La exposición consistió en cientos de stands instalados a lo largo de la estructura ovalada, de este antiguo centro de espectáculos en el sur de Caracas, distribuidos en dos pisos y parte del estacionamiento. Empresas estatales y privadas se dieron cita en el evento. Sin embargo, muchos salieron con la sensación de «no verle el queso a la tostada», como diría el refrán popular.
Pdvsa, con varios puestos de sus filiales, recibía a los miles de venezolanos que visitaron la feria durante los tres días.
Este lunes 30 Maduro dio su propio balance del evento que según sus cifras atrajo a 302.000 visitantes, con la participación de 367 empresas, 190 de ellas privadas, se firmaron 734 millones y se negociaron 734 convenios de alianzas comerciales y financieras. El gobernante también anunció como efectivas, enormes cifras de acuerdos de exportación, créditos y convenios.
En uno de los puestos, un trabajador, micrófono en mano, aseguraba que, «a pesar de las condiciones y de todo lo que sabemos, los trabajadores se mantienen en pie». De la pantalla donde leía las «fases del proceso de la industria petrolera», se podía leer el nombre de un nuevo plan denominado «Injerto socialista».
La filial estadounidense de Pdvsa, Citgo, mostraba la figura del beisbolista grandeliga Jose Altuve, en las paredes del stand, nada más que eso también.
Empresas de transporte y otras que comercializan productos, cuya materia prima es importada, también dijeron presente.
La petrolera francesa Total, empresa que según se lee en sus folletos informativos, «contribuyen a la formación de talento de Petro Cedeño», entregaba volantes sin mayor información.
Y esas precisamente eran constantes en la exposición, stand cuyos productos ofertados son fabricados con materia prima importada, dada las limitaciones y con escasa o nada información.
Es el espectáculo de este tipo más sonoro presentado por el gobierno a pocas semanas de las elecciones presidenciales anticipadas del 20 de mayo, y mientras el país está sumido en la peor depresión económica vivida por cualquier país americano en 100 años; con un desplome del tamaño de la economía de 50% en menos de cinco años y una hiperinflación que según estimaciones de economistas independientes superará este año el 160.000 por ciento. Al relatar el «éxito» de la exposición, Maduro reiteró que después del 20 de mayo se dedicará a relanzar la economía por todo el país en «un gobierno nuevo» y atribuyó la situación actual a lo que calificó como una conspiración criminal de sus adversarios.
Los puestos que más acogían visitantes eran aquellos donde se exhibían productos de cuidado personal y aquellos con alimentos.
La frustración de las personas era evidente cuando escuchaban la reiterada frase: «no vendemos. Es solo para la muestra».
Procter & Gamble, Heinz, La Giralda, Nestlé, Genica, estuvieron allí. Heinz y Nestlé solo con sus respectivos puestos. Los otros, presentando únicamente productos «muestra» pero que son muy buscados por los venezolanos.
«Cuando se volverán a ver», les preguntaban a los representantes de las marcas sin obtener respuestas.
Otras empresas como el Grupo Mistral que venden productos que vende productos de cuidado personal, explicaron que solo los venden bajo pedido dado lo complicado de conseguir los compuestos.
La empresa también elabora empaques y botellas, tanto para el sector salud como para el de alimentación. Todos los empaques se hacen con materia prima importada.
«Aunque trabajamos con productos derivados del petróleo, lamentablemente nuestra industria petrolera no está produciendo los compuestos necesarios», relataba uno de los representantes.
Muy cerca de ese puesto, se encontraba uno identificado como «Cacique Aragua». Allí habían muestras de pañales, toallas sanitarias y papel higiénico. Productos cuyos nombres eran reconocidos por todo aquel que pasaba: Scott, Huggies y Kotex. Y es que esa «empresa» era Kimberly-Clark, una trasnacional cuyas instalaciones fueron tomadas por el gobierno.
Una joven le explica las madres, con bebés cargados, aglomeradas en el puesto, que los trabajadores asumieron el control pero que han tenido «dificultades con el código» para poder vender los productos.
Aseguraba la joven que en poco tiempo volverían a sacar los productos al mercado. Mientras, estaban aliándose con empresas del Estado y privadas.
La gente le reclamaba que eran productos que se necesitaban.
En los pocos puestos de empresas de alimentos que ofrecían muestras, las colas eran de varios metros.
También en un puesto que mostraba detergentes artesanales, los visitantes, con potes de agua vacíos y vasos que sacaban incluso de la basura, hacían fila para agarrar una pequeña cantidad del producto.
El lamento colectivo de las personas que pasaban por los puestos que mostraban harinas, enlatados y vegetales resonaba en la inmensidad del Poliedro.
Una feria cuyos expositores califican de «esfuerzo», el hecho de invertir en Venezuela y no ocultaban sus planes de expandirse fuera de las fronteras del tricolor nacional…
El representante de una empresa que fabrica sillas, radicada en Táchira, relataba que el plástico utilizado para la elaboración de sus productos se lo suministraba Pequiven a través de un «cupo». Desde septiembre, la empresa estatal dejo de venderle la materia prima alegando la poca producción del mismo.
El encargado relata que la empresa de sillas ha subsistido gracias a que tenía un inventario suficiente que le permitirá llegar hasta fin de año. De allí en adelante, es una interrogante.
No descarta tener que adquirir materia prima en el extranjero lo que inevitablemente afectará el costo del producto final que por ahora, ronda entre seis y trece millones, dependiendo del modelo de sillas.
Se muestra confiando el encargo del negocio, en que ya está coordinado exportar los productos a Colombia y con eso, contar con capital para conseguir lo necesario para seguir construyendo más sillas.
Para él, Pequiven está poniendo «excusas» no sabe si para «negociar» mejores precios. Aprovechó su presencia en el lugar para conversar con varias autoridades del gobierno que pasearon por la exposición y relatarles lo que vive.
A eso se le suma que la empresa distribuye en Caracas a través de una reconocida cadena de ferreterías pero «los pedidos han bajado porque la gente no está comprando», manifestó.
También se observaron dos puestos de laboratorios farmacéuticos, visitados por muchos ante la escasez de medicinas. La respuesta de los encargados fue la misma: no vendían medicinas y las que estaban promocionado esperan retornen al mercado en mayo.
Altos costos aún en socialismo
Otra de las quejas de quienes visitaban la feria eran los altos costos de las pocas cosas que se podían adquirir. Eso incluía el precio de lo que se vendía en los puestos de comidas.
Una coca cola de lata rondaba los 250 mil bolívares. Un gatorade, 300 mil mientras que un trozo de torta costaba medio millón de bolívares.
En cuanto a productos mostrados y que se podían comprar, estaba la empresa Spraymatic que ofrecía aerosoles cuyos precios iban desde 600 mil bolívares, él ambientador más barato, hasta un millón y medio.
Por su parte, la marca New Arrival, fabricante de zapatos deportivos, ofrecía una gama de modelos que iban desde los cinco millones hasta los veinte.
Zapatos, en su mayoría botas, cacao y ron de distintas marcas eran exhibidos.
La industria militar también tuvo sus exhibiciones. Armas, uniformes militares, vehículos y hasta vegetales de «Agrofan», fueron mostrados al público.
En el estacionamiento del Poliedro se desplegaron empresas, publicas y privadas, destinadas al agro.
Cochinos, caballos, vacas, chivos, gallinas y hasta avestruces fueron trasladas a la exposición.
Algo que llamó la atención de muchos, era la exhibición de los huevos de avestruz. Aunque no estaban a la venta, la encargada de la finca donde los cría ubicada en Villa de Cura, estado Aragua, explicaba las bondades del producto. Y es que, un huevo de avestruz equivale según ella, a un cartón de huevos. El detalle es que el costo de cada uno ronda el millón de bolívares. Y además, depende del periodo de postura del animal.
Algunas personalidades se hicieron presentes en el evento como Eduardo Saman. También directores de organismos públicos quienes iban con camarógrafo y fotógrafo de lado y lado, generando un caos en los estrechos pasillos de la exposición.
Un evento que estuvo además fuertemente vigilado por la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional.
En cuanto a la visita de altos funcionarios del gobierno, éstos participaban desde un set cuyo acceso era restringido y que se podía ver por las pantallas ubicadas a lo largo del Poliedro.
Tal fue el caso del ministro para las Comunas, Aristobulo Isturiz.
El ministro criticaba la actuación de algunas empresas que, según él, se prestaban para la «guerra económica». Pero también criticaba la actitud de algunos venezolanos e invitaba a «construir lo que necesitaran. Que agarren su champú y se lo coman. Nosotros crearemos lo que necesitamos», decía.
Isturiz también relataba cómo una señora beneficiada con una vivienda le comentaba que no se mudaría hasta poner una reja y que para eso necesitaba una ayuda de 200 mil bolívares ya que ni ella ni su esposo trabajaban.
El ministro, en tono de reclamo, le espetó que por qué no la construían ellos mismos. Criticaba que hubiese una empresa que vendía esas rejas para hacerse rica y que los habitantes de cada Misión (programas sociales inmobiliarios) debían organizarse y proveerse de lo que necesitarán.
Una señora escuchaba al ministro justo frente a un puesto de Pequiven que tenía exhibido material de desecho. Mientras prestaba atención a lo que decía Isturiz, reclamaba que no se le brindaran facilidades a los consejos comunales para, precisamente construir.
«Mira, tienen todos estos desechos que nos pueden servir y solo nos ponen trabas», le decía a su compañera.
La experiencia de un recorrido que puede durar dos horas, es la de un país con tantas potencialidades como dificultades para producir.
Escasez de materia prima, altos costos, problemas de distribución y falta de garantías son los principales enemigos de una economía duramente golpeada.]]>