Íconos

Las armas de María Corina Machado

Ella no se hunde en el miedo. Lo asevera incluso luego de haber sido imputada por el Ministerio Público con los cargos de conspiración, cuya pena alcanza los 16 años de cárcel. Tiene un proyecto de país: la renovación y reconstrucción de Venezuela, pero sin chavismo

Fotografía: AP IMAGES
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Lenguaje, rictus, diagnostico. Incluso, compañías: María Corina Machado ha ido mudando pieles y depurando etapas en un proceso personal que no ha sido demasiado apreciado por el público. Parada con claridad ante la compleja circunstancia nacional, hoy podemos detallar que la mutación se ha consumado. Aquella activista de la sociedad civil que solo intervenía para evaluar condiciones electorales y apuntar detalles técnicos ha ido consolidando sus atributos para navegar, ya de forma irreversible, en los dominios de la política. Ese intricado universo donde todo lo importante se decide, anhelado por muchos y despreciado por otros.

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¿Cuáles son tus expectativas personales ante lo que viene?

Lo primero que debemos tener claro, pienso, es que la transición en Venezuela ya comenzó, y es indetenible. Que la inmensa mayoría de los venezolanos quiere una sociedad distinta a la que tuvimos en el pasado y a la que tenemos hoy en día. Debemos pensar en cual será, en realidad, el tamaño real de esa mayoría que, con el ventajismo económico, de reglas, institucional, con las condiciones adversas en las cuales competimos, esto se haya traducido, de todas formas, en una victoria para las fuerzas democráticas. Esta es la peor derrota policita del chavismo en toda su vida. Ellos han sobreestimado los efectos del control político, del chantaje sobre una sociedad que han querido poner de rodillas. Cada día que pasa, cada ofensa, cada robo, llamado expropiación, de una finca, de una empresa, de una corporación, de un pequeño comercio, hacen crecer la mayoría.

¿Te sientes cómoda en la MUD, con tus compañeros de causa? Estás ahora en hábitat nuevo, haciendo causa con gente a la que habías criticado en el pasado. La María Corina de hace un año y medio, la sociedad civil, ha cambiado: ahora eres, con todas sus letras, un dirigente político.

El mayor desafío entre mis compañeros y yo es cómo construir y generar confianza. En eso hemos avanzado muchísimo. Yo he sido muy crítica de Chávez, pero también de la oposición. Y ellos de mí.

Para muchas personas en el campo de la oposición, eras, por excelencia, una figura que encabeza la postura crítica antes de los partidos convencionales.

Eso no quiere decir que no sienta que los partidos políticos en Venezuela necesiten una profunda revisión en muchas cosas. Si yo puedo ayudar en eso, esa sería parte de mi contribución.

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¿Te sientes parte, miembro, doliente de la causa de la MUD? El dato es importante porque la MUD ha sido muy criticada desde la propia oposición.

Cuando uno forma parte de una organización que tiene normas, y uno las asume, tiene que cumplirlas. El respeto a los acuerdos institucionales es fundamental y es parte del espíritu de reconstrucción nacional planteado. Eso no quiere decir que esté de acuerdo con todas las decisiones que ahí se tomen. Ahora, yo siento que, hoy en día, claro que formo parte del Bloque Unitario. Manteniendo mi independencia, por supuesto.

El salto de aquella María Corina que invocaba la causa ciudadana y la defensa de derechos civiles generales, a ésta, que está involucrada en un proyecto de poder, es irreversible. Hay un cambio sustancial de perspectivas y una evaluación de intereses y prioridades ¿Has pensando en eso?

Claro, yo soy un político y lo asumo como tal. Lo hago además con mucho orgullo. No hay mayor responsabilidad y honor en un ser humano que ser electo como representante del pueblo ante el parlamento en una república. Estoy ejerciendo y asumiendo un cambio decisivo personal, que sí, es para toda la vida. Soy ingeniero y mi postgrado es en finanzas corporativas. No me preparé expresamente para eso. El año 2010, pensando en este desafío, que es generacional, dije: “tengo que formarme, yo quiero ofrecerme a participar en la reconstrucción de este país. Me fui a Yale seis meses e hice un curso en Políticas Públicas y en Liderazgo”.

¿Esta es una decisión premeditada? ¿Te fue pasando sin darte cuenta?

Pensé: como esto es una posibilidad yo tengo que prensarlo a fondo. Quiero tomarme este espacio para ver a mi país en perspectiva.

Entonces, ¿eres político, sin apellidos y sin ninguna pena? ¿Nunca te oiremos decir que eres “un servidor público prestado a la política”, o cosas por el estilo?

Yo soy un político, ejerzo la política y trato de hacerlo cada día mejor.

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Un político habitualmente siempre cuenta con un partido, en primer término, y luego con un programa, que se expresa en un proyecto de poder ¿Es tu caso? ¿Piensas en el poder político como un objetivo personal?

Lo más importante es que yo tengo un proyecto de país. Evidentemente, para hacerlo realidad, tiene que existir la presencia en los órganos de poder. Pero es un proyecto colectivo, no es personal

¿Estás inscrita en un equipo de trabajo colectivo que está luchando por un proyecto de poder?

Eso es importante decirlo sin complejos: yo quiero ser parte de una alianza intergeneracional que transforme a Venezuela. Pero te digo algo más: un amigo en común me lo comentaba: “no hay nada peor para quien ejerce la política que estar pendiente del próximo cargo que va a ocupar. No va a lograr el segundo y va a hacer muy mal el primero”. Yo quiero una Venezuela que sea una sociedad autónoma: una sociedad que no dependa del estado; con instituciones que garanticen el ejercicio de los deberes y derechos de todos en el marco de la Constitución.

¿Te animarías a decirle a quien se quiere ir, que no se pierda el final de la película? ¿No es demasiado insensato ese optimismo?

Claro. Lo hago todos los días. Cuando alguien se quiere ir lo primero que hago es invitarlo a que lo piense de nuevo, a que ocupe su puesto, a que no se pierda la oportunidad de participar en la reconstrucción de este país. Y en mi caso, lo llamo realismo. Yo nunca he minimizado los riesgos, el impacto personal que tiene esto, para mí y para mi familia. Pero nunca he dudado de que Venezuela tiene un potencial extraordinario —que nuestra generación se encargará de desarrollar. Y en términos generales, pues uno de los grandes desafíos de cualquier agenda de reconstrucción es lograr que los venezolanos que se han visto forzados a irse regresen. Muchos de ellos van a regresar. Nadie debe tener dudas.

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