Venezuela

A Chelique Sarabia, con gratitud

Chelique Sarabia desplegó sus dones de gente más allá de la música. Este compositor, productor, empresario y navegante intentó ser candidato al gobierno del estado Anzoátegui en 2008. Era también un inspirador hombre de ideas.

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Chelique Sarabia, hasta candidato fue

En una casa de época, en la calle San Antonio de Clarines, se organizó una reunión en el año 2008 para escuchar la propuesta de un candidato a gobernador nuevo, diferente. Era de esas figuras que hacen que la gente espabile. Coño, no puede ser. ¿En serio se lanzó? Bueno, puede que tenga pinta. ¿Y si gana? Porque imagínate, hay gente que lo quiere mucho, de toda la vida.

En mi casa se escucharon todas sus canciones. Las aprendí en la escuela. Ansiedad, de tenerte en mis brazos. Esa era la conversación de mis tías en la casa de mi abuelo. El candidato decía a la gente “Bienvenidos a bordo” como metáfora de su afición como navegante. Se puso la cachucha y salió cual capitán a invitar a los ciudadanos del estado Anzoátegui para que lo acompañaran en su viaje con destino a cambiar las cosas y salir del letargo en que nos había sumergido el régimen.

A esa reunión fueron varias personas del pueblo. Entre ellas yo, que entonces era un muchacho de 18 años que recién había iniciado la carrera de periodismo y estaba anotado en cuanta protesta contra la violación a la libertad de expresión se diera en aquellos días. El candidato comenzó hablando sobre el cierre de Radio Caracas Televisión por plena voluntad del gendarme. De la limitación de los derechos y del que había que frenar, todos juntos, el avance de esta gente que está acabando con todo. Mencionó la esperanza que representaba el movimiento estudiantil y explicó su compromiso como independiente para salir adelante con esa candidatura inspirada por amigos y gente que le tenían estiman.

Invitación a pensar

Él contaba cosas que yo nunca había escuchado, como la posibilidad de potenciar en serio el turismo, con ideas de por aquí, por allá, y otros lugares. Anzoátegui es un territorio con una extensa costa del Mar Caribe, pero siempre estuvo de espaldas al mar, porque hace casi un siglo su prioridad es la explotación petrolera. Esto no solo sonaba diferente, sino raro. Invitaba a pensar. Qué cosa tan rara era un político que quisiera generar más reflexión que pasión. Hablaba de hacer de la cultura un trampolín educativo que pudiera mejorar el espíritu de la sociedad. De honestidad. De ensayar el diálogo en un país donde las familias se habían declarado la guerra por pensar distinto. Hablaba de su experiencia como empresario, porque no solo era compositor, productor musical y publicista, sino mucho más. Chelique fue tantas cosas que no da este artículo para inventariar. Se nos queda corto el espacio. Qué digo corto.

Finalmente no avanzó como candidato a la gobernación. Demasiada visión e imaginación en una contienda dominada por las maquinarias. Esa carrera la terminó haciendo otra gente. Pero muchos anzoatiguenses tuvimos la oportunidad de conocer una persona formidable que traía a cuestas un enorme legado.

Una vida prolífica

José Enrique “Chelique” Sarabia (1940-2022) era un hombre de ideas. Ideas que te iba contando con detalle, de a poquito, en una conversación que tranquilamente podía demorarse cuatro, cinco o seis horas. O quizá días, dependiendo del caso.

En su casa, salpicaba la charla con anécdotas de esa vida prolífica y especial que llevó. Desde cómo cayó por carambola a una fiesta perezjimenista con la mandolina a cuestas cuando era un adolescente recién llegado a Caracas, o cuando la Seguridad Nacional se lo llevó preso una vez por subversivo, o las conversaciones con Rómulo Betancourt, o el mundo de la televisión y la publicidad, hasta la enumeración de figuras de todas las tallas con las que trabajó.

Era inspirador visitarlo para escuchar de todo un poco y ver la estela de fotografías con cuanta dignidad hubo en el campo de las artes y la política durante su tiempo. De fondo siempre sonaba algo. El Ensamble Kariña, Simón Díaz, o el disco con Armando Manzanero. ¡Qué disco! Los Románticos de América.

Su estudio siempre estuvo colmado de una espléndida colección fotográfica que a nosotros, los observadores de ese personaje que tanto quiso a Venezuela, nos alentaba a hacer un poco más por el país, por nosotros. En este país, mi país, tú país.

De la casa de Chelique solo se podía salir con la libreta repleta de notas y la cabeza a reventar de inventos.

Canto a Venezuela

Chelique supo observar el entorno que lo rodeaba. Aprendió a leer a las personas e hizo que las cosas rimaran. En el camino, logró que América hiciera suya su música. Así trascendió Ansiedad, Chinita de Maracaibo, Cuando no sé de ti. Compuso el Himno de Caracas y el de Lechería, la ciudad que adoptó, a la que tanto corazón dedicó y donde estuvo sus últimos días. “Ese hombre sí camina” no solo fue el exitoso himno de campaña de Carlos Andrés Pérez en 1973, sino una de las canciones electorales más populares de Latinoamérica.

La noche del 18 de noviembre de 2015 la noticia era que le habían otorgado un Grammy honorífico en los Estados Unidos. Honor a una trayectoria creativa, emocionante y persistente. Ese día mucha gente dentro y fuera del país se alegró, llovieron aplausos y otros nos emocionamos. Quienes tuvimos la dicha de conocerlo coincidimos en que faltaron más homenajes a una vida tan entregada por la cultura y el civismo.

Chelique, a estas alturas del partido, luego de ocho décadas en el mundo, de dejar tantas cosas, de susurrar rimas al viento y hacernos cantar y pensar, nadie te quita lo baila’o. Gracias.

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