Sus primeros efectos benéficos comienzan a aparecer tras las primeras dosis y funciona para prácticamente todos: jóvenes y mayores, hombres y mujeres; siempre y cuando lo hagan de la manera adecuada, de acuerdo a la opinión de especialistas como el Dr. Jordan D. Metzl, un reconocido médico fisiatra en el Hospital de Cirugía Especializada de Nueva York, quien es además un entusiasta atleta e instructor deportivo.
Las investigaciones de Metzl han servido para evidenciar los enormes beneficios de esta “medicina del movimiento”.
La ciencia del movimiento
Por más de 60 años, las investigaciones científicas han aportado pruebas irrefutables de los beneficios medicinales del ejercicio físico. En la medida en que la sociedad adquiera conciencia de ello y se tome la práctica deportiva como un tema de salud pública, los indicadores de salud tenderán a mejorar, reducirán la incidencia de diversas enfermedades, reducirán al mismo tiempo los gastos médicos, no solo del Estado, sino también de los particulares.
El impacto del ejercicio en nuestro organismo va mucho allá del hecho de que nos sintamos mejor luego de trotar o asistir a una sesión de spinning. En realidad, sus efectos llegan a todo el cuerpo y crean un escudo protector contra las enfermedades. Tan es así, que un estudio de 1953 comprobó que los carteros en el Reino Unido tenían una tasa de mortalidad más baja por ataques al corazón o fallas cardíacas que personas con trabajos más sedentarios.
También se sabe, gracias a estos estudios, que muchas enfermedades responden ante el ejercicio. Las personas físicamente activas sufren menos de hipertensión, además de menor riesgo de sufrir ataques al corazón que quienes no ejercitan regularmente. Incluso, tiene efectos en la incidencia del cáncer. Así lo demostró un estudio de 2016, en Estados Unidos, cuyos resultados probaron que el ejercicio regular reduce la incidencia de 13 tipos de cáncer, que incluyen cáncer de mamas, colon y ovarios.
Asimismo, la diabetes tipo 2 se puede prevenir y tratar con la actividad física. Afortunadamente, no se necesita tomar grandes dosis de esta medicina del movimiento. Es recomendable hacer a la semana al menos 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada, esto es, como poco, andar rápido o montar en bicicleta. Los expertos recomiendan, además, dividir este tiempo en 30 minutos, cinco días a la semana. Lo que se requiere es la voluntad necesaria y la guía adecuada.
Tal vez en un futuro no muy lejano, el ejercicio será prescrito como una medicina, con dosis e indicaciones. Los pacientes realizarán rutinas diseñadas especialmente para cada uno de ellos. De esta manera, todos estaremos mucho más motivados a ponernos en movimiento y disfrutar de los beneficios de esta excelente medicina.