Internacionales

Discurso populista se une ante salida de Morales

Morales y las corrientes populistas de Bolivia y el continente mantendrán su presión para buscar el regreso al poder de esta figura de la izquierda

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Evo Morales. Foto: Aizar Raldes / AFP
Aiza Raldes / AFP

Cuando se pensaba que una “brisa bolivariana” comenzaba a recorrer nuevamente Latinoamérica, y que el “populismo de izquierda” comenzaba a acorralar a los gobiernos demócratas con protestas, inesperadamente se produjeron los acontecimientos en Bolivia que han terminado esta semana con la renuncia y asilo político de Evo Morales; una de las principales figuras de este juego geopolítico que se desarrolla en Latinoamérica.

Esta nueva polarización de dos corrientes: “populismo de izquierda” que se autodefine como “progresista” y la “derecha” que se identifica como “democracia liberal” son hoy los protagonistas de una nueva “guerra fría” en la que los acontecimientos que generan los conflictos, la voluntad popular, la tolerancia, las leyes y las libertades, pueden ser dejados de lado y su desconocimiento aceptado cuando están por encima los principios ideológicos.

En Bolivia hubo un reconocido y demostrado fraude electoral, verificado en el informe preliminar que realizó la Organización de los Estados Americanos (OEA), que generó un rechazo de gran parte de la población, generó las protestas y culminó: primero con la oferta de una nueva elección por parte de Evo Morales, protagonista del fraude; y más tarde en su renuncia, como consecuencia de la presión de las calles y el respaldo a su salida por parte de los mandos militares.

En esta polarización, todos los líderes mundiales, que dirigen regímenes similares del llamado bando “populista de izquierda”, coincidieron en sus apreciaciones sobre lo acontecido. Obviaron el delito de fraude cometido por Morales, y de haberse lanzado a su cuarta elección en contra de la disposición constitucional aprobada en 2006 que permite una sola reelección, e ir en contra de su propio referendo consultivo, que le negó esa posibilidad en 2016.

Los populistas del mundo utilizaron el concepto racista del “líder indígena” atacado por la derecha fascista y la categoría de “golpe de Estado”, a lo sucedido en Bolivia.

Las reacciones populistas

El primero en acusar el golpe de Estado fue Evo Morales, quien refugiado en Cochabamba, montó su propio escenario como víctima, acostado en el suelo, bajo una improvisada carpa de sábanas moradas. Con su smartphone en la mano y vestido con ropa de trabajo, y con los zapatos puestos, aparece impecablemente recostado en el piso, desde donde enviaba un mensaje al pueblo boliviano: “Así fue mi primera noche después de dejar la presidencia forzado por el golpe de Mesa y Camacho con ayuda de la Policía. Así recordé tiempos de dirigente. Muy agradecido con mis hermanos de las federaciones del Trópico de Cochabamba por brindarnos seguridad y cuidado”.

Nicolás Maduro, protagonista también de tres cuestionados procesos electorales, en Venezuela, quien es ahora, el representante del “socialismo del siglo XXI” y una pieza clave en el conflicto geopolítico que enfrentan Rusia y Estados Unidos, de inmediato calificó su salida como un “golpe de Estado” y advirtió: “Les digo a la derecha fascista venezolana: nos conocen, no se equivoquen, no saquen cálculos falsos con nosotros”.

Y exaltó desde su cuenta en Twitter mensajes de las manifestaciones de apoyo a Morales que señalaban: “los indígenas de El Alto marchan y gritan ¡Ahora sí, guerra civil!” y destacando: “Estoy seguro que, más temprano que tarde, volverás hecho millones y con el respaldo de todo el pueblo boliviano que te admira y te ama. ¡Venceremos Hermano!”.

Miguel Díaz-Canel, jefe de Estado de un país en el que no hay elecciones libres ni libertades democráticas, se expresó en defensa de instituciones que en suelo cubano no existen: “Golpe al corazón de la democracia y de los pueblos de Nuestra América en Bolivia. ¿Cómo y quiénes se articularon vs único gobierno boliviano que hizo obra por los humildes? Se quebró la legalidad y se debe velar por la integridad física de Evo, otros líderes y pueblo boliviano”.

Al sur del continente

El ex presidente de Brasil, Lula Da Silva, quien acababa de salir de prisión por acusaciones de corrupción y Dilma Rousseff, su sucesora e importantes aliados del chavismo en Venezuela, señalaron el hecho como un golpe de Estado que obligó a Morales a renunciar y lamentó que en América Latina exista una élite económica que no sabe convivir con la democracia y la inclusión social de los más pobres. Mientras Rousseff señaló que Morales fue destituido por un golpe militar, lo cual es un atentado gravísimo contra la democracia en América Latina.

Desde España no podía faltar la solidaridad del jefe del partido Podemos, Pablo Iglesias, principal beneficiario económico del socialismo del siglo XXI quien también lo calificó como: “Golpe de Estado en Bolivia” y agregó: “Vergonzoso que haya medios que digan que el ejército hace dimitir al presidente. En los últimos 14 años Bolivia ha mejorado todos sus indicadores sociales y económicos. Todo nuestro apoyo al pueblo boliviano y a Evo Morales”.

Desde Argentina, la ex presidente, Cristina Kirchner, denunciaba que: “En Bolivia, manifestaciones violentas, sin ningún tipo de limitación por parte de las fuerzas policiales, incendian viviendas y secuestran personas mientras las Fuerzas Armadas le “sugieren” al presidente indígena y popular Evo Morales que renuncie.

También el presidente electo en Argentina, Alberto Fernández, señaló que “se había consumado un golpe de Estado; producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército. Es un Golpe perpetrado contra el presidente Evo Morales quien había convocado a un nuevo proceso electoral”.

Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay, también condenó el “golpe de Estado”, pero antes había advertido la necesidad de esperar el fallo de la OEA sobre la investigación de los escrutinios electorales en Bolivia, que finalmente mostraron la dimensión del fraude y las irregularidades cometidas por el gobierno y el sector de Evo Morales.

El informe de los observadores de la OEA registró modificaciones directamente en la base de datos donde se anularon actas previamente validadas. Se consiguieron alteraciones en 23% de las actas que se tomaron de muestra. En muchas de esas actas los representantes del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, registraron 100% de votos para su candidato con 100% de participación de electores.

Donald Trump aplaude

Desde la otra acera, el presidente estadounidense, Donald Trump, celebró la renuncia de Morales, tras la presión del pronunciamiento del ejército. En un comunicado, indicó que la salida del poder del mandatario suramericano enviaba un fuerte mensaje “a los regímenes ilegítimos de Venezuela y Nicaragua” de que la democracia siempre prevalece.

Un alto cargo del Departamento de Estado ha rechazado la idea de que lo ocurrido en el país andino constituya un golpe de Estado. “La cúpula militar solo dijo lo obvio”, afirmó, en una conferencia telefónica con periodistas. “Estados Unidos aplaude al pueblo boliviano por exigir libertad y al ejército boliviano por acatar su juramento de proteger no solo a una persona, sino a la Constitución de Bolivia”, sostuvo Trump.

El líder opositor Juan Guaidó acompañó las palabras de Trump señalando “sentir un fresquito de libertad en Venezuela”, tras la renuncia del presidente de Bolivia. «No sé si hay una brisa por Suramérica o un huracán boliviano de democracia, pero yo siento un fresquito de libertad», expresó el jefe del Parlamento venezolano y presidente encargado de Venezuela, reconocido por 56 países, encabezados por Estados Unidos. “Una elección presidencial era la gran exigencia de los bolivianos juntos en la calle (…), exigiendo una transición, que no fuera producto del fraude», expresó el dirigente en un acto político, al referirse a las tres semanas de protestas contra la reelección de Morales que resultaron en su salida del poder.

También en Venezuela

La polarización de estas dos corrientes se reflejará nuevamente en Venezuela este sábado 16 de noviembre, en dos convocatorias: Una realizada por el gobierno de Maduro y su segundo al mando, Diosdado Cabello, en solidaridad con Evo Morales, y la otra convocada por Juan Guaidó, como jornada de protesta, para reactivar las movilizaciones opositoras con el mensaje “La calle no se apagó”, por la crisis que vive el país y la salida de Maduro del poder. Ambas tendencias buscan recibir algo de las “brisas” que ahora se mueven en Latinoamérica en uno y en otro sentido, para que ventilen a un país que sucumbe resignado ante la destrucción y el deterioro institucional que alcanza niveles nunca experimentados en Latinoamérica. Un deterioro que supera la condición ideológica.

Por un lado, la oposición ha sufrido una extraordinaria diáspora de seguidores estimada en 5 millones de personas que refleja entre otras razones: una falta de esperanza en la capacidad de sus líderes y su gente de lograr un cambio en el país. Por el lado oficialista, se trata de buscar la reactivación de una base de seguidores que una vez logró aglutinar Hugo Chávez, basada en las riquezas petroleras; pero que hoy están diezmados y que igualmente, o bien han emigrado, o han abandonado los puestos de trabajo en las empresas estatizadas por los bajos salarios.

Al mismo tiempo, la revolución chavista de Nicolás Maduro dejó de ser una referencia política en el continente y los líderes y jefes de Estado que aún quedan en el poder en el continente evitan tener a Venezuela como referente de lo que aspiran a llevar a sus pueblos. De hecho, la solidaridad de Maduro, y su defensa del régimen de Evo Morales, no fue reflejada ni destacada en la cuenta del mandatario indígena, como lo hizo con otros mandatarios, hasta la fecha.

Las trampas de Evo

El hecho de acudir Evo Morales a una cuarta elección era un punto de confrontación en Bolivia que contradecía lo aprobado en la última Constitución que entró en vigencia en 2009 que sólo le permitía a un presidente acudir a una segunda reelección. Por lo cual al ganar la reelección de 2009, sólo podía gobernar hasta 2014.

De manera que luego de su primer mandato (2006 a 2009) sólo podía intentar una reelección hasta 2014. Sin embargo, una interpretación del Tribunal Constitucional de Bolivia consideró que con la nueva Constitución se había realizado un refundación del Estado y por tanto ese primer período no contaba. Es así que nuevamente fue candidato hasta 2014, las cuales ganó con una abrumadora votación con 63%.

Pero debido a que los conflictos por su reelección continuaron, el gobierno de Morales convocó a un referendo consultivo para preguntarle a la población si estaba o no de acuerdo con que se aprobara una nueva reelección. El NO ganó con 52% frente a 48% por el SÍ.

No conforme con esa derrota, Evo acudió de nuevo al Tribunal Constitucional el cual falló a su favor decidiendo autorizarlo a buscar su reelección sin límites alegando que los “derechos políticos” están por encima de los artículos de la Constitución que limitan la cantidad de veces que una persona puede ser reelecta. En este fallo, además, se declararon “inconstitucionales” a los artículos de la ley electoral boliviana que limitaban la cantidad de períodos continuos que puede tener cualquier autoridad boliviana elegida por voto popular.

Resultados electorales

De manera que esta cuarta elección, en la que los técnicos de la OEA demostraron las irregularidades cometidas por los miembros del organismo electoral y representantes políticos del partido de Morales, que aceleró el conflicto que llevó a la renuncia de Morales arrastra toda esa historia en la que el mandatario indígena utilizó al poder judicial a su favor y desconoció un referendo que se expresó en su contra en 2016.

No se puede desdeñar la estabilidad económica lograda por el gobierno de Evo Morales en el poder desde 2006 en los que Bolivia ha mantenido un crecimiento económico de aproximadamente 3% cada año, que no es posible comparar con la debacle económica de la Venezuela del régimen de Maduro.

En las elecciones de 2005, las primeras que ganó, Morales obtuvo 54%. Logró 64,22% en 2009. Consiguió 63,36% en 2014; en todas estas contiendas duplicaba a la opción opositora. Para estas cuestionadas elecciones sólo logró 46% contra 36% del candidato opositor. Su única derrota había sido el referendo consultivo de 2016. Pero su deterioro en la intención de mantenerse en el poder, lo llevó a esta salida conflictiva que seguramente se profundizará en Bolivia.

En el conflicto boliviano reiteradamente se ha reflejado la influencia venezolana entre los manifestantes con consignas como: “Sigue Venezuela”.

Morales y las corrientes populistas internas de Bolivia y externas del continente mantendrán su presión y acciones para buscar su regreso al poder de esta figura de la izquierda, quien desde su cuenta de Twitter, anunció su regreso en un tiempo indeterminado: “Volveré con más fuerza y energía”.

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