Cultura

Y al final todos queremos que Brad vuelva con la Aniston

¿Por qué nos sentimos tan apegados a este triángulo amoroso? Ya sea en tono de joda o muy en serio, como le sucede a ciertas amigas, tarde o temprano nos vemos reflejados en la relación Brad-Angelina-Jennifer, 

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«Le tienen que oler los pies». Esa era la conclusión a la que llegábamos el grupo de amigos cuando, entre cervezas, buscábamos una explicación para que Brad Pitt dejara a Jennifer Aniston. La famosa Rachel reunía todo lo que un chico de los noventas quería. El resto de mujeres de Friends palidecía cuando su perfecta cabellera entraba en escena. Tal era su dominio de la pantalla que su corte fue bautizado como «The Rachel».  Las mujeres de la Universidad Católica Andrés Bello, donde estudiaba, lo querían. Muchos años después descubrieron por qué resultaba imposible imitarlo. La actriz lo explica: «El corte de cabello The Rachel fue uno de los más difíciles de mantener. El secador de pelo, el cepillo y yo no congeniábamos. Era realmente un peinado. Cuando Chris (McMillan) me arreglaba mi cabello era perfecto, se veía hermoso, pero cuando era solamente yo y mi cepillo no se veía igual. Es divertido y entretenido en cierto sentido y, por supuesto, muy halagador. Pero me da risa cuando escucho a la gente decir que tengo gran cabello porque de pequeña era todo un reto. Creo que fue el corte de cabello más feo que he visto, era todo lo que la gente quería saber. Todo lo que le pedían a Chris que hiciera. A mí me gustaba en el momento, pero comenzó a disgustarme luego de ocho meses, pero simplemente no moría. Nunca ha sido un gran asunto para mí, honestamente. Es un gran asunto debido a Chris McMillan y un corte de cabello y creo que a mucha gente, a muchas chicas, les pareció divertido. ¿The Rachel por el resto de mi vida?… afeiten mi cabeza de una vez».

Había una razón objetiva para que los hombres amáramos a Rachel: era terrestre, como la vecina de al lado. Lo demostraba al enamorarse de un paleontólogo, torpe y tímido, traumado porque su esposa lo abandonó por otra mujer. ¿Quién más podría interesarse en un hombre que tenía un monito de mascota, como Marco? En consecuencia, todos queríamos ser Ross Geller (David Schwimmer). Como suele suceder, la vida fuera de la pantalla nos  golpeó y duro. No tardaríamos en conocer que el verdadero amor de Jennifer era J.D., el último hombre en la vida de Thelma Dickinson (Geena Davis), antes de emprender el camino sin retorno con su amiga Louise Sawyer (Susan Sarandon). Pitt fue escogido solamente por su físico para interpretar el chico de «la parada», en Thelma y Louise. A partir de allí, le llovieron los guiones. Por la misma razón fue escogida Aniston en su debut en el cine, no obstante el resultado fue inverso. Actuó en Leprechaun (El duende maldito), un filme de terror acribillado por la crítica, que se convertiría en un clásico para los amantes del cine B. Nuestra querida rubia llegó a creer que no estaba hecha para la actuación y pensó en en retirarse.

Hermosos y carismáticos, Brad y Jennifer encarnaron a una de las parejas más queridas en el mundo. Comenzaron a salir en 1998 y se casaron en 2000. Ninguna otra tuvo tanta empatía e influencia en sus fans. La que más se acerca es la conformada por la modelo Heidi Klum y el cantante Seal, cuya relación terminó en 2010. Incluso, los mediáticos Tom Cruise y Nicole Kidman resultaban desabridos, sin alma, a su lado. Llegados a este punto, muchos se deben estar preguntando, ¿por qué nos interesa la vida de dos personas tan lejanas? Una aproximación es la de Wark Mckenzie en su famoso libro «Celebrities, Culture and Cyberspace»: “Puede no gustarnos las mismas celebridades, o pueden no gustarnos ninguna, pero sólo la existencia de una población de celebridades, sobre la cual estar en desacuerdo, hace posible que se constituya el sentimiento de pertenencia”.

Ese sentido de pertenencia, claro está, se alimentó del impacto que tuvo en los 90s la serie Friends y en el meteórico ascenso de Pitt. El actor rápidamente pudo demostrar que su talento no estaba solo en su rostro y abdominales. Interviw with The Vampire (1994), Seven (1995) y Twelve Monkeys (1995) eran prueba de ello. Con su melenudo al lado, en 2004, año en el que acabaría la serie de televisión, Aniston demostró que podía llevar a la gran pantalla su talento, algo que al resto de sus compañeros les costó mucho. En Along Came Polly interpretó a Polly Prince, una imprevisible mujer que contrastaba con el cuadrado agente de riesgos, Ruben Feffer (Ben Stiller). De nuevo nos encontrábamos a Rachel, pero en una versión más hippie y al lado de un actor que, como Schwimmer, le imprimía, de rebote, un aire de alcanzable.

Llegaría el fatídico 2005, año en el que Aniston-Pitt anunciarían la separación. Coincidió con el estreno de Sr. y Sra Smith. La pobre cinta dirigida por Doug Liman, sobre un matrimonio de asesinos que enfrenta problemas maritales, es toda una ironía. De hecho, lo único que funciona es la química entre Angelina Jolie y Pitt. Cuando ves en ligueros a la hija del actorazo Jon Voight, resulta comprensible que el catire cayera en las manos de Maléfica. Y es aquí donde se establece la gran diferencia entre Aniston y Jolie. Mientras la primera, a primera vista, inspira simpatía, la segunda maldad. La rubia es la novia que toda madre quiere que tengamos, la segunda es la que nos llevaríamos la primera noche al hotel Aladín, a probar cuanto aparato raro se nos cruce en el camino. A partir de allí nacieron los dos equipos antagónicos: «Team Jolie» y «Team Aniston».

Pero, en una paradoja del destino, Jolie empezó a cambiar su imagen y no solo en la gran pantalla. Representante de la ONU, defensora de los refugiados y de los niños; madre adoptiva de varios, en Chalenging (2007) dejó claro que era capaz de meterse en la piel de papeles más oscuros. Mismo recorrido hacía Pitt. Se puso en manos de directores más intensos, como Alejandro G. Iñarritu (Babel), los hermanos Cohen (Burn After Reading), Tarantino (Inglorius Bastards) o Steve McQueen (12 Years a Slave). Aniston -como si no quisiera alejarse del triángulo- no se quedaba atrás. Tras mostrarnos sus curvas en The Break-up y su enorme talento para el stripper en We’re the Millers, presentó, literalmente, una cara muy diferente en Cake, de la que se quedó esperando una nominación al Oscar al interpretar a una mujer deprimida, adicta a las pastillas por los intensos dolores físicos.

Así chocamos con el 20 de septiembre de 2016, fecha que ha sido bautizadoa por las redes sociales como #JenniferAniston’sDay. Fin de Brangelina y comienzo de la conspiración: ¿Volverán a juntarse Brad y Jenifer?

En You Will Meet a Tall Dark Stranger, de Woody Allen, Roy (Josh Brolin) vive enamorado de la vecina que espía a través de su ventana. Una vez que consigue su objetivo, termina sentado en el otro apartamento, observando a su anterior esposa. Así de caprichoso es el amor. Como sabemos, la realidad siempre supera a la fantasía. O en todo caso, nuestra fantasía de volver a ver a la pareja «perfecta» reunida toma un nuevo aire. Al final, ¿a quién no le gusta un Happy End?

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