Los cumpleaños son una buena ocasión para reflexionar sobre la historia que escribe cada persona. Ricardo Adrianza lo hace esta vez, sabiendo que la vida es un caer y levantarse todos los días, y en que hay que transitarla de la mejor manera posible
Al comenzar a escribir este artículo tenía en mente hablarles de liderazgo, pero me percaté que el día de su publicación coincidiría con el de mi cumpleaños. Me dije ¡qué casualidad! y decidí que sería una buena idea reflexionar sobre mí, al fin y al cabo, es buen momento y siempre lo hago.
Ha pasado un año desde mi último cumpleaños —muy cercano al inicio de las medidas restrictivas en nuestro país — y pareciera que nada ha cambiado, por no decir que estamos peor. Y no solo me refiero a las medidas de confinamiento y las múltiples restricciones que vivimos los ciudadanos del mundo, sino muy especialmente a la forma en que nos comportamos los humanos.
Es particularmente escandaloso leer a diario las voces que destilan odio por las redes sociales, esas que no admiten una mirada diferente y se erigen como dueños de la verdad. Las mismas voces que aún no han entendido que cada uno escribe su propia historia y que la felicidad no la hallamos haciendo lo que otros nos dicen, sí emprendiendo nuestro propio camino.
Foto Adil / Pexels
He escrito la mía —mi historia— de la mejor manera posible, con mis limitaciones y mis errores. Pero he intentado escribirla con todas sus letras, para dejar, en lo posible, un legado de amor y de valores a mis descendientes.
Ese transitar, plagado de circunstancias, ha sido el mejor motor para edificar la mejor versión que puedo ser y que seguiré construyendo con ahínco y humildad en los años que me resten por vivir.
Para nadie es un secreto lo que ha sido la situación venezolana de los últimos años y, en este caso, mi familia no ha sido la excepción y forma parte de la monumental diáspora que se esparce por las capitales del mundo. Sentir en carne propia la agonía de vivir en un país despedazado, nos quita la alegría de despertar acompañado. Pero, aún así, la vida siempre nos da una oportunidad para descubrir nuevas relaciones y situaciones; y ha sido un oportuno espacio para construir mi relación con la soledad. Ese espacio donde comulgan la mente y el alma, y nos ofrece la oportunidad de convertirnos en una mejor versión.
Foto Cottonbro / Pexels
En mi exilio solitario, he entendido el valor sideral que tiene la familia en nuestras vidas. He aprendido a vivir desde adentro y no desde las expectativas. He aprendido a valorar más profundamente cada momento y emoción que se presenta en mi vida de diferentes formas. He aprendido a mirar la existencia con mirada amplia y serena; en definitiva, a vivir más compenetrado con lo que soy y he construido, y que a la postre es el sello por el cual seré recordado.
La vida es un caer y levantarse todos los días, y en eso, compatriotas, todos tenemos un postgrado. Por ello, insisto tanto en vivirla de la mejor manera posible, ya que, en su más infinita esencia, nos exige ser felices.
“Nacimos para ser felices, no para ser perfectos”, nos dijo San Juan Pablo II., lo que nos indica que la existencia no está exenta de errores. Yo comulgo con esta trascendental frase y reitero que, si miramos la vida desde ese ángulo, nos permitimos ser más humanos. ¡Cuánto lo necesitamos!
Es indudable que la felicidad tiene diferentes formas y el camino de la vida te las va pintando. Sin embargo, deseo, humildemente, regalarles en este artículo de cumpleaños —como siempre— mi consejo, en este caso, la forma como intento afrontar la existencia:
1. La manera en que decidas enfrentar la vida depende absolutamente de ti. En otras palabras, el valor incuestionable de la actitud.
2. Ante los avatares que se te presenten en la vida, ponerse triste es una opción válida. Lo que no es válido es estar triste siempre.
3. La vida es maravillosa y en su más pura esencia nos invita a ser felices. Para ser feliz, simplemente hay que Ser, haciendo el bien y pensando bien.
4. La felicidad se construye desde adentro, lo que significa disfrutar plenamente lo que has conseguido y recordar que los mejores momentos de la vida son inmateriales.
5. El amor es la fuerza más poderosa. Vivir en amor es vivir en positivo y te acerca a Dios.
En su cumpleaños, Ricardo Adrianza reflexiona sobre el valor de vivir amando. Foto Sơn Bờm / Pexels
Después de este año de imponderables y desde la sensibilidad que me produce la muerte y convalecencia de tanta gente, estar vivo y poder disfrutar de mi esposa, hijas y nietos, es una bendición que me arropa de manera muy especial.
Todos estamos a la misma distancia de la muerte; por lo tanto, agradecer cada día lo que tenemos y lo que nos pasa —aún en las dificultades— es una obligación. Ese, mi mejor regalo de cumpleaños, junto con el compromiso de empatizar con el dolor y la necesidad del otro. Solo así podemos mirar con orgullo el camino construido y estar preparados para irnos con el deber cumplido.
Así como existen evidencias de que los líderes más influyentes no necesariamente fueron académicamente destacados, también pasa con frecuencia que excelsos trabajadores, técnicamente preparados y eficientes, al ser promovidos sufren y muchos deciden renunciar. El coach da claves para que su potencialidad se adapte a las nuevas exigencias
Las empresas que fomentan la confianza con y para los empleados aumentan sus niveles de productividad y reducen la rotación de personal. El coach Ricardo Adrianza comenta 8 acciones para lograrlo