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Cocina "al aire de volcán": la energía termal prende cada vez más fogones en Japón

Los vapores termales cocinan los alimentos en pocos minutos, manteniendo su color y propiedades nutritivas. Y algo más: no cuesta nada

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El uso de la energía termal para generar electricidad divide a los japoneses, pero su utilización gastronómica recibe un unánime apoyo popular.

A los japoneses les encanta el «onsen tamago», plato que se prepara en la mayoría de las 2.900 estaciones termales del país.

El plato consiste en huevos cocidos durante mucho tiempo a baja temperatura (unos 65º C) para obtener una yema relativamente firme en una clara todavía cremosa.

También son populares las «onsen manju», pequeñas galletas redondas cocidas al vapor y a menudo rellenas de pasta de frijoles rojos.

Los onsen manju son muy populares. Foto cortesía Japan Today.

Pero en Beppu, una pequeña ciudad costera de la isla meridional de Kyushu, apreciada por su excepcional abundancia de fuentes termales, la famosa cocina tradicional local del «jigoku mushi» (infierno humeante) va más allá de los huevos y las galletas.

Varias estaciones termales de Beppu ofrecen a los huéspedes la oportunidad de experimentar esta cocina por sí mismos.

La energía termal es rápida y efectiva

En Hyotan Onsen, por ejemplo, se puede cocinar carne, pescado y verduras comprados in situ, colocando los alimentos en recipientes directamente conectados al vapor que emana de una fuente termal natural cercana.

Energía termal japón
Los alimentos se cocinan directamente del vapor que emana una fuente termal cercana. Foto Etienne BALMER / AFP

«Esta técnica culinaria ya se mencionaba en documentos históricos locales hace 200 años», explica a la AFP Hitoshi Tanaka, presidente del Hyotan Onsen.

Con vapores de entre 100º y 110º centígrados, la cocción suele durar sólo «entre cinco y diez minutos», lo que permite que los alimentos «conserven todos sus colores originales», explica.

En cuanto al sabor, la presencia de azufre en los vapores confiere a los platos un sabor «umami», un potenciador del sabor omnipresente en la cocina japonesa, explica Tanaka.

Tsuyoshi Imaizumi, dueño del hotel Harumiya Ryokan, donde también se usa la energía termal. Foto Etienne Balmer /AFP

Los vapores también contienen hierro, un oligoelemento esencial para el organismo.

«Se saborea con los ojos, se huelen los vapores y se escucha el sonido de las aguas termales. Así se disfruta de la comida cocinada aquí, con todo el cuerpo», destaca Tanaka, como buen hombre de negocios.

El punto más importante es que la cocina «jigoku mushi» no cuesta nada en electricidad ni de gas, lo que siempre viene bien en estos tiempos que corren en Japón, donde los precios de la energía se dispararon desde el año pasado.

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