nuestra relación con la naturaleza”, prosigue.

Para Ocarina el casabe también es muy importante “porque, así como somos hijos el maíz, yo creo que somos hijos de la yuca y eso está claro en todas las cosmogonías indígenas sobre todo de esas comunidades descendientes de etnias de la región amazónica que han vivido en la zona oriental de nuestro país y hacia las costas, es decir, al nororiente, en todas esas mitologías aparece la yuca como el gran origen de nuestros alimentos”.

La investigadora explica que hay toda una cantidad de significados ancestrales de nuestra relación con la yuca. «Ciertamente me gusta siempre insistir y decir que la producción del casabe da cuenta de un avance tecnológico amazónico fundamental esa posibilidad, de convertir la yuca amarga y altamente venenosa en un pan que tenía la virtud de trasladarlo porque no se dañaba, que no requería estar caliente, de sus propiedades organolépticas y su conservación sencilla y que por lo tanto el casabe se convirtió en un excelente pan para las campañas, para la penetración en el territorio”, asegura.

“Me gustaría decir que el proceso de domesticación del maíz es tan interesante, tan rico, y tan sugerente que nosotros los antropólogos cuando nos referimos al maíz hablamos de que el maíz constituye un artefacto cultural; es decir, ese proceso ha sido tan complejo y tan interesante que el maíz de hoy es muy distinto al de sus antecesores y al de los primeros maíces. Además que es un maíz que necesita de la participación humana”.

El taller de la Fundación Bigott estará disponible los 365 días del año, las 24 horas.

“Una de las grandes fortalezas de Fundación Bigott a lo largo de estos cuarenta años ha sido su capacidad de ofrecer a la colectividad y a la comunidad en general, contenidos de excelente calidad, imprescindibles para comprender la cultura venezolana. Al mismo tiempo, hemos hecho el esfuerzo para desarrollar estrategias de comunicación, de enseñanza y aprendizaje que permitan una comunicación además de eficiente, transparente y maravillosa, entendible, dejándole a la gente el gusto de volver a anotarse en otro taller”, subraya Ocarina.

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