Venezuela

La coctelera levanta muertos | Gente del oficio

La coctelera de playa Zaragoza, isla de Margarita, le agrega a la sazón de sus preparaciones algo más que salsas y limón. En sus más de 20 años de cargar la bandeja con vasitos repletos de mariscos, Marbelis Rodríguez –de 54 años– recita a todo gañote rimas sobre los poderes afrodisíacos de sus platos.

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Fotos y video: Andrea Hernández

Rodríguez cuenta que desde hace un tiempo meditaba sobre nuevas formas de atraer clientes. Una noche, sola en su casa, entendió que el sabor de sus cocteles no era suficiente para deshacerse de toda su mercancía. Se le ocurrió que podía declamar versos sobre las propiedades de su producto mientras caminaba por la playa. Estas rimas las llama “dietas”.

Entre promesas de levantar el «pajarito» de los hombres y de abrir las piernas de las mujeres, comenzó a vender más que nunca. Billetes intercambiados por risas y cocteles dejaron su bandeja vacía. Ahora se tiene que apoyar en su hijo Jesús para darse abasto. Solo él conoce el secreto de su sazón.

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“La señora Isadora de Pampatar me enseñó cómo hacer con las aguas donde meto los mariscos para que me quedaran sabrosos y los vendiera rapidito”, confesó. Sin embargo se negó a dar la lista de todos los ingredientes que comprenden su receta y el apellido de la mujer.

Marbelis y Jesús son los únicos que venden cocteles de mariscos en la playa Zaragoza. Los otros que han intentado hacerle competencia han desaparecido sin dejar rastro. Ella revela que los ha mandado a correr con la Guardia Nacional Bolivariana. “Es que no cargan sus papeles completos. Yo en cambio, tengo los míos en regla”, señala sin pestañear.

Pero no todo en el trabajo de la coctelera es risas semidesdentadas. “Ahora trabajamos con las uñas”, comenta. No consigue toda la mercancía que necesita y recuerda que hasta hace poco vendía su preparación “con todos los hierros”: vieira, guacuco, vaquita, mejillón y camarón. Ahora le gana menos de la mitad aunque que cobra 400 bolívares por el vasito.

Hace 20 años, las ganancias eran mucho mayores aunque sus cocteles no eran tan buenos como lo son ahora que llevan su sazón. Comenta que el papá de Jesús fue quien la inició en el negocio y quien le enseñó a prepararlos. Marbelis se quedó en la venta de cocteles, pero dejó al marido. “Lo que no sirve se bota”, sentenció.

A pesar de que la coctelera levanta muertos suena como una mujer práctica, cuando habla sobre su trabajo, insiste en su relación con los clientes y no en el lucro. La parte sentimental de su oficio absorbe casi toda la conversación. “Lo que más me gusta es hacer a la gente reír. Cómo se goza, cómo se carcajea uno”, dice.

Al caminar por la playa, los vacacionistas la detienen para comprarle y preguntarle sobre un video que lleva tiempo rodando por la red social Facebook que la hizo famosa. Y si le piden que recite sus “dietas” ella las canta sin pena y sin escrúpulos. Lo hace porque quiere arrancar risas, pero a veces cobra un coctel de más por la gracia.

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