Venezuela

¿De qué hablan los venezolanos que viajan en el Metro de Caracas?

Si en la Antigua Grecia el Ágora era el lugar idóneo para discutir los problemas sociológicos, políticos y culturales de las polis (ciudades-estado) griegas, en Caracas ese espacio lo reclama el Metro de Caracas. Ante el cierre de las tascas, los toques de queda decretados por el hampa y la carestía de los productos que se ofrecen en los bulevares, en los vagones viajan las mayores preocupaciones del llamado “ciudadano de a pie”.

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La primera sorpresa que encuentras al tratar de cazar alguna conversación en el subterráneo es la dificultad para escuchar a los dialogantes. El ruido del propio tren, más el murmullo en conjunto de los pasajeros impide que actuemos con la misma eficacia que nos ha demostrado el gobierno nacional para acumular grabaciones privadas. Tan complicado fue que empecé a preocuparme por mis capacidades auditivas y, oh sorpresa, certifiqué que escucho mejor por mi oído derecho. La segunda sorpresa: el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, no forma parte de la agenda.

Durante casi dos meses me dediqué a visitar diferentes estaciones que por mi rutina de trabajo y vida social había olvidado. Soy un usuario regular del Metro porque no soporto manejar, así que eso me sirve de background cultural. Dicho esto y como la tarea consistía en escuchar y no en conocer el pasado o el presente de los oyentes y los hablantes, clasifiqué las conversaciones por grandes temas. Estos fueron los que encontré.

1-    Comida

“Chica, ¿dónde conseguiste (papeltoalé, harina, toallas sanitarias, aceite, jabón) champú?”. Los productos van en ese orden según fui anotando. Dependiendo de quién cargaba la bolsita de mercado, las respuestas eran más o menos amigables, aunque todas contenían el recelo de saberse portador de un producto muy deseado.

Pero el tema de la comida no solo se presentaba de esa forma. Entre las mujeres era recurrente:

–         ¡Marica onde el chino ta impagable!

–         ¿Sí?

–         Sí chama, compré cuatro cositas y fueron cinco bolos (cinco mil), y no compré pollo ni carne, lo dejé pal fin.

Al menos 16 conversaciones tocaban, en menor o mayor profundidad, la escasez, el precio de los productos y la creatividad para responder a la crisis. Por ejemplo, una señora de unos 60 años le explicaba a quien parecía ser una amiga 20 años menor:

–         Mira miamor tú tienes que hacer lo que hago yo cuando tengo a mis nietos, no uso papel sino agua y jabón.

Obviamente el Guri no estaba vacío en ese momento.

El momento de tensión sucedió en Bellas Artes, cuando un grupo de hombres y mujeres, vestidos con camisetas roja, ingresó con lo que hoy conocemos como “un combito”. Por la transparencia del plástico podía inferirse que disponían de granos, mayonesa y salsa de tomate. “Enchufados”, gritó alguien. “Anda a votar por Ramos Allup”, le respondieron. El vagón se convirtió en un cacareo que duró hasta Capitolio, donde se sumó un Pastor que pidió a todos dejar los rencores porque eso era lo que “El Diablo” buscaba, “pelearnos por unas caraotas, que pueden ser muy ricas con tajadas y huevo, pero muy malucas si pudren el alma”.

2-    Violencia

Aquí convergen historias sobre malandros, asesinatos y robos. Lo paradójico es que muchos de los relatores conversan del tema con el celular en la mano. A pesar de las últimas historias sobre grupos comandos que despojan a los usuarios de sus pertenencias, pocos evitan la tentación de echarle una miradita a su aparatico. Incluso personas que se trasladan de punta a punta los usan  para escuchar música. Los hay con o sin audífonos. En la muestra que pude recaudar, al menos uno de cada tres individuos saca su teléfono por alguna razón. A continuación, algunas de las confesiones que más impactaron a este redactor:

–         Chamo le metieron 7 pepazos a Júnior

–         ¿El de la cancha?

–         ¡Silsa!

–         Verga

–         Sí, yque porque se comió la luz

–         ¿Qué pasó?

–         No sé bien la vaina, pero creo que se la uelió (olió)

Otro:

–         Mira, si me vas a llamar, me llamas aque mi mamá

–         ¿Por qué?

–         La vaina está muy fea por la casa, se rasparon a cinco

Uno más:

–         Yo voy comprando de a poquito y meto lo que quepa en la cartera, porque si te ven la bolsa, te agarran de a tres, a la salida (del Metro), y te tumban.

3-    La Asamblea Nacional

O lo que parecía ser igual: Ramos Allup. En las siguientes líneas, algunas frases tomadas al vuelo.

–         Ramos Allup se las cantó cantaítas.

–         Chama ese Ramos Allup no es feo, y eso que tiene como 80 años.

–         Ese carajo habla como si tuviera un gallo en la garganta todo el tiempo.

–         Eso (la AN) no va a cambiar nada.

–         Prometieron que iban a acabar con las colas y han empeorado.

–         Ese es un adeco, hijo de Rómulo (Betacourt) y de Carlos Andrés Pérez. Por ahí viene el paquete económico liberal, van a ver.

–         El que está chévere es Héctor Rodríguez.

–         Si la Asamblea suelta a Leopoldo, aquí se viene el imperio.

–         Con mi Comandante nunca hubiéramos perdido la AN.

La discusión política más peliaguda ocurrió a la altura de Parque Carabobo. Desconozco el contexto cuando empezó, pero faltó poquito para que dos señoras se fueran a las manos cuando una gritó:

–         Usted es peruana, escuálida y bachaquera. Váyase a Perú a hablar con los diputados a ver si la dejan. En cambio aquí sí nos atienden nuestros camaradas, hijos de Chávez.

4-    Amor

Puede que la crisis golpee el bolsillo del venezolano, pero no a su corazón. Las parejas en el Metro no tienen pena en demostrar lo mucho que se quieren, sobre todo después que cae la tarde. Los más besucones son los que van hacia La Urbina. Los viernes, entre 7 y 8 de la noche, se puede observar el idilio de las parejas que buscan una conexión hacia Petare. Contabilicé al menos 20 tórtolos que, entre piquitos, exponían su día a día. Durante la semana de los enamorados, fue común ver a mujeres con flores que sobresalían de sus carteras.

De Shakeaspeare a Leonardo Padrón, es EL tópico por excelencia. Al siguiente diálogo fui prácticamente invitado. A ninguna de las dos parecía incomodarles mi presencia. Eran las 6:30 de la tarde. La confesión inició en Plaza Miranda y finalizó en Chacao.

–         Marica, entonces yo le dije que tenía que hablarme claro, si él quiere que tengamos algo. Él tiene a su esposa, no puede venir a decirme a mí que yo no puedo salir a chalequear o ponerme reglas.

–         De bolas, Marica.

–         Entonces yo le pregunté, marica, si era puro chalequeo o qué. Porque sabes que cuando una está con los tragos y vainas, sigues el juego y no le paras, pero después una se pone a pensar la vaina pues. Entonces él me dijo que no, que sí era en serio, pero que a él no le gustaría verme con otros tipos y vainas.

–         ¡Ese sí es arrecho!

–         Sí, chama.

–         ¿Y qué vas a hacer?

–         No sé chama. Es que me gusta, pero quiero estar clara.

–         ¿Y Andrés?

–         No sé, llevo tiempo que no lo veo, porque él solo me escribe cuando está rascao y me fastidié.

–         Pero Andrés es lindo, chama

–         ¿Verdad marica que es bello?

–         Síiiii

–         Hablando de bello, fui al cine y vi El Renacido

–         ¿Cuál es esa?

–         La que es con este catire, ¿cómo es que se llama?… ¡Brad Pitt!

5 – Dieta

No la metimos en el renglón de la comida porque la dieta es una obsesión diferente, que sube de rating jueves y domingo. El primer día tiene que ver con Coche. Es obvio que las frutas y verduras allí son más económicas. Resulta conmovedora la cantidad de gente que lleva su propia maletica para pescar las ofertas del día. El último día de la semana es para las parejas que buscan el Ávila. Son los que más se enfrascan en discutir cuál es la mejor rutina para rebajar la pancita. Aunque debemos aclarar que de lunes a lunes y sin importar la hora, el tema es recurrente. Algunas cosas que escuchamos y nos resultaron interesantes.

–         Yo me como mi arepita en la noche sin arrepentimientos, pero eso sí, no le echo mantequilla.

–         A mí no me afecta la escasez porque no consumo lácteos por la dieta.

–         Marica, voy a Margarita y creo que voy a flotar con este caucho (se agarra la barriga).

–         Marico, ¿una papa es un carbohidrato?

–         Eliminé las manzanas, además de caras, tienen mucha azúcar.

–         A mí me jode es que amo McDonalds.

–         ¡Si dejas de comer pan, vas a ver que te pones fina!

–         Con burda de real me opero toda (una de las más repetidas).

–         Lo que hay que hacer es la dieta de las tres P: pipe al día, pipe al mediodía y pipe a la noche (una señora de unos 50 años).

6-    Parley

No podía faltar. Es la conversación preferida de los hombres. Se mezcla con la de los que se dirigen a La Rinconada, para apostarle a los caballos. A este grupo se les reconoce porque llevan los diarios Líder o Meridiano subrayados. También pueden  mostrar con orgullo una hojita de los llamados logros (donde sabes cuánto puede pagar el equipo por el que vas a apostar). La frase más escuchada: “Me sacó para (ponga la cantidad que quiera en bolívares) el Real Madrid (igual puede ser cualquier otro nombre). De resto, pegué los otros equipos”. Como conocedor de la materia, es la eterna queja del jugador. Siempre está cerca del gran premio pero la divina providencia le echa la partida para atrás. Uno de los sabios dijo: “Barcelona es una fija (para ganar), pero con lo que paga no alcanza ni pa media birra”.

7-    No hay caballeros

Suelo escoger los vagones que deberían servir de buen resguardo para los mayorcitos. Son los que mejores anécdotas dejan, aunque últimamente, tal vez por la falta de productos para el aseo personal, no huelen a rosas. Los asientos azules son para los abuelitos y embarazadas, sin embargo es evidente que del deber al hecho hay mucho trecho. Las conversaciones entre mayores vuelven una y otra vez sobre lo “perdida” que está la juventud. Un dato interesante: las personas de la tercera edad, con los estudiantes y secretarias, suelen madrugar en el Metro y regresar más temprano. Para este segmento, pareciera que no hay nada bueno en el país. Se quejan de todo aunque tienden a defender al expresidente Hugo Chávez Frías. Cuando completan un vagón, se sabe que es día de pago de los pensionados. Una de las mejores frases escuchadas en este grupo: “También los viejos caminos de tierra son viejos y todavía echan polvos”.

8-    ¿Estudiaste?

Madrugar es sinónimo de estudiantes. Los hay de todas las edades, colores y tamaños. Los rostros más lindos de Caracas se observan con los primeros rayos de luz. También los más somnolientos, en especial de los que comienzan el kínder. El Metro es el lugar ideal para repasar las últimas ecuaciones o cumplir con la tarea olvidada, aunque te resten puntos por la caligrafía: cada frenazo un error. El diálogo más hermoso durante esta pauta lo observé camino hacia la estación La Paz. Dos jóvenes parecían estar participando en un juego de retos. Se intercambiaban las preguntas y se corregían. La última interrogante la expresó el chico: “¿Quién te quiere más?”. Ella soltó una sonrisa coqueta y le dio un piquito, tal vez para la buena suerte.

PD: Cosas raras que vi durante mis viajes por las diferentes estaciones:

–         Un señor con una bombona de gas que podría alimentar un apartamento.

–         Perros (los hay y muchos, uno me acompañó hacia la estación Ciudad Universitaria).

–         Los vendedores de Mentos se reproducen como Gremlins, uno me explicó que les fían y ganan un porcentaje de la venta. Una vez que reúnen, compran ya su parte y se quedan con todo. De hecho si muestras que eres un gran comerciante, saliendo de todos los dulces, puedes optar por otros productos de mayor alcance que te hace llegar el proveedor.

–         Un gran amigo me contó cómo los vendedores “pranes” dividen las estaciones del Metro: si te agarran fuera de tu terreno, la puedes pasar mal.

–         Además de vendedores de Mentos, hay un grupo con arpa, cuatro y maracas, otro con solo cuatro y maracas, un señor que tiembla y dice estar grave (recuerdo haberle dado dinero hace al menos siete años). Dos jóvenes rockeros hacen una bonita versión de “Mari es mi amor” (Leo Dan). Mimos, equilibristas y un panita que fue claro en lo claro: “Yo no les voy a caer a charla, estoy es mamando y lo que quiero es comer”. A los pastores evangélicos se les ve menos.

–         Una de las grandes curiosidades: cerca de las 11 de la noche, cuando se aproxima el cierre, las estaciones parecen listas para filmar una versión criolla de zombis. Ni siquiera durante el béisbol profesional mejora el enfermo.

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