Entrevista

“Sin ajustes la inflación llegará a 4 dígitos en 2016”

El panorama de contracción, inflación y escasez se agrava ante la negativa del gobierno de tomar medidas de fondo que generen verdaderos efectos expansivos sobre la economía. Esto, dice Francisco Rodríguez, economista jefe para la Región Andina de Bank of America, podría costarle al chavismo las elecciones parlamentarias.

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francisco-rodriguez y las sanciones

La situación de Venezuela llegó a un punto en el que el análisis económico no puede desvincularse del político. De hecho, analistas y firmas de inversión, tanto locales como internacionales, han señalado que la toma de decisiones económicas está supeditada al evento electoral de este año, cuya realización todavía no tiene fecha.
Buscando disipar la incertidumbre, han recurrido a las encuestas. Bank of America pidió a la firma Datanálisis que recogiera la percepción de la población sobre el control de cambio. La mayoría de los consultados se inclina a su flexibilización y/o eliminación. Ante este panorama, Rodríguez afirma que no son descartables los ajustes económicos pre electorales.
-¿Por qué considera que un ajuste en este momento, tan cercano a las elecciones, puede ser positivo para el gobierno?
-El gobierno tiene que darle un vuelco a la economía para no perder las elecciones. La gente no vota a favor del gobierno cuando el crecimiento es negativo y la inflación se acelera. Si no se hacen cambios en la política económica habrá inflación de 3 dígitos este año y de 4 dígitos en 2016, y no ha habido ningún gobierno democrático capaz de sobrevivir a una hiperinflación en unas elecciones.
-¿Cuáles podrían ser estos cambios?
-Una corrección de los desequilibrios cambiarios y de precios (relativos) podría tener un efecto expansivo en la economía. Yo pienso que el gobierno debería ir a una flotación cambiaria, que tendría un impacto inflacionario relativamente limitado porque permitiría reducir la impresión de dinero que en este momento es la principal causa de la aceleración de los precios.
Las economías como la venezolana son parecidas a las del bloque soviético, porque los ajustes se hacen vía cantidades y no vía precios. Ya la parte contractiva del ajuste se hizo con el recorte en las importaciones. El año pasado se registraron más de $40.000 millones en importaciones, pero yo estimo que debido a la sobrefacturación solo llegaron aproximadamente $20.000 millones en bienes. Si reduces el incentivo para la sobrefacturación, generas beneficios fiscales, aunados al aumento del precio de la gasolina. La política cambiaria actual no tiene sentido. Es un enorme subsidio indirecto, y hay fuerte evidencia de que este tipo de subvención no funciona.
-¿Por qué?
-El Estado intenta subsidiar al sector privado para que le transfiera este subsidio al consumidor, a través de los precios, pero tiene muchos problemas haciendo que este subsidio llegue a los consumidores. Tal vez esta política podría funcionar en un gobierno de derecha, pero para un gobierno de izquierda, que no tiene esa relación armoniosa con el sector privado, no tiene sentido canalizar el subsidio a través de las empresas.
Lo que debe aplicarse es una política social compensatoria de los ajustes, a través de subsidios directos, como las tarjetas electrónicas. De hecho, parte de los bolívares recogidos con el aumento a la gasolina podrían destinarse a estas tarjetas. Lo que hay actualmente es un gigantesco subsidio a la fuga de capitales.
– ¿Qué opina del funcionamiento del Sistema Marginal de Divisas?
-Para mí el problema del Simadi tiene que ver con que el gobierno no deja que el precio lo fije el mercado.  Esa es la razón por la que no hay oferta: nadie quiere vender en Simadi a 198 bolívares por dólar cuando pueden vender en el paralelo a 285 bolívares. Pero creo que hay que tener cuidado con la crítica de que el gobierno no vende suficientes dólares en el Simadi, porque sugiere que cualquier aumento en la venta de dólares en este mecanismo es buena.  Lo que queremos es que el gobierno venda dólares sosteniblemente, no que queme reservas.  Me preocupa que en un país con la moneda fuertemente sobrevaluada el gobierno intente usar la intervención cambiaria para bajar el tipo de cambio.
Yo creo que el sistema cambiario está totalmente roto. Un Simadi que funcione “bien” tendría sólo un efecto correctivo muy leve sobre las grandes distorsiones imperantes en la economía.  El sistema en este momento está generando altísimos incentivos a la fuga de capitales, oportunidades de arbitraje desorbitadas, y pérdidas de eficiencia brutales.  Creo que aún si no hubiese ninguna otra modificación en la política económica, tendríamos una economía mucho más funcional y estable si el gobierno se fuese hacia un régimen de flotación de la moneda.
-El gobierno habría realizado una operación de canje del oro de las reservas para levantar recursos ante la caída de los precios del petróleo. ¿Cuál es su impresión?
-En principio, yo no veo nada objetable en la operación en sí.  Claro que aún hay muy pocos detalles sobre las condiciones financieras. Lo ideal sería evaluarlas para entender cuál ha sido el costo real del financiamiento. Pero de que Venezuela necesita financiamiento este año dado el shock tan fuerte que ha tenido en los términos de intercambio, lo necesita, y creo que debe usar los mecanismos que tiene a su disposición, incluyendo el uso de sus activos como garantía para obtener financiamiento a un costo razonable.
Creo que lo más criticable no es la operación en sí, sino la falta de claridad sobre la estrategia de ajuste del gobierno en la cual se inserta esta operación. El gobierno debería detallar cuál es la magnitud de le brecha externa, cuánto de ella va a cubrir vía financiamiento, y cuánto se va a ajustar vía reducción de importaciones.  Yo no creo que haya problema en que se usen activos de forma temporal como parte de una estrategia de ajuste de mediano plazo.  Pero al no haber una idea clara de cuál es esta estrategia, se genera la impresión de que el gobierno no tiene más plan que el de desacumular recursos.
-En este contexto ¿persisten expectativas de default?
– Yo creo que un default es bastante improbable, especialmente a estos precios del petróleo. Hay un escenario que todavía no se puede descartar, en el que los precios caigan por debajo de $30 y el pago de la deuda venezolana se hace efectivamente muy difícil.  Pero a estos precios el gobierno tiene recursos para seguir pagando, tiene la disposición de hacerlo y la capacidad de continuar ajustando importaciones para cerrar la brecha externa.  Claro que este ajuste es socialmente costoso, pero su costo está exacerbado por la insistencia de las autoridades de hacerlo sin ajustar los precios ni el tipo de cambio, generando fuertes incentivos para la fuga de capitales. Al final, lo insostenible no es el pago de deuda, sino el sistema de controles.
-Se ha abierto nuevamente el debate sobre la dolarización como solución a los desequilibrios económicos. ¿Cuál es su posición?
-La dolarización es costosa para Venezuela porque implica renunciar a la política monetaria, que se hace necesaria cuando los países reciben un shock negativo, como la caída de los precios del petróleo. Ecuador, por ejemplo, debe hoy hacer ajustes muy costosos en términos de empleo y probablemente atravesará una recesión muy profunda porque carece de política monetaria con la cual hacer ajustes.
-¿Qué tan dispuesto ve al gobierno de realizar esos ajustes que plantea? 
-El proceso de toma de decisiones del gobierno para mí sigue siendo una incógnita. Creo que hay un fuerte núcleo de personas en el seno del gobierno que estaría a favor de una flexibilización de los controles y una racionalización del sistema de precios. Pero al mismo tiempo, subsisten temores a las consecuencias sociales y políticas de estos ajustes. Aunque en mi opinión, estas preocupaciones no están justificadas dado que el ajuste en estas condiciones podría ser fuertemente expansivo, entiendo la sensibilidad política del tema y las preocupaciones que genera. Sin embargo, veo que el gobierno tiene un fuerte aliciente para cambiar el rumbo de sus políticas en la evidencia, ya bastante contundente, de que esas políticas no están funcionando ni desde el punto de vista económico ni desde el punto de vista político.]]>

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