Internacional

Develar los secretos del Estado Islámico

Occidente está frente a un grupo que no entiende. El Estado Islámico de Irak y Siria se rige por planteamientos ideológicos-religiosos que el mundo moderno no ha logrado desentrañar. El estudio apremia antes de las armas y guerras. Aquí unas señales para introducir al lector en la cosmogonía del aterrador ISIS

Texto: Clara Machado | Fotografía: AFP
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En mayo del 2010, Abou Bakr Al Baghdadi se proclamó el primer califa en varias generaciones. Su territorio: el Estado Islámico de Irak y Siria. Su título: el de “Comandante de Todos los Musulmanes”. Inició así un llamado para reclutar militantes. Tuvo una respuesta alarmante no solo dentro de Irak y otras partes de la península árabe y el norte de África,  sino también en Europa —de donde numerosos jóvenes, incluidas mujeres, respondieron a su exhorto. “Estamos frente a una organización terrorista muy difícil de combatir. La forma de perpetrar el terror, tanto en su justificación como en sus métodos, dificulta la tarea de neutralizar a estas organizaciones y evitar que el radicalismo permee en países de occidente”, explica el internacionalista Julio César Pineda.

Isis se vale de la tecnología, pero alude a conceptos que hoy en día se hacen incomprensibles para el mundo occidental por ser tan antiguos. Causan estupor. En algunos casos han despertado el fanatismo de quienes encuentran resonancia en su discurso. Por ejemplo, los kamikazes que se inmolaron en los ataques de París el 13 de noviembre. La paradoja es que su arcaísmo ha sido su fortaleza. Esa visión produce perplejidad en quienes creían superada la Edad Media en términos ideológicos. Ergo, no saben cómo reaccionar frente a un movimiento de este tipo ni qué estrategias usar. En diciembre de 2014, el New York Times publicó unas declaraciones de Michael Nagata, Mayor General Comandante de Operaciones Especiales para oriente Próximo de los Estados Unidos, que azuzaron el desconcierto. El militar de marras dijo sobre Isis: “No hemos derrotado al movimiento. Todavía no entendemos la idea y hasta que no lo hagamos no lo vamos a lograr.”

¿Cómo aproximarnos a Isis? Hay básicamente dos corrientes de pensamiento. La primera se apoya en las tesis de autores como Graeme Wood. Este periodista canadiense y profesor de la Universidad de Yale expone: “Isis es un grupo cuyos fundamentos están arraigados en interpretaciones literales de los textos del Islam”. Según Wood —y así lo expresa en su artículo “¿Qué quiere realmente Isis?” publicado en The Atlantic, “Isis es un grupo religioso que, aunque no represente el sentimiento de la mayoría de los musulmanes, recoge una lectura primitiva y estricta de su base religiosa. De allí que otros musulmanes rijan sus creencias en base a reformas posteriores al profeta Mahoma y sean las principales víctimas del grupo terrorista”.

La segunda línea de pensamiento la presenta “Think-Tank” Foreign Policy In Focus de Washington, al que pertenece el académico Nathan González, quien es autor de El Conflicto Sunni – Chiita, cómo comprender la violencia sectaria en Oriente Medio. Para González: “Isis es un grupo político, cuyos fundamentos son más bien étnicos ya que su conflicto principal está arraigado en la forma de cómo se maneja su secta. El uso de la religión es un señuelo para captar adeptos y configurar alianzas”.

El periodista francés Nicolás Hénin, liberado en abril de 2015 luego de diez meses de cautiverio en manos de Isis, afirma que para neutralizar un movimiento como este se requiere un estudio sobre sus raíces. “También se necesita una estrategia que involucre a los grupos locales en Siria en lugar de ataques militares de fuerzas occidentales”, glosó. Tanto Hénin como Wood sostienen que, a diferencia de otros grupos como Al Qaeda, ISIS se considera un estado. “Con la gran diferencia de que para ellos los tratados internacionales, no importa qué tan antiguos sean, como el de la Paz de Westfalia de 1648, de la que dependió la estabilidad internacional de la Europa Moderna, no suponen obligación alguna ni respeto”.

En sus pocas alocuciones, miembros de Isis han expresado que todo tipo de acuerdos internacionales van en contra de su naturaleza. No reconocen a otros gobiernos, ni sus fronteras o sistemas, ni organismos como la Organización de Naciones Unidas (ONU) —que obligan a respetar autoridades superiores o iguales y a trabajar bajo el sistema del voto. Su visión es de un estado que no admite iguales, con un instrumento legal único: los textos sagrados del Islam en su estado original, interpretados de forma literal. Todos sus actos de guerra forman parte de su propósito como nación y como tal necesitan que alguien les declare la guerra, legitimándolos y reconociéndolos si no de forma directa al menos sí de forma tácita. Por ello el empeño de los franceses en llamarlos Daesh. Palabra que significa algo así como el intolerante y que los rebaja a un mero grupo.

La Daesh

Se sabe poco de Daesh. Es un reino hermético, al que no mucha gente ha ido y logrado regresar. De hecho, para sus cabezas, aquel que llega a su territorio y emprende el regreso es considerado hipócrita y traidor y debe ser condenado a muerte. La lectura estricta y literal con que interpretan los textos fundamentales del Islam da origen a una visión antigua que se remonta a la época medieval. Choca directamente con el mundo moderno. Esta óptica niega la posibilidad de paz e impide que haya reformas dentro de la estructura religiosa y política del Islam —por lo que cualquier reformista es todavía más condenable que el infiel. De allí que entre las víctimas principales de Isis se encuentren otros musulmanes: los que han adoptado formas distintas a su credo.

Después de varias entrevistas con los principales reclutas de Isis en occidente, Wood pudo concluir que un punto clave de la ideología de Isis es su perspectiva frente al juicio final. “Los miembros de Isis aseveran tener un papel clave en el fin del mundo, en el Armagedón. Se ven como los encargados de la transición al fin de la humanidad. Su misión es velar por el cumplimiento de una profecía. De allí que sus movimientos y acciones tengan como propósito promover el caos y así lograr una batalla final. Según ellos, debe darse en su propio territorio frente a lo que llaman Roma. En otros tiempos se referían al papado pero que hoy podría ser occidente o incluso a una Turquía moderna, posterior al califato que vio sus últimos momentos con la caída final del imperio otomano en 1924”.

¿Es Daesh islámico?

Si bien los fundamentos del Daesh son religiosos, hablar de Islam y de religión musulmana abarca a un vasto conjunto cultural. Entran todos aquellos que a través de la historia han pertenecido al mundo islámico —a pesar de profesar una fe distinta a la del profeta Mahoma. Entre ellos están grupos como los judíos de la España medieval y Magreb, los coptos del Egipto moderno y los maronitas libaneses. Para poder entender a Daesh, predecir sus próximos pasos y elaborar una estrategia eficaz que frene su avance terrorista, es preciso entender cómo todas estas estructuras han funcionado. Quizás esta sea la tarea más complicada. Si resulta difícil definir a Daesh, lo es más aún conceptualizar al Islam. La definición de la religión va unida a una gran cantidad de acepciones que mutan según el área geográfica, el contexto histórico y las continuas divisiones y reformas que ha experimentado la fe islámica

Frederick Mathewson cuenta en su libro Una introducción al Islam cómo el profeta Mahoma recibió a la llamada a la profecía cuando tenía cuarenta años aproximadamente. El mensajero fue el poderoso Ángel Gabriel —quien le dio la orden de recitar los versos que el propio Dios le dictaba. Es por ello que para el Islam lo escrito en el Corán es palabra directa de Dios. De su vida se tiene demasiada información, pero algo clave es que pertenecía a la tribu de los Quraysh. Es un clan de la oligarquía de la ciudad de Meca y a la cual también perteneció su suegro, Abu Bakr, el primer califa musulmán. De acuerdo a la interpretación estricta de las escrituras, los califas, los llamados “Comandantes Musulmanes”, deben descender directamente de esta tribu, de no hacerlo serían apóstatas.

Desde el punto de vista religioso la meta es ascender al cielo a través de Mahoma, a diferencia de los cristianos que reciben a Dios en la tierra. La dificultad con el Corán radica en que es un libro cuya estructura narrativa es errática. No tiene orden cronológico y es compleja de seguir, por ende se abre numerosas interpretaciones que al mismo tiempo se castigan y prohíben.

En tiempos de Mahoma, para dar forma a una estructura legal coherente y aprovechar la autoridad que tenía en vida, se crearon otros textos. Así se formó lo que se conoce como la “Sunna”. En ella, Mahoma recogió palabras, actos y prácticas habituales como una forma de justificar su ejemplo a fin de que sus fieles pudieran seguirlo. La “Sunna” es el ideal del comportamiento musulmán y como tal debe estar engranado en la vida del practicante piadoso. Ha de transmitirse de generación en generación a través del ejemplo y la enseñanza personal.

La expresión literaria o escrita de la “Sunna” se llama “Hadith”. En esta última se recopilan eventos de la vida del profeta, sus actos, su propósito y su comportamiento. Con el paso del tiempo, los estudiosos del Islam lo fueron filtrando, quitando aquellos datos que parecían sospechosos o cuya autenticidad estaba en duda. Fue un proceso que tomó más de dos siglos. Una vez finalizado dio a los musulmanes una segunda fuente para asistirlos en lo religioso, civil y legal.

El Hadith está dividido en dos partes. La primera contiene su fin y se remonta a los compañeros de Mahoma para autentificarlo. La segunda es el texto en sí. Lo que se mantiene en el centro de la religión es Mahoma. Según los creyentes, él inspira y guía a través de la “Sunna” representada en el “Hadith”. Al profeta se le ve como ideal, héroe y fundador perfecto y sin pecado.

La “Sunna” es una fuente de tradición, pero no todos la siguen de la misma manera. El sunismo es la corriente mayoritaria en Islam. El 90% de los musulmanes son sunitas. Esto quiere decir que aceptan los cuatro primeros califas, Abou Bakr, Omar, Othman y Mu´awiya, como sucesores del profeta Mahoma. Sin embargo, Othman fue asesinado y en el año 656 Ali, el yerno del profeta, se proclamó califa. La mayoría optó por seguir a Mu´awiya y aceptar la tradición de la “Sunna” como criterio de fe. Los que siguieron a Alí pertenecen al “chiismo”.

Este ha sido uno de los cismas más importantes del Islam. Los miembros del Daesh pertenecen al sunismo. Para ellos el chiismo es una innovación y constituye un acto de apostasía. Por consiguiente, los actos más crueles han sido perpetrados en contra de esta secta. Cabe destacar que incluso dentro del chiismo existen dos corrientes: los ismaelitas, que veneran siete imanes, y los duodecimanos, que se postran ante doce y a la que pertenecen la mayoría de los chiitas. A su vez, hay distintas escuelas de pensamiento dentro del chiismo. Abarca a unas 140 millones de personas, 12% del total de musulmanes en el mundo. En Irán, el chiismo es considerado religión de estado, los chiitas duodocimanos alcanzan un 98% de la población y tienen un clero bien establecido. A diferencia del sunismo permiten la interpretación del Corán y la “Sunna”.

Si Daesh es o no un grupo religioso, islámico, depende de la corriente de pensamiento que se siga. Pareciera que, desde el punto de vista histórico, sí lo es —tanto como lo sería un grupo que quisiera reivindicar una interpretación estricta de la Biblia haciendo uso de las bulas papales del medioevo, por ejemplo. Intelectuales como Reza Aslan, en su discurso de la universidad de Toledo, han sostenido que la parte religiosa de estos movimientos es incuestionable. El acto barbárico, aunque sea de fundamento religioso, no debe llevar a generalizaciones pues todas las religiones tienen factores extremos.

Claro que Isis no es solo religión. “También es político”, como plantea Nathan González. “Isis pareciera ser el resultado del vacío que quedó en Irak luego de la caída de Saddam Hussein”, arguye González en un artículo la revista Salón. Continúa: “no se sabe bien quiénes son sus militantes, de dónde han salido, y se puede inferir, por sus prácticas, que pueden ser miembros del partido Baath de Saddam Hussein. Gente que quedó errante y oponiéndose a un gobierno chiita en Irak luego de la invasión del país del 2003.” “Daesh “utiliza la religión como una bandera solamente, a fin de obtener legitimidad en medio de un esfuerzo barbárico y poco religioso”, concluye.

Sea cual sea la esencia de Daesh lo cierto es que no admite términos medios. Es una organización cuya estrategia está basada en la guerra. Posición que colisiona con los esfuerzos de paz que el mundo viene construyendo desde la Segunda Guerra Mundial. Existe el miedo de que se inicie la Tercera Guerra Mundial, propiciada por una desestabilización en Oriente Medio frente a los intereses que occidente tiene en la región.

Julio Cesar Pineda lo ve poco probable. “Siempre y cuando las principales potencias logren ponerse de acuerdo en una única estrategia no solo para combatirlos en su territorio, sino también para integrar el mundo islámico a la visión occidental”.

Quizás el primer paso debe ser comprender este universo complejo. “Sumergirse en la realidad de sus fundamentos teológicos y los nexos étnicos donde se encuentra el balance entre poder y religión”, desliza González.  Pareciera que más que tiempos de guerra son tiempos de estudio.

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