En una ciudad tan caótica como Caracas quedan pocos espacios para el esparcimiento y goce. La necesidad de un break se ha convertido en una constante. Para algunos ha sido difícil dar con una alternativa distinta, que les permita respirar y conseguir tranquilidad. El edén no se encuentra en homilías sino a la vuelta de la esquina. La única condición para entrar en sus cristalinas dimensiones es “relajarse”
Aunque Adán y Eva hayan sido expulsados de las magníficas tierras del paraíso, aun se aceptan invitados. Las Isla Canouan es una de las islas pertenecientes a St. Vincent y Las Granadinas. Con siete kilómetros de extensión, su arena radiante se mezcla con un turquesa infinito, la tranquilidad del sonido de las olas y la pureza de su brisa. A tan solo una hora en avión de la ciudad de Caracas y sus estruendosas colas. Una barrera de arrecifes serpentea a lo largo de la isla junto a sus dos coquetas bahías, Glossy y Frienship. Disfrutar de ellas con una piña colada y una sesión de masajes es un most.
Paraíso de cinco estrellas
En 2004 el complejo hotelero más exclusivo de la isla abrió sus puertas entre la verde naturaleza de la zona. El Canouan Resort y las lujosas Grenadines State Villas, que ocupan un tercio de este maravilloso spot turístico, cuentan con acceso a todos los servicios que presta el resort: un campo de golf de dieciocho hoyos, canchas de tennis, una iglesia inglesa del siglo XVII, cinco restaurantes gourmet de corte internacional, elegantes bares y un pequeño club para niños. Y por último, pero no menos importante, el relajante Canouan Resort Spa, el cual se encuentra rodeado de uno de los mayores arrecifes de coral del mundo. La belleza del Caribe es capturada a lo largo del complejo, convirtiéndolo en un lugar único e inigualable para cualquier huésped. La máxima expresión de confort y placer.
Hospedaje real
Con una atención cinco estrellas, el resort se encarga de llevar a sus huéspedes a cada una de las villas, las cuales poseen todos los lujos necesarios para hacer de cada experiencia algo inolvidable, desde unas amplias camas de playa en una piscina privada, hasta su propio medio de transporte, un auténtico carrito de golf caribeño. Desayunos con vista al imponente mar, atención de primera y la exclusividad y privacidad es uno de los objetivos en este destino turístico. Los paquetes no incluyen bebidas alcohólicas.
Con las chapaletas puestas
En las aguas cristalinas de este maravilloso lugar, los turistas pueden elegir alguno de los deportes acuáticos como: kayak, snorkeling, velerismo, sunfish, windsurf y más. Una vez fuera del agua, se pueden realizar excursiones al Mount Royal, el punto más elevado de la isla, y deleitarse con la asombrosa vista de la costa.
En barco o en avión
Lamentablemente, al ser un destino tan exclusivo, no se permiten los vuelos comerciales. Agencias de viaje del país, como Aero Tuy, manejan vuelos charter desde Caracas a St. Vincent para luego llegar a Canouan. Estos vuelos únicamente son permitidos con un quorum de 6 a 8 personas, lo que resulta un poco más económico para los pasajeros.
Pero si se requiere de una atención especializada, se puede recurrir a la Organización PRIMI, la cual se encarga de todo el transporte y además del trámite de reservación de habitaciones. La idea principal es aprovechar el viaje al máximo, por la que recomiendan los viernes como día de llegada al destino y regresar un lunes en la mañana.
Se estima que una habitación para dos personas, por noche, tenga una tarifa que rodea los 1.250 dólares, un costo bastante elevado para muchos. Tal vez existan opciones más económicas, pero definitivamente esta es la más mágica, lujosa y exclusiva.
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Criada en un ambiente donde la familia era lo más importante, nunca se interesó por la política, pero sí por el periodismo. Conoce los rincones de Venezuela, pero aún afirma que siempre hay más por descubrir. Su historia es de tesón e identidad. Junto a María Corina Machado son las dos únicas venezolanas que figuran en la lista de las 100 mujeres más influyentes del mundo publicada por la BBC de Londres
Alto como una espiga, y de cabello negro y profuso, Ricardo Cusanno es vicepresidente de Fedecámaras, pero también ha sido desde siempre una personalidad emblema en el mundo del turismo local. De casta le viene al galgo. Su familia es dueña –por ejemplo- del Hotel El Conde, por años un clásico punto de reunión de la clase política criolla. Habla por el sector turismo en plenas vacaciones, mientras pide a la ministra Stella Lugo incidir en Miraflores de cara a la aplicación de algunas medidas más estructurales
