Venezuela

Para que después no lloren

La abstención nunca ha ganado elecciones, pero sí ha ayudado a ganarlas a otros.

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Foto: AP

Ya el gobierno tiene rato “trabajando” en fomentar la abstención de la oposición. Ya saben que les da resultado ganar no por número de votos, sino porque la mayoría se abstiene, como en las elecciones parlamentarias de 2005. En aquel momento, hasta políticos avezados supeditaron su experiencia al clamor popular del llamado a la abstención y ocurrió la torta de las tortas, el terminar de entregarle las instituciones a Chávez en bandeja de plata.

La abstención nunca ha ganado elecciones, pero sí ha ayudado a ganarlas a otros. Si fuera así de fácil sería el instrumento de las minorías en el mundo… y no lo es. Y nuestros gobernantes son tan malos en su desempeño como buenos en montar teatros.

Lo del decreto ejecutivo de Obama les vino como anillo al dedo para decir que tienen más de diez millones de adeptos. Nadie habla de los empleados públicos ni de los menores de edad en los liceos que firmaron obligados, ni de los que firmaron varias veces. Encima, la velocísima autenticación de Tibisay Lucena –que se toma un día entero en dar resultados de elecciones automatizadas, pero que analiza más de diez millones de firmas manuales en menos de ese tiempo- fomentan la matriz del fraude entre los opositores. ¿Nunca han sospechado que al gobierno le conviene eso?

Por otra parte está la supuesta reducción del número de diputados en los circuitos donde tradicionalmente ha ganado la oposición, pues ya dijeron que las circunscripciones quedan iguales.

Para mí, todas estas son señales de que el gobierno está asustado, no que está fuerte. Son bravuconerías como las de los matones de los barrios, que son muy gallos cuando están armados.

Las cadenas en las redes sociales corren y corren, como si la experiencia abstencionista no hubiera sido lo suficientemente dolorosa y dura: “¿y con ese CNE van a ir a votar?”. Sí, con ese CNE, con otro CNE o con cualquier CNE tenemos que ir a votar. No existe otra alternativa. Todavía estoy esperando que los abstencionistas me digan cuál es el otro camino. También que quienes optan por la opción de declararse “en desobediencia civil” me expliquen cómo se lleva eso a la práctica. “Aquí lo que hay es que aplicar el 350”. A ver, los reto… ¿cómo aplican el 350?…

Por desgracia los errores se pagan y todavía no sabemos lo mucho más que puede costarnos la abstención. Lo peor es que dentro de la misma oposición hay factores que con su actitud también la fomentan. Hay quienes uno termina dudando si no le están haciendo el juego –o mejor dicho, vendiéndole el juego- al gobierno.

En fin, para que después no lloren, no hagan una cosa en vez de la otra: ¡hagan las dos cosas!Declárense en desobediencia civil como mejor les parezca, pero vayan a votar. Llueve, truene o relampaguee. Si los chilenos se hubieran abstenido, lo más seguro es que Pinochet se hubiera muerto mandando. La Asamblea Nacional es clave y el gobierno lo sabe. De manera que no se crean todos los cuentos ni pasen las cadenas que les llegan por ahí. Piensen que detrás de la mayoría están los laboratorios de rumores del chavismo.

Si todavía tienen dudas de qué va a pasar si el chavismo gana la Asamblea Nacional, los invito a leerse el Plan de la Patria. Les aseguro que saldrán a votar y llevarán a toda su familia y amigos. Es así de grave. Por fortuna, la solución puede ser tan simple como votar masivamente.

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