El diálogo fracasó porque las proposiciones a concertar daban lugar un “sí, sí…no, no”, y si no se trabaja en el futuro con condiciones claras se terminará jugando al pi pi pirulero (infantilismo, poco claro urbi et orbe). Como se sabe, es tema vasto, el Papa parece pecar de una desenfadada y premeditada mundanidad que muchos ven como contraria a la supuesta trascendencia de sus funciones de embajador del reino de los cielos en la tierra. En todo caso le quita seriedad, para los creyentes solemnidad sacra, a sus delicadas terrenales funciones políticas, tan abundosamente practicadas por él.
El Papa, que mucho debe saber sobre lo que se digna a hablar, tiene noticias de que se está tratando de promover algún remake del primer capítulo fallido del diálogo nacional y “cree” que son los expresidentes intermediarios los que andan en ese trajín. Sería mejor que supiese con quien se las está viendo en tema tan delicado, al menos para los nativos de esta tierra agraciada, que confiesa amar mucho; confesión, de paso, que hace suponer que habrá algunas que ama menos lo cual no cumple con el debido ecumenismo de sus funciones, amar a (todos) los prójimos como a sí mismo.
Por lo demás, el diálogo fallido no lo fue por la ambigüedad, sí y no, con que se tomaban las propuestas sino por el desconocimiento del gobierno de lo acordado, al menos eso lo dice el cardenalísimo Parolín, secretario de Estado del Vaticano, en una ya famosa carta. Que la oposición venezolana está dividida, se infiere que sobre el diálogo, cosa que le parece curiosa, es afirmación temeraria porque sé que es tema poco debatido a fondo en la MUD pero donde sólo parece haber más que división divergencias naturales y ajustables.
Por último, concluir que la cosa está difícil y en un estadio muy aéreo pero algo parece moverse no es mucho decir, sí sí y no no, para tan esperada e influyente palabra. Solo queda rescatar de la muy improvisada respuesta que la Iglesia sigue dispuesta, si la cosa se enseria, a participar en la muy crítica situación venezolana.
Henrique Capriles es hombre religioso, ha dado muchas enfáticas demostraciones. Y con respecto a la posibilidad de intentar un nuevo diálogo ha cuestionado a los intermediarios, en especial a Zapatero, pero ha mantenido su aceptación de la participación vaticana y hasta le ha pedido recientemente al Sumo Pontífice un “poquito” más de atención al asunto venezolano, que es grave. Pero acaba de ser categórico diciendo que no es verdad la división de la oposición (¡es mentira!), todos quieren dialogar pero no al estilo Zapatero. Y de paso le informa que ha habido un reciente golpe de Estado institucional y unas decenas de muertos por combatirlos. Se diría que es buena respuesta.
En cuanto a Zapatero y su combo, donde hasta se ha coleado Samper que ahora se pretende intermediario, cuando su participación en el triste intento fue, ya no es, el de Presidente de Unasur, promotor de la conversa, en cuanto a los mediadores digo, han adquirido plenamente un status de fantasmas que nadie sabe dónde están, qué hacen, es más, si tienen alguna tarea que ejercer y a cuenta de qué. Si es condición indispensable que las dos partes los acepten y a decir de Capriles, y Freddy Guevara por ejemplo, no los quieren ver ni en pintura. Pero insisten, aunque no se asoman, en vacuas declaraciones y gestiones en la oscuridad.
En cuanto a Francisco digamos que fue un round infeliz, con jet lag. Y que puede haber mejores, al fin y al cabo ahí siguen los requerimientos de Parolín por no hablar de la aguerrida e inédita capacidad de lucha mostrada por nuestros sacerdotes, tanta que una inmensa marcha de ciudadanos fue a saludarlos la semana pasada en su sede de Montalbán. Con razón.