La pasada semana el gobierno de Maduro comenzó una fuerte campaña en medios y redes sociales dando a entender que ya se habría producido un acuerdo electoral en las negociaciones en Barbados. Maduro expresaba en “Con diálogo y paz todo es posible”; “Podemos llegar a un acuerdo de convivencia democrática” o “Yo insisto en el diálogo; uno, dos, o tres veces, hasta que se den resultados para la paz del país”.
El fin de semana se promovieron hashtag como #VenezuelaDefiendeLaPaz, #ElDiálogoAvanza #DiplomaciaDePaz y otros vinculados a un presunto acuerdo en marcha. Pero al mismo tiempo se profundizó la campaña de las llamadas “cuentas guerrilla” del oficialismo con fake news en redes sociales alimentando la división opositora, la supuesta compra de políticos y de influyencenttes, y ataques al presidente encargado Juan Guaidó y su entorno.
La dos cabezas públicas de la campaña han sido Nicolás Maduro asegurando que iríamos a un inminente acuerdo y en la otra cara de la campaña estaría Diosdado Cabello con el fin de generar incertidumbre y desesperanza, señalando que “aquí no habrá elecciones presidenciales”, precisando que lo único que se va a producir son elecciones parlamentarias previstas para el año 2020, “en cualquier fecha”.
Desde el entorno de altos personajes del gobierno madurista filtraron la información a ciertos articulistas de la idea de que el Gobierno ya tenía listo un acuerdo para ir a elecciones generales (parlamentarias y presidenciales) y para ello ya se estaba acumulando una fuerte cantidad de recursos financieros para un “pote electoral” con el fin de arreciar esa campaña y manejarse en varios escenarios preparados en el supuesto acuerdo.
Con esa campaña el oficialismo partiría adelante manejando algunos escenarios. Uno de ellos es profundizar la incertidumbre y desesperanza en el electorado opositor que se alimenta con los mensajes de Cabello y la fuerte represión contra opositores que no cesa a pesar del Informe Bachelet.
Esto tendría un fin que es dividir a la oposición alineada con Guaidó, creando y sosteniendo diversos factores y corrientes opositoras, campañas sucias y compra de figuras, tal como lo han hecho en el pasado. El argumento es que con esa estrategia la estimación es que el chavismo podría llegar a conquistar al menos 50% del electorado y legitimarse internacionalmente como un movimiento demócrata. Un factor fundamental para ese escenario es que las elecciones, al decidirse, fuesen lo antes posible de manera de reducir las posibilidades de que la oposición reaccione, se prepare con tiempo, establezcan acuerdos y se logre desarticular todo el esquema electoral creado durante el chavismo.
La razón de haber llegado a ese supuesto acuerdo, según la información filtrada, es la inviabilidad de seguir con Maduro y ofrecerle una salida “táctica” del poder con garantías para él y su entorno íntimo. Supuestamente, no estaba decidido aún si Maduro seguiría en la Presidencia o si se establecería un gobierno de transición hasta el proceso electoral. Sin embargo, la postura oficialista era mantener a Maduro en el poder durante la transición apoyando al renovado candidato oficialista, Héctor Rodríguez.
Esa salida se estaría promoviendo internamente como consecuencia de las presiones internas del sector militar, la perdida de las bases chavistas, las sanciones internacionales y los intereses de Rusia y China, cuyos objetivos financieros y geopolíticos no son viables a mediano plazo con el madurismo gobernando.
Para ese escenario electoral se acordaría una suspensión inmediata de las sanciones económicas, personales y generales y garantía a los factores del chavismo para seguir actuando en la política nacional ya liberados de sanciones.
Para el mecanismo se promovería el regreso de los diputados a la Asamblea Nacional y de allí se haría la selección del nuevo CNE con delegados de ambos factores con cierto grado de aceptación para ambos bandos.
Otro escenario que podría estar detrás de esa filtración y campaña oficialista, de que “hay un acuerdo inminente” en Barbados, sería seguir ganando tiempo hasta llegar a 2020 y llamar a elecciones parlamentarias unilateralmente, fuera de esas negociaciones, con una oposición dividida, con Guaidó a la baja y en desacuerdo y así retomar la Asamblea Nacional quitándole a la oposición el único soporte legal internacional como factor de poder. Es la postura promovida por Diosdado Cabello.
En un contexto de crisis extrema, en la que el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una implosión económica en Venezuela, con servicios públicos colapsados, con el dólar ya remontando la escala de 12 mil bolívares, luego de dos reconversiones de la moneda y en la que hasta en los mercados populares todo se transa en la moneda americana, se puede afirmar que ya el régimen de Maduro tiene poco o nada qué ofrecer al país y a sus propios seguidores en las negociaciones de Barbados.
Para un sector del chavismo, renovar y crear una nueva cara, distinta a los años con Maduro, sería indispensable para sobrevivir. Pero para la cúpula de poder, comprometida con la corrupción y el lavado de dinero, el margen de maniobra para salir ilesos frente a un cambio sería muy estrecho por lo que es esta corriente la que, por el momento, impone la línea interna radical.
El escenario opositor
Desde el factor opositor se niega que se haya producido algún acuerdo. El oficialismo no ha cedido, pactado o accedido a ninguna de las demandas hechas desde el bando opositor. Aunque ciertamente la campaña oficialista ya ha comenzado y sus mensajes también apuntan a venderse ante la Unión Europea y el Foro de Sao Paulo, como unos demócratas dispuestos a medirse en elecciones. Pero según el lado opositor “el juego sigue trancado entre las dos partes”.
Los factores internacionales siguen jugando a sus intereses y han encontrado en Barbados la única fórmula para atender la crisis venezolana, para lo cual las sanciones son la más importante carta de presión con el que cuenta el mundo democrático. Auspiciados por el Grupo de Contacto, la Unión Europea y el Grupo de Lima, pareciera que es el único punto de “todas las opciones están sobre la mesa” que se mantiene vigente en el tablero.
Donald Trump ha tenido que atender la crisis en el medio oriente y ahora, junto a Gran Bretaña, deben enfrentar la amenaza de Irán y los asuntos propios de la lucha geopolítica del oriente medio en la que los factores adversos mantienen una fuerte alianza que encabezan Rusia y China y de la cual Irán es un importante aliado.
Para Trump la guerra es el peor escenario y Venezuela es ahora un asunto que debe resolver rápidamente con mira a las elecciones que debe afrontar para el 2020. Especialmente debe darle una respuesta a su electorado en Florida, bastión clave para un triunfo republicano; además la intervención armada, que en el medio oriente le ha costado miles de millones de dólares a EEUU, no es un escenario viable para él y sus seguidores. De manera que el sueño del portaviones del Comando Sur llegando a las costas venezolanas, es una imagen que se ha ido desvaneciendo en las cartas negociadoras.
El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, dijo el pasado sábado que es “inconcebible” que Venezuela tenga elecciones libres y justas si el presidente Nicolás Maduro sigue presente. “Sin minimizar lo que está sucediendo en Barbados, por supuesto, y lo que está sucediendo con las conversaciones (…) sería inconcebible tener elecciones que realmente representen al pueblo venezolano si Maduro sigue estando presente en el país”, explicó Pompeo a periodistas. Días antes había sostenido una conversación telefónica con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con quien se ha reunido en Europa para analizar la situación venezolana. Aunque ambos en sus declaraciones marcan distancia, uno apoyando a Maduro y el otro su salida, el peligro de una amenaza militar se ha ido reduciendo en sus declaraciones públicas. Pompeo solo advirtió que “la intervención de Rusia y Cuba es desestabilizadora para Venezuela y para la relación bilateral entre Estados Unidos y Rusia». De modo que también lo que ocurra con Irán y estos encuentros, serán un factor fundamental para lo que se negocia en Barbados.
En este momento los mensajes del gobierno de Trump están dirigidos al entorno de Maduro como el último comunicado en el que le dicen que “tiene corto plazo para dejar el poder sino quiere enfrentar a la justicia internacional y nuevas sanciones”(…) si no lo toma, las medidas se van a endurecer mucho más”.
Mientras el Grupo de Lima aprobó crear un mecanismo de investigación contra funcionarios y testaferros de la dictadura por vinculación con el narcotráfico, corrupción y delincuencia organizada, violación a DDHH y amparo a organizaciones terroristas como el ELN.
El mensaje a los militares y la acción armada han bajado de tono frente a las sanciones concentradas ahora hacia el entorno de Nicolás Maduro.
Los militares en el juego
“Leales siempre, traidores nunca” es la consigna acuñada en la FANB a partir de las deserciones y pronunciamientos contra Maduro que ya pasan de 5 mil en el exilio con 190 presos políticos uniformados.
A pesar de haber sido transformada en un instrumento político al servicio de la revolución, al igual que el resto de los venezolanos, los militares son víctimas de la crisis económicas y los regalos del régimen, como electrodomésticos baratos, automóviles o cajas de comida, ya no son suficientes atractivos para mantenerlos estables, al igual que la ideología que ha sido impuesta en sus filas.
La cúpula militar, con beneficios en moneda dura y otros privilegios es cada vez más reducida frente a un colectivo que ve deteriorado su nivel de vida, al igual que el resto de los venezolanos, cuyo simbólico salario no es capaz de asegurar tres o cuatro días de alimentación.
La corrupción gubernamental se extendió a una diversidad de negocios que incluye al sector militar y va desde el crimen organizado hasta la más simple extorsión. Pero igualmente significa altos riesgos y no siempre es un beneficio que se extiende a todas las instancias militares sino a una parte minoritaria.
Las sanciones directas de Estados Unidos están ahora dirigidas a numerosos militares incursos en violación a los derechos humanos y negocios ilícitos, con lo cual les restringen salir del país, poseer cuentas bancarias en dólares con el riesgo de ser detenidos al viajar al exterior. La oferta del gobierno de Trump de levantarle las sanciones a militares que le quiten el apoyo a Maduro, si bien es un elemento de persuasión, aún no ha tenido el efecto deseado.
De allí que el levantamiento del 30 de abril y los mensajes para que se pongan del lado de la democracia, si bien ha generado crisis interna en la FANB, no tuvo el efecto deseado y el gobierno chavista ha logrado, por el momento, sortear la crisis y asegurar la fidelidad de los altos mandos militares.
La persecución y la represión interna ha continuado y pasan de 500 los militares que han sido perseguidos o han tenido que salir al exilio luego del pronunciamiento del 30A.
El asesinato y tortura del capitán Rafael Arévalo Acosta, mientras estaba presente en Venezuela, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, es una muestra de que el gobierno de Maduro no está dispuesto a ceder en su propósito y es un mensaje para los uniformados de qué es lo que se juegan al desconocer el llamado “Leales siempre, traidores nunca”.
La Fuerza Armada sigue siendo un elemento clave para inclinar la balanza hacia la salida democrática. Solamente un minoritario grupo de ellos, pero en puestos clave, al igual que los altos funcionarios del Gobierno, siguen disfrutando con el control del poder pero a un costo muy alto, reducidos al ámbito territorial y con la amenaza permanente de una implosión que los lleve a una salida violenta.
La estrategia seguida por el madurismo en Barbados puede alargar la vida del régimen un tiempo, pero sus políticas y las sanciones seguirán estrechando el círculo, cuya última vuelta de la tuerca pudiera ser efectuada por factores que han sido sus propios aliados.