Hacer yoga para sentirse bien: guía para principiantes

“Cualquier persona puede respirar. En consecuencia, cualquier persona puede practicar yoga”: estas son palabras del maestro TKV Desikachar, quien ha dedicado su vida a la enseñanza del yoga a personas de todas las condiciones y niveles de habilidad.

Esta práctica milenaria ayuda a fortalecer el organismo, le confiere al individuo un mayor nivel de consciencia sobre su cuerpo físico y espiritual, y genera una sensación de bienestar. Su práctica es una experiencia transformadora que suele acompañarnos por siempre.

En el caso de Verónica Nouel, el yoga cambió su vida de tal manera que podría hablarse de un milagro.

Licenciada en Gestión de la Hospitalidad y graduada como sommelier, Verónica dice haber tenido la fortuna de padecer parálisis facial causada por estrés y reafirma: “Sí, fortuna: porque esa fue la puerta que permitió la entrada del yoga a mi vida”.

Nouel está certificada como instructora internacional por la S-VYASA University de Bangalore (India), actualmente se dedica a la práctica y enseñanza del yoga para el bienestar integrando diferentes estilos (Vinyasa, Ashtanga, Hatha, Rocket, Budokon), meditaciones, ejercicios de respiración, relajación sonora y otras terapias holísticas.

-¿Qué le recomendarías a alguien que nunca ha hecho yoga y quiere comenzar?

-Lo primordial es investigar y conseguir un profesor con el que conectes. Eso es muy importante porque el yoga está de moda y hay demasiada gente tratando de enseñar cosas que no practica; siento que eso es irresponsable.

En segundo lugar, si no has practicado yoga nunca y te da miedo hacerlo en público, en internet hay muchos videos para principiantes que puedes probar y tener así un primer acercamiento a lo que sería una clase grupal.

Y si tienes limitaciones físicas (no puedes pararte o sentarte rápidamente, por ejemplo) mi recomendación es hacer una clase privada de manera que el profesor pueda atender tus necesidades y puedas sentirte más seguro. Esos serían los primeros tres consejos.

-¿Con cuál tipo de yoga sugieres iniciarse?

-Mi práctica base es el sistema tradicional de Ashtanga Vinyasa yoga, una secuencia fija de posturas (ásanas) que varían en dificultad y beneficio, que pueden ser modificadas según la necesidad del alumno. Es un estilo muy amable que va paso a paso acorde con el proceso del estudiante.

Pero el yoga no solamente son las ásanas sino que tiene una cantidad de preceptos y la respiración es uno de ellos. Yo tengo alumnos privados con los que primero empezamos por las respiraciones porque tienen poca movilidad, eso depende de cada individuo.

Lo más importante es que el profesor te guíe en el estilo que necesitas porque puede pasar que nunca hayas hecho yoga y tu primera clase sea de hot yoga, que no es para todo el mundo -y menos para alguien que está empezando-, vas a sufrir mucho.

“Lo bonito del yoga es que siempre hay un camino y una técnica para ti, lo importante es conseguir el guía que se tome el tiempo para enseñarte”

Verónica Nouel

-Hay gente que piensa que el yoga se trata de hacer posturas muy complicadas o muy simples y que no requieren trabajo.

–Lo más importante de todo es la respiración. Si estás en una ásana (postura) complicada y tu respiración está alterada, no estás haciendo la práctica como deberías, estás metiéndole al cuerpo un estrés muchísimo mayor de lo que necesita y no vas a obtener beneficios.

El inicio es una respiración nasal calmada, firme y muy consciente. Y dentro de los pranayamas o respiraciones yóguicas hay un menú muy variado que también va a depender de las características de las personas.

Por ejemplo, hay respiraciones que activan ciertos procesos y elevan la energía; a una persona hiperactiva no puedo darle esa práctica sino de otro tipo: de relajación, de conexión…

Prana hace referencia a la energía vital, el aire, la respiración y la vida. Ayama significa disciplina, control. Son ejercicios que nos ayudan a regular y controlar la respiración.

-Así como la respiración, ¿la meditación es parte fundamental del yoga?

-La meditación es muy importante, sobre todo en una ciudad como en la que vivimos; las ásanas y las respiraciones te preparan para una meditación de mayor calidad y más eficiente.

Hay muchas técnicas de contemplación, de respiración y concentración que te permiten entrar en estados meditativos donde obtienes un descanso consciente y en el que permites que el flujo de la formación llegue a ti de una manera más ligera.

Hay gente muy pacífica que entra en estado de meditación fácilmente, pero a una persona muy activa apagar o calmar la mente le va a costar mucho más; es más fácil comenzar por el ejercicio y luego entrar en la meditación.

“Las meditaciones son técnicas de contemplación, respiración y concentración que permiten entrar en estados meditativos, en los que el practicante está inmerso en el momento presente, y el cuerpo y la mente gozan de un descanso profundo y consciente»

Verónica Nouel

Los beneficios del yoga

“Cuando te mueves y respiras de manera diferente a lo que normalmente haces, el cerebro empieza a trabajar distinto, a generar nuevas neuronas y estas le demandan al cuerpo nuevos tejidos para hacer esas cosas y ahí ves la adaptabilidad de la máquina tan perfecta que es el cuerpo; yo lo he vivido en diferentes etapas de mi práctica”, cuenta Verónica Nouel.

Son muchos los beneficios que aporta la práctica regular de yoga:

• Mejora la atención y la concentración
• Disminuye los niveles de estrés
• Mejora la calidad del sueño
• Ayuda a aliviar la depresión
• Eleva la energía vital
• Mejora la capacidad respiratoria
• Aumenta la flexibilidad
• Reduce el dolor, incluso el que causan los problemas crónicos de espalda, la artritis, el síndrome de túnel carpiano y la osteoporosis
• Regula la tensión sanguínea
• Fortalece el sistema inmune
• Mejora la digestión

-¿Existen beneficios particulares cada sexo?

-Sí porque las hormonas funcionan de manera diferente en los hombres y en las mujeres, en ambos casos va a haber un balance hormonal muy importante.

Las ásanas son un estrés controlado, estás sometiendo al cuerpo a unos movimientos que no son habituales que te ocasionan niveles diferentes de estrés y se comienzan a segregar hormonas como la adrenalina y el cortisol.

Y cuando vas a la relajación, el organismo emplea esas hormonas no para defenderse sino para sanar, para balancearse químicamente y te cambia muchísimo el humor.

“Empiezas a tener herramientas para el manejo de tus emociones y cuando manejas estas, comienzas a manejar tu cuerpo.

-¿Hay un momento del día mejor que otro para practicar yoga?

-Definitivamente. Por ejemplo, en el yoga tradicional de Ashtanga el mejor momento es media hora antes de que salga el sol; son horas energéticamente importantes en la tierra y en tu cuerpo, vas a aprovechar mucho más la energía y combatir cosas como el síndrome metabólico; según los siddhi (sabios) de la India esa es la mejor hora.

Sin embargo, como uno se pone 40 mil excusas para no hacer las cosas, si vas a empezar hazlo a la hora que puedas, cuando tu rutina te lo permita. Yo comencé a practicar yoga de noche y sé la diferencia entre hacerlo de noche o de día, pero lo peor de todo es no practicar, así que lo importante es que practiques a la hora que puedas.

Hay veces que a uno le da como flojera, como fastidio y yo empiezo a negociar conmigo misma: hago 5 minutos, 10 minutos… y nunca me arrepiento, siempre sales mejor de una práctica de yoga de como entraste.

Una experiencia transformadora

Las Naciones Unidas proclamó el 21 de junio como el Día Internacional del Yoga como fecha para concienciar a la población sobre los beneficios de su práctica.

-Tu acercamiento al yoga fue a causa de la enfermedad, ¿cuándo podrías decir que empezaste a ver los resultados?

– Un día antes de viajar a España por una beca de estudios, fui a comer cereal y me babeé toda, creí que me estaba dando un ACV pero fue una parálisis facial.

Cuando llegué a España toda la piel se me puso como una llaga a causa de una reacción alérgica a la medicación; suspendí el tratamiento y empeoró todo lo demás. Estuve tres años con la cara paralizada y con mucho dolor, sobre todo en los hombros y en el cuello.

Cuando regresé a Venezuela en 2013 me aconsejaron que viera al doctor Alejandro Otero, quien es especialista en medicina china tradicional y al mismo tiempo comencé a hacer yoga.

Al final de la clase se hace una relajación consciente y la primera vez que la hice me fui en llanto porque no sabía que el cuerpo podía relajarse de tal manera; el alivio que sentí fue indescriptible.

-¿En qué momento decidiste enseñar a otros?

En esa primera clase tuve ese “momento ajá” y supe que tenía que compartir mi experiencia, estaba tan inmensamente agradecida por sentirme bien y aliviar el dolor de esa manera que me dije “yo necesito enseñar esto a otras personas para que experimenten esta sensación de bienestar. Mi humor mejoró porque ya no tenía dolor y las cosas comenzaron a fluir, todo empezó a cambiar.

La embajada de la India trajo al profesor Sharad Munde y me convertí en su traductora y guía en Caracas durante seis meses; luego obtuve una beca para estudiar en la Vivekananda Yoga Anusandhana Samsthana (S-VYASA) en Bangalore donde me certifiqué como instructor internacional.

Posteriormente hice un viaje a Estados Unidos y tuve la oportunidad de ir al Miami Yoga Garage donde estuve seis meses aprendiendo de sus mejores profesores. En Caracas he continuado mis estudios para seguir desarrollando mis habilidades como profesora de yoga y poder compartir esta herramienta milenaria que mejora la salud y la energía de las personas.

“Algo que repetían mucho en la universidad en la india es que podemos decir todo esto del yoga y de sus beneficios, pero lo más importante es que no me creas sino que vayas y practiques, lo averigües tú mismo, experimenta y desde ese lugar comparte cómo te ha funcionado”, concluye Verónica Nouel Devera.

Coordenadas de Verónica Nouel Devera

Web. www.vanadiskayoga.com
Instagram. @vanadiska
Correo electrónico. [email protected]