Consumo

Se agrava la falta de maíz, trigo y arroz en Venezuela

Las colas por el pan, las arepas rellenas que valen un día de salario mínimo, el arroz ausente de la mesa familiar, serán problemas más graves en Venezuela en los próximos meses, a menos que se revierta de inmediato el derrumbe en la producción e importación de trigo, maíz y arroz.

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Foto: Seth Perlman | AP

Cifras del mercado sobre el comercio, disponibilidad y consumo de estos cereales estratégicos para la población revelan un dramático desplome en volumen, en abril respecto a marzo y respecto a un año antes. La tendencia se agrava en las proyecciones de mayo.
La caída también alcanza a otros cereales, desde la avena y el sorgo, hasta la cebada de las cervezas, según las cifras analizadas por El Estímulo.
Los datos recopilados por AgroChart, una firma integrada que desde 1970 maneja estadísticas y evalúa precios y flujos comerciales internacionales de granos y cereales, verifica en números lo que pueden constatar millones de venezolanos: hay una escasez real de alimentos esenciales que tiende a agravarse cada día que pasa.
Entre abril de 2016 y abril pasado la producción anualizada de maíz en Venezuela fue de un millón de toneladas, lo que supone un retroceso de 13%, es decir, 150.000 toneladas con respecto al año anterior.
Las importaciones, que superan de lejos la producción nacional estuvieron al cierre del año analizado en 1,7 millones de toneladas, es decir, 2,18% menos que abril de 2016 y 22% menos respecto a marzo.
Las importaciones del grano desde Estados Unidos desaparecieron por completo tras haber registrado 1.080.000 toneladas entre 2015 y 2016.
El consumo interno acusa los efectos de este desplome en la disponibilidad y sumó 2,8 millones de toneladas, con menos de 9,67% respecto al período comparado y de 15% respecto al consumo anualizado a marzo.
Los inventarios finales en el mes estuvieron en 121.000 toneladas, con una caída de 45% respecto a lo que había disponible un año antes y de 30% a marzo.
La producción general propia de maíz en Venezuela en esta temporada es la más baja desde las 980.000 toneladas recogidas en la cosecha 1998/99.
Arroz amargo
En arroz, la producción anualizada al cierre de abril fue de 305.000 toneladas. Con una reducción de 10% respecto a un año antes. Las importaciones se mantuvieron en 400.000 toneladas, similar a la de un año antes, pero 20% menos que las 500.000 toneladas traídas en la gestión de 2014/15.
El consumo nacional total cerró en 665.000 toneladas, similar al de un año antes, pero menor a las 690.000 toneladas del período 2014/2015.
La producción nacional del cereal es la más baja desde los 290.000 toneladas cosechadas en la zafra 2002/2003.
Pan duro
En trigo, las importaciones se han desplomado hasta 1,2 millones de toneladas, casi 13% menos que el año anterior y 7,69% menos que al cierre de marzo, según la misma fuente.
La cifra es menor en 340.000 toneladas a las importaciones en el año 2014/2015, cuando no era patente la escasez que mantiene en jaque a las panaderías de Venezuela.
El consumo efectivo de trigo y sus derivados es 20% inferior a un año antes y más de un tercio inferior (-550.000 toneladas) a lo que consumía el país en 2014/15.
Históricamente Venezuela había sido uno de los países del mundo con mayor consumo de trigo y pastas per cápita.
Los inventarios disponibles están en 77.000 toneladas, es decir, unas tres semanas a la tasa de consumo actual.
Fuentes de la industria de molienda de trigo que piden el anonimato por miedo a represalias de los militares, indican que las grandes empresas están técnicamente intervenidas por el gobierno de Nicolás Maduro, que emplea a generales y coroneles para la gestión diaria y ordenan a las empresas destinar 90% de la harina a las panaderías de barriadas donde los intereses electorales del chavismo son prioritarios.
En el camino también han sido particularmente afectadas las grandes panaderías industriales, lo que explica la creciente escasez de pan de sándwiches, galletas y dulces.
En otro orden de ideas, según las más recientes cifras del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) sobre el comercio mundial en bruto de granos, las importaciones totales anualizadas de maíz por parte de Venezuela se desplomaron a solo 1,6 millones de toneladas a mayo.
Se mantiene una tendencia a la depresión, si se considera que en el año comercial completo, terminado en septiembre pasado Venezuela importó 1,7 millones de toneladas del cereal de las arepas, casi un millón menos que los 2,626 millones de toneladas traídos en el año 2013/14.
Sobre el arroz, el USDA reporta que pese a la creciente inestabilidad del país se triplican las exportaciones del cereal estadounidense a Venezuela cuya demanda ha permanecido fuerte.
Las proyecciones indican un aumento de 20.000 toneladas hasta las 400.000 toneladas en el año comercial.
El informe destaca que la economía venezolana se desplomó el año pasado en 10% del Producto Interno Bruto (suma total de riqueza generada en un año) con una inflación esperada en 1.660% en 2017.
Las condiciones para la agricultura local empeoran, lo que se expresa particularmente en estos rubros esenciales de consumo masivo que son las principales fuentes de hidratos de carbono para el venezolano promedio, según otros analistas.
Los precios del petróleo permanecen bajos y hay un decreciente flujo de divisas y una limitada importación de productos agrícolas básicos y materias primas, como semillas, fertilizantes, pesticidas, maquinarias y equipos, señala por su parte el último informe del USDA.
La escasez de diésel también ha tenido impacto en la temporada de siembra en 2017, lo que ha reducido el área plantada y la producción de maíz y semillas, agrega.
“El gobierno mantiene un estricto control de cambios y Venezuela es altamente dependiente de importaciones agrícolas y productos básicos. Las importaciones son manejadas exclusivamente por corporaciones del Estado, que compran aproximadamente 80% de todas las importaciones agrícolas del país”, señala el análisis.
“La caída de los ingresos petroleros del gobierno para comprar maíz y trigo ha resultado en que la mayoría de los molinos de harina estén produciendo solamente 54% de su capacidad instalada con líneas de producción que sufren interrupciones de varios días e inventarios apretados hasta el último grano”, agrega.
El área cultivada de maíz está cayendo a solo 380.000 hectáreas en el año 2017/18. Cerca de 55% es destinado a maíz blanco para consumo humano y el restante es amarillo para consumo humano y animal y para la elaboración de alimentos concentrados.
La producción nacional va a camino a tan solo 950.000 toneladas métricas debido a la severa caída de insumos y a que equipos anticuados necesitan ser reparados o actualizados, explica.
“La producción será insuficiente para satisfacer por completo las necesidades totales de la demanda para consumo animal y humano, por lo que las importaciones serán más necesarias en 2017/18”.
“En general la demanda de granos para consumo animal está cayendo mientras los productores de animales de granja están ajustando sus operaciones de alimentos concentrados bajo la presión de limitados suministros e inventarios”, señala el informe.
Las proyecciones de consumo totales han sido reducida a 3,15 millones de toneladas para el periodo mayo 2017/2018, según este enfoque.
Esto supone una reducción de 150.000 toneladas respecto la zafra 2016/17.
“Las importaciones totales se proyectan en dos millones de toneladas, con el gobierno firme como el principal importador de materiales agrícolas esenciales, pero la entrega es incierta. Las importaciones del sector privado ocurren, pero en muy limitados volúmenes”, señala.
En arroz, según estos cálculos, el suministro total al mercado de consumo, incluyendo cosecha nacional e importado, caerá a 747.00 toneladas, contra 797.000 toneladas el año anterior y 837.000 toneladas en 2015/2016.
Habrá 40.000 toneladas menos de arroz procesado en los molinos y los inventarios finales se ubican en 37.000 toneladas, lo que equivale a tres semanas de consumo al ritmo actual, contra 67.000 en 2015.
En trigo, “la crisis económica y las limitaciones de importaciones han creado un severa escasez y la industria solo está cubriendo 54% de la demanda interna. La falta de pan se hace cada vez más frecuente este año y el consumo de harina se proyecta en 1,1 millones de toneladas en el periodo 2017/18”.
Esto es bastante menos que los 1,650 millones de toneladas del período 2015/16 y los 1,520 millones de toneladas del año pasado.
Los inventarios finales, en 77.000 toneladas, alcanzan para poco más de tres semanas al ya disminuido ritmo de consumo actual, según el informe del USDA que ratifica las tendencia expresadas por agentes comerciales del mercado.]]>

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