En una carta, Salvini dijo al primer ministro, Giuseppe Conte, que podría autorizar a los «supuestos» menores abandonar el barco «Open Arms» a pesar de que tal medida era «opuesta a [sus] opiniones».
No obstante, los 105 adultos y dos niños acompañados restantes deberán permanecer en el buque, pese a que las condiciones a bordo son «insostenibles», según la oenegé española Open Arms.
«Desembarcados los 27 menores no acompañados», tuiteó la organización después de que los guardacostas italianos recogieran a los chicos y los llevaran al puerto de Lampedusa.
«Muchas lágrimas. Dejamos amigos y compañeros de viaje», escribió la oenegé.
Este es el enésimo caso de una embarcación humanitaria a la deriva en el Mediterráneo a la espera de que el gobierno italiano y su ministro del Interior autoricen el desembarco, con la particularidad de que esta vez se ha mezclado con la crisis política que se vive en Italia.
Tras romper la coalición de gobierno la semana pasada, Salvini había presentado una moción de censura para dinamitar el gobierno, pero sus planes de forzar una convocatoria inmediata de elecciones anticipadas se han visto frustrados.
Una alianza imprevista entre el M5E (exsocio de la Liga de Salvini) y el Partido Demócrata (centroizquierda) permitió posponer, sin fecha establecida, la votación de la moción. No obstante, el primer ministro deberá afrontar el 20 de agosto el voto de una moción de confianza en el Senado.
Conte anunció el jueves que Francia, Alemania, Luxemburgo, Portugal, Rumanía y España estaban dispuestos a hacerse cargo de una parte de los migrantes del «Open Arms», pero según Salvini aún no han dado «pasos formales» hacia la acogida.
Salvini ha ganado popularidad en su país gracias a su línea dura contra los migrantes y demandantes de asilo, y se niega a permitir el desembarco del buque, pese a que otros países europeos hayan aceptado acoger a las personas a bordo.
El barco llevaba desde el jueves anclado a pocos centenares de metros de la isla de Lampedusa.
Un fiscal de Sicilia envió el sábado a la policía judicial a la sede de los guardacostas en Roma en el marco de una investigación por secuestro de personas y abuso de poder sobre la decisión de impedir atracar al «Open Arms».
El viernes, la oenegé explicó que tenían amenazas de suicidio a bordo y exigió el desembarco por «urgencia humanitaria».
«Desde hoy no podemos hacernos responsables o garantizar la seguridad de la gente a bordo del Open Arms», señaló en Facebook el fundador de la oenegé.
El capitán del barco, Marc Reig, describió la situación a bordo como «explosiva», insistiendo en que los migrantes estaban «psicológicamente rotos».
Según Salvini, si hace 16 días el barco hubiese ido a España (sede de Open Arms) en vez de a Italia , ya estaría de regreso «en casa». «La batalla de esta oenegé es política y ciertamente no humanitaria», aseguró en Twitter.
En plena crisis institucional, el caso del «Open Arms» se ha convertido en un arma arrojadiza entre los distintos actores de la política italiana.
Los intentos de Salvini por impedir la entrada de los migrantes en puertos italianos con dos decretos consecutivos han sido tumbados primero por la justicia italiana y después por la propia ministra de Defensa, antigua socia y actual adversaria política, que se negó a firmar el segundo de ellos arguyendo razones humanitarias.
Mientras, el barco humanitario Ocean Viking operado por SOS Mediterranée y médicos sin Fronteras (MSF), también sigue buscando un puerto seguro con más de 350 migrantes.