Resultó un año complejo en lo que se refiere al encuadre de las políticas económicas en un marco institucional cambiante. Esto exigió una gran flexibilidad para enfrentar las restricciones derivadas de los desequilibrios macroeconómicos preexistentes y de elementos extra económicos que afectaron sensiblemente el desenvolvimiento de las principales variables objetivo.
Durante este año el desempeño de la economía venezolana estuvo influenciado adversamente por factores tanto internos como externos. En el ámbito externo, el año se inició con acuerdos de recortes en los volúmenes de producción de crudos, previamente establecidos en el seno de la OPEP, con sus respectivos efectos sobre la actividad económica interna y las cuentas fiscales. Sin embargo, el ambiente bélico presente en el Medio Oriente, determinó que el precio promedio para la cesta venezolana alcanzara los US$/b 22,08, situación que pudo contrarrestar parcialmente los efectos desfavorables de los recortes en la producción.
En el plano interno fueron decisivos, al menos, los siguientes factores: i) una situación fiscal que presentó rasgos de insostenibilidad en el mediano y largo plazo; ii) el debilitamiento del marco
institucional en la percepción de algunos agentes económicos y; iii) un contexto de fuerte conflictividad política.
La interacción de estos factores se tradujo en una significativa contracción del PIB (8,9%), y en una tasa de inflación que más que duplicó el nivel del año precedente.
Esto sólo pudo producirse en una economía que experimenta un choque negativo de oferta, más que proporcional a un choque negativo de demanda.
Lo anterior corresponde a la introducción del Informe económico 2002 del Banco Central de Venezuela, en el que -reemplazando las cifras expuestas- se dan similitudes con el presente.
Quince años han pasado del golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez y el país está peor que entonces, no solo en lo político, económico y social, sino en lo institucional.
Mucha ha sido el agua que ha corrido bajo el puente, buena parte de ella llevada por los elevados precios del crudo que permitió aumentar las importaciones y el consumo con una tasa de cambio fija que dio pie a los más grandes casos de corrupción, investigados por la Asamblea Nacional, ahora de mayoría opositora.
La gravedad del momento el gobierno pretende ocultarla no publicando las cifras que dan cuenta del estado de deterioro en el que se encuentra sumida Venezuela y con el que sus ciudadanos se topan día a día.
Un Decreto de Emergencia Económica otorgado de manera írrita en enero de 2016, luego extendido a Estado de Excepción, le dio poderes especiales al presidente Nicolás Maduro para seguir gobernando por decreto como lo había hecho hasta entonces vía Habilitante.
Burlando la Constitución de la República de manera reiterada desde que llegó al poder el 19 de abril de 2013, hasta el presente, el gobierno de Maduro enfrenta el juicio de la comunidad internacional tras un reciente autogolpe judicial que mantiene en protesta permanente a los venezolanos en las calles.
Sin cifras oficiales que puedan corroborar el estado de una sociedad depauperada, la fuerte escasez de bienes nacionales, la oferta de productos importados a dólar libre (Bs 4.411 al 10 de abril), una inflación desbocada y la caída del poder adquisitivo, le dicen al ciudadano común y corriente que su situación es muy mala y que se puede ser peor si las autoridades no deciden introducir los cambios necesarios para devolver si quiera un poco de confianza a los mercados (nacionales e internacionales).
A 15 años del golpe de Estado contra Chávez, que el gobierno recuerda hoy con varios actos, Venezuela está convertida en un gran mercado negro por la distorsión de los precios relativos, producto de los controles de precio y de cambio.
Quince años de políticas económicas en dirección contrario al libre mercado, la mayor parte de ellos tratando de imponer un modelo socialista que ha llevado a los venezolanos a fuertes racionamientos y largas colas -amén de las humillaciones- también han sometido a la industria petrolera, la principal del país, a los dictámenes políticos del presidente de la República.
Con una producción petrolera venida a menos, Venezuela bombea 1,9 millones de barriles diarios, cuando en 2002 sacaba poco más de 2,5 millones de b/d. Y esta esta industria la que provee 96% de los ingresos en divisas.
Recortes en las importaciones a dólares preferenciales y la autorización a los particulares a traer de otros mercados mercancías con sus propias divisas, son combustible para la inflación.
Analistas han coincidido en señalar que Venezuela vive hoy su peor crisis en 200 años, una recesión con ribetes de depresión económica que sume en la pobreza a 82% de la población.
El Estímulo presenta los indicadores económicos que se mostraban en 2002 y los estimados para 2017 en el mejor de los casos:
1.- Inflación: El comportamiento de los precios (Indice de Precios al Consumidor en el Área Metropolitana de Caracas) en el primer trimestre de 2002 se ubicó en 4,2%. Ese año terminó en 31,2% luego del golpe de Estado de abril y del inicio del paro nacional de actividades.
El diputado a la Asamblea Nacional y economista, José Guerra, informó que el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) alcanzó 20,1% durante el mes de febrero de 2017. Mientras que la tasa acumulada durante los primeros dos meses del año llegó a 42,5% y la anualizada a febrero a 741%
2.- Producto Interno Bruto: En el período enero-marzo de 2002 la caída del PIB fue de 4,2% y para el año fue de -8,9%. Para la fecha no hay cifras, pero cálculos privados señalan que durante 2016 la economía pudo haber caído entre 18 y 20%. Economistas sostienen que solo en los últimos tres años Venezuela se ha contraído una cuarta parte.
3.- Reservas internacionales: Estos activos se encontraban en $15.213 millones el 11 de abril de 2002 y se mantuvo sobre los 15.000 millones hasta el 23 de diciembre para caer por debajo de ese nivel.
Al 9 de abril de 2017, última fecha disponible al momento de redactar esta nota, las reservas totalizaban $10.635 millones. Se espera que en el año bajen aún más producto de los compromisos de deuda externa pendientes.
4.- Precio del petróleo: La cesta venezolana de exportación alcanzó un promedio de $22,08 en 2002, poco más de 4 dólares en comparación con el cierre del primer trimestre.
La semana terminada el 7 de abril, el petróleo venezolano promedió $43,57.
5.- Riesgo país: La percepción de los inversionistas sobre la eventualidad de una cesación de pagos era de 868 puntos el día del golpe en 2002. Quince años más tarde es de 2.251, es decir, 2,6 veces, siendo el más alto entre los países emergentes medidos por la banca de inversión JPMorgan.
6.- Tasa de cambio: El tipo de cambio único era de Bs 895,75 para la venta el 11 de abril (No había control de cambio). Quince años más tarde y después de varios experimentos fracasados existen la tasa Dipro (10 bolívares por dólar), Simadi (el BCV fija un precio diario que ahora está en Bs 713), la tasa bolívar-peso de las casas de cambio fronterizas que luego es cambiado a dólares y el paralelo, marcador de los precios de la economía y que este lunes de 10 de baril cerró en Bs 4.411).
7.- Escasez: Consecuencia de los desequilibrios cambiarios y de la reducción en la asignación de divisas a los privados. muchos productos se han dejado de producir por falta de materias primas e insumos, las plantas se han paralizado temporal o definitivamente y algunas marcas han desaparecido del mercado. Otros, se importan y cada vez son más los que llenan los anaqueles, pero a precios impagables.
De acuerdo con la firma Datanalisis, las fallas de abastecimiento se han ido corrigiendo con importaciones, por lo que asegura que este año el problema será de menos demanda.
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