Economía

Las morosas proyecciones del FMI para Venezuela: la economía crece 5% en 2023

El informe actualizado Perspectivas de la Economía Mundial, difundido en el marco de la reunión de Primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), lleva a peor las previsiones sobre Venezuela, respecto a lo que se esperaba en octubre pasado.

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El FMI ve la economía venezolana

El Fondo Monetario admite que hacer proyecciones y previsiones sobre la economía venezolana y hasta evaluar su estado actual es difícil y complejo, pero de todos modos le dedica algunas líneas a este menguado país en sus informes semestrales sobre el estado de la economía mundial.

Este martes 11 de abril el FMI actualizó su informe WEO (World Economic Outlook, o Perspectivas de la Economía Mundial) y Venezuela aparece con la tasa de inflación más alta del mundo, pero también con una estimación de crecimiento del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) el más alto de América después de Guyana.

En cuanto a la inflación, el FMI también proyecta una tasa promedio de 400% para 2023 y de 250% para el final del período, es decir, cierre del año. El indicador de precios mejora un poco para el cierre de 2024, hasta 230%.

Estos números suponen un empeoramiento respecto a las estimaciones de octubre pasado, cuando el FMI proyectaba un crecimiento del PIB de 6,5% en 2023 para Venezuela, con una inflación de 150% para el próximo cierre del año.

Sigue siendo la inflación más alta del mundo, aunque está bastante lejos de aquél 2.960 del año 2020 y del 686 del año 21 y hasta del 310% del 2022, recogido en retrospectiva por el FMI.

El Producto Interno Bruto per Cápita mide el pedazo del pastel de la economía que le toca a cada habitante del país.

En el año 2020 este otro indicador cayó a un antes inimaginable valor de $1.570 por persona, de modo que los venezolanos le disputaron a los haitianos el podio de los más pobres de América y el Caribe.

En medio del rebote de la economía tras el fin de la hiperinflación y la dolarización informal, el PIB per cápita subió algo en 2021, hasta $2.070 por persona, para seguir hasta $3.460 en 2022 y un estimado de $3.640 en este 2023 de marras.

Muy muy lejos todavía de aquellos tiempos de la era democrática en los que Venezuela tenía uno de los ingresos per cápita y un producto per cápita de los tres más altos de América Latina y el Caribe. Este era un país rico, polo de migrantes venidos principalmente de toda América y de Europa.

A manera de ejemplo, el pequeño Ecuador, cuya economía es hoy más poderosa que la de Venezuela, tuvo un PIB per cápita de $5.670 en 2020, para subir hasta $5.980 en el año 21; a $6.460 en el 22, y a $6.640 en este año 23.

La proyección indica que Ecuador llegará hasta $6.990 en 2025, pese a sus problemas económicos y políticos.

Huelga decir que Ecuador, con una economía formalmente dolarizada, mantiene una política de transparencia informativa y precisión de datos reportados a los organismos internacionales como el FMI, uno de sus aliados más importantes.

Números en primavera

El FMI también actualizó la Base de Datos asociada a este informe, lo que brinda la oportunidad de revisar cómo ven sus técnicos a los grandes números de la economía venezolana, la cual, como sabemos, acaba de aterrizar estruendosamente de un vuelo de gallina que duró algunos meses, en los que la propaganda chavista propaló la tesis de «Venezuela se arregló», ya desmentida por la propia realidad.

El PIB mide el valor, generalmente en dólares, del total de bienes y servicios que produce una economía en un período determinado, de un año, o un trimestre.

Aunque ese 5% de crecimiento previsto para 2023 por el FMI para Venezuela es bueno, tampoco es para tirar cohetes al aire, si se considera que el mismo FMI estima que la economía creció 8% en 2022, un 0,5% en 2021 y había caído -30% en 2020.

Como ya en 2019 se había desplomado otro -27,7%, y en 2018 un -19,7 y en 2017 un -15,7%, resulta que ese 5% de recuperación en 2023 es todavía una lejana lágrima comparado con una pérdida superior al -90% del tamaño de la economía, acumulada entre 2017 y 2020.

Como el PIB no es más que la suma de la riqueza que genera un país, es como si alguien perdiera 90 lingotes de oro en una fiesta en un apartamento y se alegrara y montara otro brindis porque recuperó cinco de ellos en medio de la resaca

El crecimiento en todo caso es un indicador, una fotografía del momento, y claro que es mejor crecer aunque sea 5% en 2023 y esperar otro 4,5% en 2024 que seguir cayendo en barrena.

Pero insistimos, es como si la economía de Venezuela se hubiera desplomado por el hueco de un ascensor de una enorme torre, hasta el sótano -90, y ahora haya logrado rebotar hasta el piso -78 (sumando el crecimiento de 2022 y 2023).

La letra pequeña

Eso sí, en sus números y palabras acerca de la economía Venezuela el FMI deja claro que mantiene sus reservas acerca de estas previsiones, por una razón sencilla y compleja: la falta de datos oficiales confiables, creíbles y verificables.

Es el mismo problema con el que tropiezan a diario economistas independientes, analistas, periodistas, empresarios y estudiantes: el régimen que gobierna por aquí desde hace más de dos décadas escamotea esos datos porque son tan, pero tan malos, que solo sirven para ilustrar el fracaso de la llamada revolución bolivariana, el movimiento político militar/cívico de corte socialista fundado por Hugo Chávez con tutoría de Cuba.

La proyección de las perspectivas económicas de Venezuela, incluida la evaluación de la base para las propias proyecciones, se ve dificultada por la falta de contactos con las autoridades (la última consulta del Artículo IV tuvo lugar en 2004), resalta el FMI en sus notas a los anexos estadísticos del informe, difundido esta semana en el contexto de la reunión de primavera del organismo multilateral, en Washington.

También destaca que hay metadatos incompletos, limitaciones en las estadísticas reportadas y dificultades para conciliar los indicadores comunicados con la evolución económica.

Parte de la data proviene del Banco Central de Venezuela (BCV) y del ministerio de Finanzas.

Venezuela es miembro del FMI desde el año 1946, apenas dos años después de que este poderoso organismo multilateral salido de la postguerra mundial fuera creado en los acuerdos de Bretton Woods, en Estados Unidos.

Todavía, pese a este divorcio de décadas, el Estado Venezolano posee el equivalente a $3.579 millones en forma de Derechos Especiales de Giro en el FMI.

Las cuentas fiscales de Venezuela estudiadas en el informe WEO incluyen el gobierno central; el sistema de seguridad social (IVSS, Instituto Venezolano de los Seguros Sociales) FOGADE (Fondo de garantía de depósitos bancarios) y un conjunto reducido de empresas públicas, incluyendo Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).

«Tras algunas mejoras metodológicas para lograr un PIB nominal más sólido, los datos e indicadores expresados como porcentaje del PIB han sido revisados a partir de 2012. Para la mayoría de los indicadores, los datos de 2018-22 son estimaciones del personal del FMI», aclara el párrafo dentro del informe.

Debido a los efectos de la hiperinflación y la escasez de datos oficiales comunicados, los indicadores macroeconómicos proyectados por el personal del FMI «deben interpretarse con cautela. Estas proyecciones están rodeadas de una gran incertidumbre», dice el documento.

Los índices de precios al consumidor de Venezuela se excluyen de la data consolidada del informe WEO, así como de las estimaciones regionales.

Es lo mismo que hacen las grandes empresas corporativas trasnacionales que todavía operan en Venezuela, excluyen al país de sus resultados consolidados para no alterar la muestra regional.

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