Venezuela

Los venezolanos quieren que Maduro se vaya, pero no desean una intervención militar

El presidente de Venezuela Nicolás Maduro, quien ha dirigido su país a una de las peores crisis económicas del mundo, será juramentado para un nuevo periodo presidencial de seis años el próximo 10 de enero.

Publicidad
Foto: Archivo

Será una juramentación solitaria. Aproximadamente 40 países –entre los que están Estados Unidos, Brasil, Colombia y la Unión Europea- rechazan reconocer a Maduro como el presidente legítimo del país porque consideran que su reelección el 20 de mayo de 2018 fue amañada e irregular.
Si no fue así ¿Como se explica que un líder con 21% de aprobación logró 68% del voto?
Venezuela es un país productor de petróleo, que antes fue una de las naciones más prósperas de América Latina, y que hoy enfrenta la escasez de comida y medicinas –una de las más severas que se puede recordar en el continente- desde 2014. Miles de personas abandonan el país a diario huyendo las condiciones calamitosas que enfrentan.
La mayoría de los venezolanos señalan al sucesor elegido a dedo por Hugo Chávez como el responsable del sufrimiento de los ciudadanos. Pero hacer responsable a Maduro ha probado ser una tarea muy compleja.

Buscando un cambio democrático

Hay tres formas de que los ciudadanos puede democráticamente solicitar un cambio de estos líderes: votarlo fuera de la presidencia, protestar por un cambio de curso o renunciar, o hacer demandas para un diálogo cara a cara.
Los venezolanos han intentado los tres.
Las últimas elecciones “libres” en Venezuela fueron en diciembre de 2015. Los partidos de oposición ganaron la legislatura venezolana de forma avasallante, y aseguró una súper mayoría que dio una fuerza sin precedente para los opositores a Maduro.
El Partido Socialista Unido de Venezuela respondió despojando progresivamente los poderes a la legislatura y asegurando que los socialistas no pierdan otra elección.
Primero, el Consejo Nacional Electoral, dirigido por el gobierno canceló un intento de revocatorio en 2016. Luego en julio de 2017, el PSUV llama a voto inconstitucional para un Legislativo alterno. Posteriormente en el mismo año, los oficiales del partido cometen abiertamente fraude en las elecciones regionales.
Cuando Maduro se lanzó a la relección en 2018, los oficiales del PSUV descalificaron a líderes políticos de la oposición y los partidos de participar y obligaron a votar siete meses antes de lo previsto, impidiendo que pudieran si quiera organizarse.
Muchos venezolanos lucharon por la democracia.
 Desde abril a Julio de 2017, cientos de miles de manifestantes tomaron las calles de todo el país, para protestar, en la mayoría de los casos, de forma pacífica. Los manifestantes en Caracas que intentaron acercarse al palacio presidencial o a ministros del gobierno eran recibidos por policías y soldados con equipos antimotines y utilizaban gases lacrimógenos, cañones de agua y a menudo munición real.
Por lo menos 125 personas fueron asesinadas en las protestas. Otros 4.000 resultaron heridos y 5.000 fueron arrestados, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Además de cientos que fueron torturados.
A pesar de estos, la oposición venezolana también intentaron hablar con el gobierno de Nicolás Maduro.
Pero los diálogos en 2014, 2016 y 2018 –incluyendo la mediación del Vaticano- alcanzaron poco.
Se puede argumentar, que estas conversaciones debilitaron el movimiento de protestas de calle pues dieron la apariencia de hacer concesiones al gobierno.

La opción militar

Tras las elecciones democráticas, las protestas y los diálogos fallidos para resolver la crisis políticas de Venezuela, algunos líderes internacionales proponen medidas más drásticas para buscar el cambio político.
En agosto de 2017, poco después que Estados Unidos impuso sanciones económicas a Maduro, el presidente Donald Trump dijo que Estados Unidos no descarta la opción militar en Venezuela.
“Venezuela no está muy lejos y las personas están sufriendo, muriendo”, dijo el estadounidense. “Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar de ser necesario”.
Según reportes incluso miembros del gobierno de Trump se encontraron con oficiales militares venezolanos para tramar un golpe de Estado antes de que decidieran descartar el apoyo a tal plan.
Los gobiernos latinoamericanos rechazaron la “opción militar” de Trump.
Pero algunos líderes en el exilio apoyaron la idea.
“La intervención militar por una coalición de fuerzas regionales es tal vez la única forma de acabar con esta hambruna hecha por el hombre que amenaza a millones de vidas” escribió el exministro y profesor de Harvard, Ricardo Hausmann, en una columna en Project Syndicate en enero de 2018.
Hausmann señaló que en 1989 en la invasión de Estados Unidos a Panamá y la Segunda Guerra Mundial como precedentes positivos de intervenciones extranjeras que terminaron con regímenes tiránicos.
El exalcalde de Caracas Antonio Ledezma ha utilizado un tono eufemístico para justificar la remoción de Maduro del poder, y acuñó la frase que sería “una intervención humanitaria”.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, comparó la crisis al genocididio de Ruanda de la década de 1990 y sugirió que la intervención militar puede justificarse bajo la ley internacional, que incluye la responsabilidad de proteger.
Para las personas que apoyan la opción militar de Trump, los venezolanos recibirían con beneplácito la operación pues pondría fin a su sufrimiento.
Según Diego Arria, exdiplomático y embajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas, la intervención en Venezuela sería extremadamente popular.
¿Apoyarían los venezolanos una intervención militar extranjera?
Mi investigación sugiere otra cosa.
Todas las encuestas creíbles plantean que la mayoría de los venezolanos quieren desesperadamente a Maduro fuera del poder. Pero eso no quiere decir que necesariamente estén abiertos a medidas desesperadas.
En noviembre de 2018 trabajé con Datanálisis, una de las encuestadoras más respetadas de Venezuela, en ellas se trataron algunas preguntas sobre una potencial negociación y la intervención militar en el país.
Cuando se le consultó a los ciudadanos que preferían si apoyar una intervención militar y extranjera para sacar del poder al Presidente Maduro solo 35% dijo que Sí, un monto menor respecto a los que abogan por la intervención. Mientras que más de la mitad, 54% específicamente, la rechazaron.
Los venezolanos también son escépticos de nuevos diálogos con Maduro.
Sólo 37% estarían de acuerdo con un nuevo diálogo entre gobierno y la oposición. 40% es indiferente a nuevas conversaciones o no sabían que responder ante tal pregunta.
¿Entonces que quieren los venezolanos?
Dado al pobre desempeño e intentos de encuentro del gobierno con la ciudadanía y la representación, las dudas son entendibles.
Sin embargo, hay interés en sostener negociaciones si se alcanzan resultados positivos.
Cuando a los encuestados se les consultó sobre la posibilidad de una salida negociada del presidente Maduro del poder, 63% dijo que lo apoyaría. Eso hace que las negociaciones sean la opción más popular para restaurar la democracia en Venezuela, según estos datos.
Estos resultados deberían incrementar los esfuerzos actuales de la Unión Europea y el grupo de Boston –una coalición de políticos venezolanos y estadounidenses- para restaurar los contactos de figuras de alto nivel entre los gobiernos, líderes de oposición y oficiales extranjeros.
La diplomacia puede ser lenta y frustrante. Pero una salida negociada tendría el apoyo de quienes más importan: Los venezolanos que deben sobrevivir al régimen de Maduro.

Este texto de David Smilde de la Universidad de Tulane fue publicado en el portal The Conversation y reproducido por la AP]]>

Publicidad
Publicidad