Venezuela

El calor, los zancudos y sin internet: Na’ guará, otra vez sin luz

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El primer día que se fue la luz en la madrugada, desperté de repente al sentirme asfixiada. El calor era insoportable y, gracias al racionamiento eléctrico, el ventilador dejaba de ser una opción.

En Barquisimeto han trancado calles, quemado caucho y caceroleado por los constantes apagones, muchas veces sin estar incluidos en el horario del racionamiento eléctrico. Este solo es el cuento de una guara.

El primer día que se fue la luz en la madrugada, desperté de repente al sentirme asfixiada. El calor era insoportable y, gracias al racionamiento eléctrico, el ventilador dejaba de ser una opción. Abrí la ventana desesperada y traté de refrescarme, pero el aire de esa noche -como casi todas en Barquisimeto- era caliente y húmedo. Nada que hacer.

Volví a la cama, cerré los ojos y traté de ignorar a los zancudos que me picaban los pies, las piernas y los brazos. Fue una de las peores noches y la primera de muchas otras que vendrían incluidas en el paquete del plan de ahorro de energía eléctrica que propuso el gobierno. Fueron cuatro horas infernales y al día siguiente la cosa empeoró.

La luz se iba de 4 am a 8 am ese martes. Mi mamá ya había desconectado la nevera, el ventilador, el televisor y la computadora, para prevenir que se quemaran al apagarse o encenderse repentinamente (ya se nos dañó un ventilador). Pero la luz no se fue de acuerdo al horario de cortes programados, así que después del mediodía pensamos que Corpoelec se había apiadado de nosotros y decidió premiarnos por la mala noche que pasamos.

Confiada, mi mamá prendió la lavadora para aprovechar de lavar la ropa que se había acumulado durante los días del racionamiento, luego decidió bañar al perro. Pero Totti -el puddle- se quedó a medio enjabonar cuando se apagó la bomba de agua y la lavadora interrumpió el ciclo cinco veces por los cinco apagones (uno tras otro) que se dieron. Minutos más tarde cortaron la luz por cuatro horas que no estaban anunciadas para ese día.

El internet, los megas, la arrechera

Cada vez que se va la luz comienza el calvario con el internet. El módem se descontrola y al llegar nuevamente el servicio eléctrico, el aparato queda encendido pero sin funcionar. No queda otra que activar el plan de megas en el teléfono para enviar el whatsapp que quedó pendiente, un correo, o revisar Facebook y Twitter para tratar de distraerme en medio del apagón.

En menos de una semana consumí los megas del teléfono y el módem seguía sin funcionar. Lo prendía, lo apagaba, lo volvía a prender, nada. Ni pierdo el tiempo llamando a CANTV porque me mandarán a prender la computadora y hacer un montón de pruebas y mijooo, na guará, ¿cómo? si estamos en Venezuela y no tengo planta eléctrica.

El caos en la calle

En el centro de Barquisimeto tampoco se puede confiar en los horarios de cortes. A veces se va la luz y a veces no. Es imposible estar preparado. Las tiendas de la avenida 20, que no tienen plantas, optaron por mantener la santamaría baja hasta la mitad y dejar entrar a un solo cliente por turno al establecimiento.

En la avenida Florencio Jiménez, la Lara, El Ujano, Las Trinitarias, Santa Rosa, El Cercado y el sector de Bobare se han registrado quemas de caucho, cacerolazos y trancas en protesta por los constantes e irregulares apagones.

Desde los ascensores que se quedan en el medio de un piso en los edificios situados detrás de mi casa, ayer se volvieron a escuchar los gritos, el llanto, insultos al gobierno y ollas que resuenan desde las ventanas. “Ellos habían dicho que no se iría la luz después de las 8:00 de la noche, pero aquí no se respetan los horarios, es más, no deberíamos estar pasando por este racionamiento, ¿por qué no se tomaron previsiones?”, me comentaba una vecina. Le dije que mejor aprovechaba y enviaba esta nota por correo, rápido, antes de que me vuelva a quedar sin internet…

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