Sus registros iniciales no son de aquellos míticos elencos cariocas, paulistas, mineiros o gauchos nacidos a comienzo del siglo pasado y que arrastran una legión millonaria de seguidores. Su fundación fue el 10 de mayo de 1973 y aglutinó a los futbolistas de dos equipos como Independiente y Atlético de la pequeña ciudad de Chapecó, nombre cuyo significado en la lengua indígena guaraní se traduce en “donde se ve el camino de la plantación”, y que vive del agro y la industria.
Chapecoense es el orgullo de la ciudad. No hay lugar donde no se dejen ver banderitas y calcomanías verdes y blancas, distintivas del club. Su modesto nacimiento lo llevó a jugar en campeonatos estaduales de Santa Catarina y rápidamente se hizo con su primer campeonato local en 1977. Luego, tuvo que esperar hasta 1996 para repetir dicha alegría, alcanzando su último título regional en este 2016, de los cinco en total que tiene en su historial.
La salvación económica
El club estuvo a punto de desaparecer a mediados de la década del 2000 por problemas económicos. El equipo llegó a descender de categoría en el campeonato catarinense. Solo la inversión de empresas locales de tecnología y veterinaria y un cambio de personalidad jurídica rescataron financieramente al club que conservaba su nombre pero poseía otra figura administrativa, momento a partir del cual inició su despegue. En 2009, el club comenzó su andar en el ámbito nacional. La Serie D (Cuarta División del fútbol brasileño) lo acogió en el grupo A9, junto con modestísimos equipos como Londrina, Ypiranga y Naviraiense, rivales históricos de la región y logró el ascenso de categoría en 2012.
En adelante, comenzó la gesta del equipo que hace vida en el estadio Arena Condá, escenario que no fue apto para los partidos decisivos de la Copa Sudamericana por su pequeño aforo. Subió de la Serie D a la A, máxima categoría, en apenas tres años y en 2014 hizo su estreno en el durísimo campeonato nacional brasileño, el Brasileirao. Una hazaña que se amplió cuando obtuvo un cupo a la Copa Sudamericana 2015 por su colocación en la tabla general, muy generosa para Brasil, que puede calificar a hasta ocho de sus clubes a la segunda competición en importancia del continente. En muy poco tiempo subió tres categorías, siendo ese año el equipo más modesto de los veinte que integraban la Primera División: su nómina costaba 5 millones de reales, en tanto que Flamengo exhibía un plantel de 546 millones. Una diferencia descomunal.
Sus logros continentales
Su estreno en el escenario internacional lo llevó a superar a su paisano Ponte Preta y al Libertad paraguayo, para luego caer en Cuartos de Final ante el gigante argentino River Plate, en una eliminatoria vibrante en la que un solo gol los dejó fuera, pero tendría su revancha en 2016, el año de la gloria en Copa Sudamericana, hasta donde accedió a la final con un muy modesto plantel, en el que sobresalía apenas un internacional como Cléber Santana, el máximo ídolo, el atacante Bruno Rangel y su DT, el conocido ex jugador de Gremio, Caio Júnior.
El éxito no es casual: el equipo se ha manejado administrativamente con la premisa de gastar solo lo que ingresa, siendo el equipo que menor deuda tiene en 2015 según un estudio elaborado por el Banco Itaú de Brasil y además cuenta con analistas de desempeño de jugadores, a partir del cual realizan los fichajes.
Hoy, el mundo se enluta por el fútbol, por el final trágico de un grupo lleno de vida que no tenía nada que perder y sí mucho que ganar en esta gran final de Sudamericana.
