Memoria gustativa

En busca de "La perfecta ama de casa"

Hace unas décadas -cuando no existía Internet ni el salvavidas de Youtube- muchos escollos de las novatas con delantales se resolvían con clases o sencillos cursos para aprender a cocinar, recetarios de todo tenor y posteriormente, cuando apareció la televisión, se sumaron los programas de cocina, que no eran numerosos ni presumían de la calidad y producción de los actuales, cuando ahora lo gastronómico es un verdadero fenómeno mediático Tradicionalmente la cocina del hogar correspondía al dominio femenino, sobre todo en los países latinos. Por herencia ancestral, los oficios domésticos los asumía la mujer; de allí el sustantivo “ama de casa” y entre múltiples labores y, quizás la más importante estuvo en el saber guisar, enfrentarse a ollas y sartenes, verduras y carnes, amén de la limpieza de los cacharros, además de la visita casi diaria al mercado.

Fotos: Colección de recetarios de Alberto Veloz|Ocarina Castillo|Freepik
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Pero, y si esa mujer no sabía ni le gustaba asumir el rol de cocinar, algo común en las recién casadas, debía apelar al celosamente guardado y socorrido recetario de la abuela, cuyas fórmulas se encontraban transcritas en una perfecta letra Palmer, producto de miles de planas para alcanzar la excelsa caligrafía. Este tratado de fórmulas gastronómicas presentaba el agravante de que las medidas se expresaban en onzas o libras, las indicaciones se resumían a “un puñado de sal” y “cocinar por un ratico”.

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También el auxilio podría encontrarlo en “mamá”, pero y si a ésta tampoco le gustaban las artes culinarias, tendría que recurrir en última instancia a la suegra, quien sembraría su dosis de intriga y pretendería apoderarse del mando de la nueva casa. No quedaba otra opción que tratar de entender los recetarios y comenzar el proceso de ensayo y error. Conozco a muchas que su aversión a la cocina las hizo reincidir en el error, desistiendo por completo a intentarlo de nuevo y se vieron obligadas a pagar una cocinera.

Por el contrario, paradójica e históricamente, los fogones de la mesa pública siempre han estado en manos de hombres, con honrosas y maravillosas excepciones. Deo gratia esto cambió, pero no de la noche a la mañana. Los procesos sociológicos son paulatinos y suelen ir a un ritmo muy lento, aunque muchas veces querramos acelerarlos. Hoy por hoy, este oficio es absolutamente unisex por igual, tanto en la casa como en los fogones públicos, no hay distinciones, aunque queden rezagadas algunas mentes obtusas que no lo quieran entender.

Aquel público femenino, ansioso por la imperiosa necesidad de aprender a como diera lugar, para impresionar a su pareja, hijos, suegros, amigos o simplemente para su subsistencia, acudía en los años 50 y 60 a cursos de cocina que estratégicamente propiciaban grandes empresas productoras de alimentos y para ello recurrían a cientos de cursos titulados de “economía doméstica”, donde obsequiaban recetarios con preparaciones que iban desde las más sencillas hasta fórmulas con ciertas complicaciones.

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De los más recordados estaban el Centro de Economía Doméstica Nestlé-Maggi que dirigía Lolita de Ávila y el de la marca Oster. Las clases de cocina las impartían en algunas ocasiones en el Palacio de las Industrias, sede de la Asociación Pro Venezuela, ubicado muy cerca de la Plaza Venezuela o en la gran tienda por departamentos Sears de Bello Monte. Luego esa iniciativa se llamó Centro de Economía Indulac. Años más tarde, Beco de Chacaíto también recibió alumnas.

Obviamente el interés de estas corporaciones multinacionales no era solamente que las amas de casa aprendieran el arte de saber guisar con propiedad, sino que era una estrategia publicitaria para vender sus ingredientes, productos o artefactos eléctricos.

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Ese mundo estaba dirigido exclusivamente y con mucho énfasis al sector femenino. Algo que hiciera referencia a lo masculino no existía en sus promociones, todo estaba orientado a la “querida amiga…”; “estimada ama de casa…” ; “a la reina del hogar…”.

Revisar aquellos recetarios, recomendaciones y consejos de cocina nos descubren textos bastante simples y directos. Las presentaciones tenían el sello del momento: fotos muy posadas y engoladas, lo que ahora, con la distancia del tiempo, calificaríamos como cursis y demodé, pero fueron un arma de gran utilidad y de promoción para las empresas.

Recetarios corporativos y pingües ganancias

Existe una copiosa literatura de recetarios editados por las grandes corporaciones productoras de alimentos o por las fábricas de artículos electrodomésticos. El mundo virtual devoró todos los impresos y ahora con solo remitirse a una web, en un santiamén, tenemos en pantalla las recetas más disímiles, consejos domésticos, trucos para alcanzar la cocina perfecta, cura de todas las enfermedades conocidas y desconocidas, es decir la panacea universal de la humanidad.

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En dos palabras, sustituyeron el placer de hojear una y otra vez aquellos recetarios -elementales algunos y creativos otros- que nos deleitaban y hasta hacían salivar al ver los platos decorados al estilo del momento como las infaltables y repetidas roscas de arroz rodeadas de perejil rizado; los pavos de Navidad con los “sombreritos” de cartulina blanca en las patas; la anaranjada gelatina Royal de molde altísimo; la torre de cachapas perfectas; los canelones sumergidos en blanquísima bechamel; las tortas a medio cortar para exhibir el interior casi perfecto si eran de pisos, cuadriculadas o marmoleadas o los quesillos con el caramelo que chorreaba invitando a su deleite.

Los recetarios presentaban todos los formatos, desde simples desplegables, folletos en blanco y negro, a full color, de mediano tamaño y diferentes en su grosor, hasta verdaderos libros de tapa dura con despliegue de fotos.

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Las señoras que servían de modelo emulaban lo que debía ser una perfecta ama de casa y en el caso de las venezolanas, se inspiraban en Ana Teresa Cifuentes. Raramente aparecían con delantal. Al contrario, siempre peinadas y maquilladas casi para modelar ante Osmel, a pesar de estar con la sartén al frente y las papitas a punto de freír en aceite Branca, marca que contaba con el locutor don Pedro Henríquez, quien al referirse a sus bondades pregonaba: “Branca no brinca porque si brinca no es Branca”.

Los recetarios no solamente eran de productoras de alimentos. Los fabricantes de cocinas Tappan, de ollas Presto y Wear-Ever, línea blanca de General Electric, licuadoras Oster, electrodomésticos Philips y Luferca, los ayudantes de cocina Electrolux y Moulinex y los más contemporáneos como Cuisinart, ofrecían todo tipo de recetas que, elaboradas con sus artefactos hacían -y hacen- la vida más fácil al cocinero. Todo esto se traducía en el aumento de compras de sus productos con altos beneficios económicos.

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Empresas privadas e instituciones como Gas Shellane, el Rotary Club de Caracas y el Instituto Nacional de Nutrición publicaban folletos y libros de recetas culinarias con recomendaciones para una buena alimentación. En los últimos años, la cadena de automercados Excelsior Gama editó recetarios con el asesoramiento de Armando Scannone.

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En los Plaza´s profesionales dictaban cursos de cocina, entre ellos Ángel Lozano, Henrique Ramírez, Víctor Moreno y Kristina Wetter. Actualmente esta cadena de autoservicio tiene una escuela de cocina.

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Era la época en que se regalaban recetarios, algunos bellamente impresos con papel de lujo y a todo color, como el que obsequiaron los extintos automercados CADA con motivo de su 50 aniversario con recetas de Ángel Lozano. Los editados por Nestlé-Savoy “Chocolate para todos” y “Viva el chocolate” y el de Maizina Americana por sus 95 años “con el águila en la caja distintivo sin igual… distintivo sin igual…”.

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También se promocionaban concursos en nombre de las marcas más reconocidas, como el “Gran Concurso Vatel. Su mejor receta” con el Premio de Honor de Bs. 1.000 en el año 1966 ($ 232 de la época). Las bases del concurso se publicaban en la revista Momento y en el programa “Se necesita una amiga” que conducía la locutora Emma Amoroso, transmitido por Radio Caracas Televisión de lunes a viernes a la 1:35 p.m. un horario exclusivo para las mujeres. Cecilia Martínez, veterana locutora de la radio y televisión venezolana tuvo varios programas dedicados integramente al mundo de la mujer como el “Club Femenino” en Radio Caracas Televisión patrocinado por las sardinas Chaima. Luego condujo el espacio “Cosas de mujeres” también en RCTV por 12 años y al ser cancelado, se mudó a Venevisión con el mismo formato pero con el nombre de “Nosotras las mujeres”.

Posteriormente esta profesional de los medios se cambió a Venezolana de Televisión para protagonizar “Toda una mujer” con un enfoque más informativo.

El recordado animador Reny Ottolina en su programa “Lo de Hoy” tenía una sección femenina que conducía la locutora Laura Olivares. Presentadoras como María Alcira Dubuc y Ligia Duarte también tenían espacios dirigidos a las damas.

La cocina en la pequeña pantalla

Los programas de televisión dedicados a la cocina con la realización de un plato frente al televidente, sin trucos de edición y dirigidos por expertas cocineras, tuvieron mucho éxito desde sus inicios. El primero de ellos “Cocina con Tía María” fue transmitido en vivo el 1 de junio de 1953 por Televisa, propiedad de mi tío Gonzalo Veloz Mancera (canal 4, actual Venevisión) presentado por una matrona sin experiencia ante las cámaras llamada María Chapellín Palacios. Era en vivo, por lo que la conductora del espacio tenía que hacer alarde de una mente ágil ante cualquier error. En una oportunidad, a la Tía María se le resbaló la batidora donde tenía la preparación para hacer una torta y se derramó su contenido. Ella sin inmutarse y sonriendo se dirigió a las televidentes para comentar: “Los acabo de confundir, no es lo mismo hacer una torta que poner la torta” y siguió el programa como si no hubiese pasado nada.

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Posteriormente en 1955, en la misma planta Televisa, Nina White, esposa del gran publicista de la época, Franklin White, presentó un programa llamado “Cocina con Nina”. Por esos años la Asociación Venezolana de Mujeres patrocinaba el concurso “La buena nutrición” conducido por la locutora y famosa relacionista Nelly Blanco Yepes, donde premiaban a las madres que tuvieran a los bebés más rollizos.

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Radio Caracas Televisión no se quedó atrás y al año siguiente, en enero de 1954 salió al aire “La perfecta ama de casa”, con Ana Teresa Cifuentes, sobrina de la Tía María Chapellín. Le fue tan bien, que permaneció durante 25 años en la pequeña pantalla y se convirtió en la más popular exponente de este tipo de espacios en nuestra TV.

Otras cocineras que también tuvieron mucho éxito en la tele fueron las morochas Berta Cecilia Flores de Cavalcanti y Carmen Cecilia Flores de Pagés, quienes hicieron lo propio en Venevisión, en “Cocinando con las morochas”, programa que surgió en 1971 y se mantuvo en el aire varios años.

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En la Televisora Nacional canal 5, el oficial de la época, estuvo el espacio “Jugando en la cocina” donde la niña Carmen Julia Álvarez preparaba recetas tan sencillas que todas las de su edad -tenía 8 años- podían hacerlas. Luego apareció el Chef Millet, primer hombre en la cocina televisiva, también en TVN 5, en un formato donde la nota simpática la ponía Susana Duijm, nuestra querida y recordada Miss Mundo 1955, quien todas las tardes conversaba con el cocinero cuyo apellido le daba nombre al programa, preguntándole, con su habitual gracia, sobre las elaboraciones culinarias que preparaba.

Todos los mencionados antecedieron a otros cocineros que siguieron sus pasos y se popularizaron con los años gracias a la TV. Chefs profesionales como Ángel Lozano, Dino D’Avanzo, Jacques Decrock, Mercedes Oropeza, Héctor Soucy y Víctor Moreno, entre otros, demuestra la vigencia de un formato que evidentemente llegó para quedarse.

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Actualmente una gran mayoría de los canales de la televisión internacional tienen programas de cocina y de temas gastronómicos como la franquicia internacional Master Chef. También existen cadenas dedicadas íntegramente a este tópico, con una parrilla de programación bastante extensa. Allí está Gourmet Channel para ratificarlo, donde mantienen sus espacios los chefs venezolanos Sumito Estévez y Ana Belén Myerston. En ese mismo canal también participó el joven venezolano Omar Pereney. A ellos se unen otros cocineros de fama continental.

Indudablemente que la gastronomía y todo lo relacionado con la alimentación se ha constituido en uno de los tópicos de mayor importancia con un número de seguidores que aumenta día a día. No se pueden dejar de mencionar publicaciones especializadas como las desaparecidas Zona Gourmet, Sibarita y Gourmet o las vigentes Cocina y Vino y Bienmesabe, ésta última del portal El Estímulo.com.

Igualmente el material de consulta a la hora de salir a comer como la Guía Gastronómica de Caracas, que edita Miro Popic junto a su esposa Yolanda Quintana de Popic y la Guía Prestigio del editor Adolfo Artiles. Las secciones fijas y encartes de cocina con recetas y reportajes que desde hace varios años mantienen diarios y revistas como Estampas con Nury Gómez de Sucre o la sección Comer & Beber de Ileana Matos en El Nacional y las publicaciones de libros y fascículos editados por los medios de comunicación, tanto en Venezuela como en el mundo entero que, afortunadamente ahora, no tienen sexo ni edad y se mantienen en el tiempo.

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