Economía

¿Por qué no hay más dólares para Fedecámaras?

Imprimiéndole una connotación revolucionaria a una medida que impone la severa escasez de divisas, el presidente Nicolás Maduro anunció que no habrá más dólares para Fedecámaras. Por su parte, le correspondió a Miguel Pérez Abad, Comisionado del Estado Mayor Económico, reconocer que para Fedeindustria tampoco habrá ni Cencoex ni Sicad, al señalar que “Se acabaron los dólares baratos para el sector productivo”.

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La verdadera causa de esta restricción no es una radicalización de la revolución. Sencillamente no hay divisas. El propio Presidente de la República reconoció que este año el ingreso petrolero ha caído a la mitad. Según datos de PDVSA, al cierre de 2014, las ventas de petróleo crudo, derivados y otros se ubicó en 105.271 millones de dólares, y se registraron ingresos financieros por el orden de los 23.168 millones, para un ingreso total de $ 128.439 millones de dólares. Estas cifras revelaron una reducción del ingreso en comparación con 2013, cuando el mismo se ubicó en 134.326 millones de dólares, 5.887 más que en 2014. Debido al colapso de los precios del petróleo –y bajo el supuesto de que los mismos se estabilicen en 60 $/b-, el ingreso en divisas de origen petrolero llegarán apenas a la mitad. En consecuencia, son los hechos los que determinan una drástica caída del ingreso en divisas y la imposibilidad de seguir vendiendo los escasos petrodólares a una tasa de cambio tan baja como las de Cencoex y Sicad.

¿Aumentar la gasolina o devaluar?

Entre aumentar el precio de la gasolina o devaluar el bolívar, el gobierno optó por devaluar. Por temor al costo político que le atribuye a estas medidas en un año electoral, intenta evitar el voto castigo presentando la devaluación como un golpe a Fedecámaras para que -en adelante-, las empresas afiliadas a sus cámaras compren los dólares que necesitan en el Simadi y dejen de reclamar divisas a la tasa oficial. Esto quiere decir que el sector productivo tendrá que ajustar el proceso de formación de precios a la tasa  Simadi, la cual ronda los 200 Bs/$, dejando de utilizar las tasas de Cencoex de 6.30 Bs/$ y Sicad de 12 Bs/$.

En consecuencia, la tasa Simadi encarecerá las importaciones y hará más competitivas las exportaciones venezolanas. En función de transformar la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador, esta  decisión que ha sido largamente esperada, pudo haber sido mejor explicada y justificada. Pero lo que constituye un importante paso de avance en la corrección de las nefastas distorsiones cambiarias que tanto daño le han hecho a la economía nacional, el gobierno ha preferido comunicarlo en un tono pugnaz -un golpe de gracia a la oligarquía y sus testaferros que se roban los dólares del pueblo-, lo cual tensa aún más las difíciles relaciones entre los sectores público y privado, justo cuando lo que el país requiere es un gran acuerdo entre el gobierno y el sector productivo para poder superar los graves problemas de caída de la producción, escasez, acaparamiento y especulación que siguen generando un creciente malestar en la población.

El impacto inflacionario

A la transición hacia la unificación cambiaria se le atribuye un impacto inflacionario que ciertamente ha sido registrado en el primer cuatrimestre del año. Ante la falta de liquidación de divisas a las tasas de Cencoex y Sicad, las importaciones se han ido realizando a las tasas de Simadi y el paralelo. Ante la certeza de que esta migración a Simadi tarde o temprano se concretaría -como en efecto acaba de ser anunciado por el Presidente de la República y por el Comisionado del Estado Mayor Económico-, un número creciente de precios ya habían sido ajustados con base en la tasa de Simadi y el paralelo. Eso explica en gran medida el auge inflacionario en el primer cuatrimestre del año, el cual ha devorado el ingreso familiar y amenaza con volver sal y agua el reciente aumento salarial.

Sin lugar a dudas, la coexistencia de Cencoex, Sicad y Simadi han devenido en un complicado régimen que -al dificultar el acceso a la divisa oficial y trasladar la demanda insatisfecha al mercado paralelo-, tiende a ampliar la brecha cambiaria y a recrudecer las distorsiones en la formación de los precios. El régimen de restricciones obliga a comprar las divisas más caras y termina anulando el anclaje de la tasa Cencoex y Sicad como instrumento de política antiinflacionaria. Cuando falla el régimen cambiario (liquidación transparente, oportuna y suficiente de divisas) los objetivos antiinflacionarios de la política cambiaria se ven, entonces, anulados. De allí que el empeño por mantener las tasas de Cencoex y Sicad para las importaciones públicas no servirá para contener la inflación. Todo lo contrario, la distorsión de precios que genera seguirá siendo el apetitoso incentivo para los especuladores y contrabandistas que amasaran millardarias fortunas revendiendo en los canales de la economía informal y el contrabando los productos que se importan a la tasa de cambio oficial. Unificar las múltiples tasas de cambio permitiría corregir esta perniciosa situación para comenzar a  calcular el PVP a una sola tasa de cambio más realista que corte de raíz los incentivos a la especulación y el contrabando.

¿A qué nivel se fijará la tasa única?

La nueva cotización de la divisa tendrá que estar en un punto intermedio entre los actuales extremos, cuya enorme brecha indica que la tasa Cencoex está considerablemente sobrevaluada, a la vez que la de Simadi está muy subvaluada. Ante la conjunción de un bajo nivel de reservas internacionales y el actual exceso de liquidez, el arranque de un cambio único a un nivel menor que Simadi no resultaría confiable ni sostenible, toda vez que las presiones de demanda en el mercado cambiario harían muy difícil aislar los factores especulativos para estabilizar la nueva tasa, sobre todo si no se corrigen los desequilibrios macroeconómicos, particularmente los asociados al financiamiento monetario del déficit fiscal.

De allí el reconocimiento implícito que el gobierno está haciendo de esta situación. Al vender un mayor porcentaje del menguado ingreso en divisas a la tasa Simadi, recogerá parte de ese exceso de liquidez y aliviará las presiones sobre el dólar paralelo. Mientras más dólares vendan Pdvsa y el BCV en el Simadi, la brecha entre éste y el paralelo se estrechará cada vez más y la cotización del dólar tenderá a bajar. Así, quienes amasan grandes fortunas especulando preferirán vender sus posiciones en divisas antes de que el paralelo caiga a su mínimo nivel.

¿Es sostenible la unificación cambiaria?

Al despejarse la incertidumbre sobre la tasa de cambio futura, se reactivarán los flujos de inversión extranjera, exportaciones no petroleras, turismo internacional y repatriación de capitales. Esto aumentará la oferta de divisas y el dólar paralelo –que marca la formación de precios- tenderá a la baja.

La propia unificación cambiaria al nivel de la tasa Simadi aliviará el déficit fiscal, al permitirle al gobierno obtener más bolívares por cada dólar que venda. Si además sincera el precio de la gasolina, PDVSA podrá sanear sus finanzas y no tendrá que recurrir a nuevos endeudamientos con el BCV. Así, el instituto emisor recibirá menos presiones para emitir dinero base, lo cual ayudará a poner freno al desmesurado crecimiento de la liquidez monetaria y aliviar las presiones sobre el mercado cambiario.

Para facilitar la transición hacia la unificación cambiaria es necesaria una firme disciplina fiscal que limite el gasto al nivel de ingresos y, a su vez, una reforma fiscal orientada a mejorar la recaudación, aumentar la alícuota de ISR, reducir el IVA, y reactivar los impuestos al lujo, activos empresariales, transacciones financieras y débito bancario, así como racionalizar el arancel de aduanas plagado de exenciones y exoneraciones que no se justifican y tienen un considerable impacto en los ingresos fiscales.

¿Qué hacer con las ganancias cambiarias?

Al país hay que hablarle claro. En lugar de encubrir las razones que realmente obligan a tomar estas medidas cambiarias con una agresiva retórica anti-empresarial que desincentiva y aleja la inversión nacional y extranjera, el gobierno puede convertir la amenaza en oportunidad y anunciar que las ganancias cambiarias serán la fuente de financiamiento para los programas de políticas agrícola, industrial y tecnológica que permitan reimpulsar la producción nacional, en función de sustituir importaciones, ahorrar divisas y mejorar el balance en el mercado cambiario.

Así como se ha planteado destinar las ganancias que genere un precio justo de la gasolina a financiar las prioridades sociales, en el caso de las ganancias cambiarias estas deberían destinarse al financiamiento de la reactivación, reconversión y reindustrialización del aparato productivo nacional, en función de transformar la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador. Al reactivar la producción, la combinación de políticas macroeconómicas y sectoriales contribuirá a abatir las presiones inflacionarias, tanto por el lado de la demanda como por el lado de la oferta, creando las condiciones necesarias para desacelerar drásticamente el ritmo inflacionario, estabilizar los precios y proteger la capacidad adquisitiva de los salarios que es lo que realmente interesa a la inmensa mayoría de la población que vive de un ingreso fijo.

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