Opinión

Carta al graduando en las caravanas escolares

Aquí las reflexiones de un hombre que hace mucho dejó el bachillerato. Entonces era un párvulo como cualquier otro. De esos que festejaron un primer logro montándose en una caravana de alegría. Pero creció y reconoció que ser adulto es un lío fácil de sortear si se es fiel a sí mimo

Composición fotográfica: Mercedes Rojas
Publicidad

Te veo salido de la ventana de un carro. La euforia de tu juventud envuelta en una camiseta sudada —que ha sido rayada con mensajes de felicitaciones. “¡Nunca cambies!”, te han escrito tus amigos en la espalda con tinta indeleble, para que nunca olvides que tú fuiste el payaso de la clase, el cerebrito, la popular o el inseguro del salón.

Yo espero que jamás te tomes en serio ese “¡Nunca cambies!”. Cuando ya la celebración con el foamy y la cerveza se haya asentado en la memoria de las fotos de tu celular, cuando ya el bulto y la lonchera sean cosas del pasado, cuando ya te enfrentes a tu primer día en la universidad, espero que estés preparado para el cambio. Sobre todo, espero que estés preparado para ser verdaderamente tú.

Es un camino fuerte —que demandará mucho de ti y será tenebroso. Ahora bien, el día que decidiste que gatear no era lo tuyo y que era mejor levantarte sobre dos pies fue el día que abrazaste al mundo y le dijiste: “¡Aquí estoy!”. Piénsalo, tus padres hicieron todo lo que pudieron para que caminaras, reconocieras tu propia sombra y pelearon para que tu primera palabra fuera “papá” o “mamá”. Lo cierto es que tú solito fuiste quien te levantaste, reconociste tu propia sombra en la pared y dijiste “pelota” porque te podría importar menos tu papá o tu mamá. Lo que tú realmente querías era jugar a la pelota.

Adelantemos tu vida. Eres un ser humano que se levanta por sí mismo, con sombras que te rodean como bosques encantados. “Mamá” y “Papá” tienen sus propias opiniones y has aprendido a escucharlas porque no se puede pasar toda una vida jugando a la pelota. Pero escuchar consejos no siempre implica seguirlos. Escuchar significa tomar consejos para decidir el mejor curso de tu acción. Si quieres ser realmente quien quieres ser, no olvides esta lección. Eso es ser libre.

La libertad de ser tú mismo tiene su precio. Pero para lograrlo debes preguntarte: ¿qué harías si no tuvieras miedo? ¿Dónde estarás cuando dejes de temerle a lo que ya sabes que eres? Mucha gente se pasa una vida tratando de ser extraordinario y jamás lo logra. No se trata de ser extraordinario, querido amigo de la camisa rayada con mensajes que aluden a lo especial que eres. Se trata de emplear tu talento para lograr todo aquello que te haga extraordinariamente feliz. ¿Serás rico? Quizás. ¿Serás pobre? Depende. ¿Serás feliz? Esa es la pregunta.

La vida se basa en las preguntas que te haces. El truco consiste en encontrar la respuesta correcta. “¿Quién soy yo?”. Lo primero que piensas en la mañana y lo último que ponderas antes de acostarte es la respuesta. Te va a tomar tiempo en comprenderla, créeme. Bastián no se dio cuenta de que era el protagonista de su propia historia interminable hasta el final del libro. No pierdas tu tiempo siendo el lector; conviértete en el autor de tu propia historia.

Tendrás, ciertamente, que hacer varias versiones y rescrituras de tu historia. No es mentira que tendrás desaciertos y críticas y muchos, incluso los que hoy rayan caritas felices sobre tu camisa marrón, lloverán sobre tu desfile. Ahora bien, la única persona que puede montarse en Un tranvía llamado deseo eres tú. No seas Blanche DuBois, aquella que se ahogó en el pensamiento ilusorio. Más bien, sé Harry Potter. Su cicatriz especial en la frente no fue lo que lo llevó a montarse en el tren rumbo a Hogwarts. Fue su determinación de cambiar su porvenir.

Supera el bachillerato y apuéstale a tus imperfecciones. Busca a Barbra Streisand y Adrien Brody en Google y te darás cuenta de que si le hubieran prestado atención a lo que la gente pensaba sobre ellos, hace rato se hubieran operado la nariz. Haz de tu defecto una virtud y utilízala como herramienta para perseguir tus sueños. Busca amigos que no te vean ni flaco ni feo, ni gordo ni bello. Encuentra amistades que te vean aventurero.

Te sientes el rey del mundo en esa caravana de graduación. Lo sé, porque yo fui quien eres tú hace mucho tiempo. Atesora ese momento pero prepárate para los cambios que se avecinan. Lee el poema “Ítaca” de Constantino Cavafis, escucha la canción “Viena” de Billy Joel y concéntrate en levantar tus ojos a los montes. Toda caravana llega a su destino y es ahí querido amigo graduando, donde deberás bajarte y tendrás que comenzar a caminar. Suerte en tu aventura. ¡Espero que cambies!

Publicidad
Publicidad