Tendencias

FOTOS | Grafitis de Bogotá: rostro osado de una capital turística

Alguna vez tomados como símbolo del abandono y la marginalidad, los grafitis renacen en el mundo como arte urbano y Bogotá, una metrópoli latinoamericana con más de ocho millones de habitantes, muestra hoy a los turistas una variada colección de estos murales, de la mano de artistas populares que desafían las reglas y las convenciones.

Publicidad

La “ruta del grafiti” es hoy parte del paquete turístico que ofrecen operadores y guías a quien se interese por conocer esta manifestación del paisaje urbano: una colorida colección que muestra desde las raíces precolombinas de Colombia, hasta las corrientes urbanas del hip hop en el país latinoamericano. Todo en muros de concreto intervenidos con potes de pintura en spray, brocha o esténciles.
Colombia 2017 Omar Lugo 224
“Es como con la política. En Bogotá estamos polarizados con los grafitis. Hay personas que los odian y personas que lo aman”, resume Juan Roa, de 37 años, un geógrafo, activista de los murales y guía turístico, mientras recorre con un pequeño grupo de periodistas invitados las calles bogotanas del emblemático barrio bohemio y universitario de La Candelaria, en un domingo de menos tráfico en la ciudad.
La ruta del grafiti es promovida por la propia Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de su Instituto Distrital de Turismo, como uno de los atractivos urbanos de la capital colombiana. Por estos tiempos, las autoridades municipales y las nacionales, a través de Procolombia, y otra organizaciones como Cotelco (Asociación Hotelera Colombiana) promocionan internacionalmente a la ciudad como un vibrante destino para extranjeros, e invitan a periodistas formadores de opinión a que conozcan la otra cara de esta ciudad andina. Para el mercado ecuatoriano y venezolano, también se apoyan en la nueva oferta de la aerolínea de bajo costo Wingo, que ha irrumpido en el mercado regional.
“Bogotá, 2.600 metros más cerca de las estrellas” es el eslogan de la temporada en referencia a la altura de la ciudad, de clima frío y el cálido ambiente.
Colombia 2017 Omar Lugo 226
Colombia 2017 Omar Lugo 228
Otros atractivos en este renglón urbano son el Cerro de Monserrate, con sus 3.152 metros de altura, a donde se llega a través de un funicular; Zipaquirá, con su imponente y sobrecogedora catedral excavada en una mina de sal, a 180 metros bajo tierra; el complejo servicio de transporte público Transmilenio; una red de ciclovías de 376 kilómetros de extensión; las megabibliotecas públicas y los cerros orientales de la ciudad, con sus páramos, humedales y quebradas.
Pero la propuesta va más allá, e incluye la promoción del clásico turismo cultural, con sus 60 museos, festivales de música, literarios y de teatro; el gastronómico, con su oferta nacional e internacional; de compras, el GLT; de negocios; de naturaleza, con sus 5.200 parques; religioso y hasta el turismo idiomático, para la enseñanza del Castellano en uno de los lugares del mundo donde mejor se habla la lengua de Cervantes.
Colombia 2017 Omar Lugo 213
El «tour del grafiti», una actividad privada no dependiente de la Alcaldía, tiene hasta su propia página web donde se promocionan estos paseos. Páginas de turismo como Tripadvisor  lo incluyen en sus listas con indicaciones para los interesados.
El llamado “street art”, o arte callejero, involucra cambios en el paisaje urbano y consiste en todo un movimiento contemporáneo, con grandes exponentes. Cuando en medio de la vorágine de una gran ciudad uno se permite detenerse a contemplarlos sin prejuicios, encuentra en estos trabajos ondas expresiones artísticas.
A diferencia de las simples “pintas” -unos garabatos que afean las paredes aunque sus seguidores se empeñen en defenderlos como una osadía expresiva-, los grafitis tiene color, perspectiva, vida propia, más allá del ego del autor.
Colombia 2017 Omar Lugo 219
En Bogotá se han vuelto tan populares que hasta el cantante Justin Biber se atrevió a intentar dibujar uno cuando visitó la ciudad en octubre de 2013, con resultados catastróficos: es tan buen dibujante como cantante. Además levantó una polémica porque fue escoltado por la policía mientras malograba un muro.
Las protestas subieron de tono, cuando hasta los políticos recordaron que la misma policía bogotana había asesinado a un joven grafitero: Diego Felipe Becerra, «Tripido», el 19 de agosto de 2011, en un caso que hasta hoy sacude a Bogotá.
Los guías recuerdan ese vil homicidio porque a partir de ese suceso cambió un tanto la relación de la ciudad con los artistas populares y grafiteros. Las anteriores autoridades de la alcaldía flexibilizaron un tanto los permisos para dibujar murales en algunos sectores designados y algunos dueños de comercios y propiedades dejan hacer a los artistas urbanos.
Pero también hay pintas que a veces invaden el espacio de los murales, sin consentimiento alguno: son rayones y jeroglíficos que pueden incluir desde firmas de “barras bravas” del fútbol hasta señales de bandas rivales que se disputan un territorio, o rastros de simples muchachos aburridos que quieren mostrarle a su tribu que son capaces de llegar a sitios inaccesibles a dejar su marca.
Colombia 2017 Omar Lugo 011
Pero no son esos rayones los que interesan en una ciudad tan bonita y cuidada como Bogotá, donde se lucha cada día por dejar atrás las huellas del terrorismo y el desorden.
“Bogotá es una de las ciudades con más grafitis, junto con Sao Paulo, Ciudad de México y Buenos Aires”, señala Juan, acompañado de Carlos, cerca del “Callejón del Embudo”, una zona bohemia, llena de una fauna alternativa en el centro de la capital colombiana, con hostales, pequeños bares y rodeada de universidades.
El tour cubre 10 puntos de observación, en un paseo que incluye trabajos inspirados en la leyenda chibcha sobre El Dorado y la Laguna de Guatavita, hasta fotos intervenidas y proyectadas en paredes, de personas que viven al otro lado del mundo – una propuesta de “Stink Fish”-, hasta inspiraciones románticas como las de “Bastardilla”, una osada chica que deja escarchas en la tinta, como su firma personal.
Colombia 2017 Omar Lugo 241
También están los trabajos de “Toxicómano”, un colectivo que tiene hasta su propia “fan page” en Facebook y que ha recibido invitaciones para llevar sus trabajos a ciudades europeas; o las obras acabadas al estilo muralista de Carlos Trilleras, que muestra un payé de expresión solemne en una pared de la carrera 2da, entre las calles 11 y 12, donde se ubica su mural «Kuna Tule».
Es una crítica social y un homenaje a la resistencia indígena, a la raíz étnica americana, inclusive de Colombia, cuya poblacion incluye 4% de indígenas y 15% de negros, además de un amplio mestizaje como el expresado en los propios murales urbanos.
Colombia 2017 Omar Lugo 059
Los grafiteros son artistas anónimos que no tienen por qué mostrar su cara, cambian el paisaje urbano, recuerda Juan, un ingeniero ambiental que por estos días organiza excursiones por el interior profundo de Colombia, uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo.
Colombia 2017 Omar Lugo 214
Pero Trilleras es bien conocido, sus trabajos han sido elogiados y además atiende un puesto en el mercado de Las Pulgas (otro atractivo turístico) donde vende franelas (camisetas) estampadas con su arte.
Los murales de Bogotá están allí para quien quiera mirarlos, o como trama central para un despreocupado recorrido a pie por una ciudad llena de gratas sorpresas, donde la arquitectura, abundante en ladrillos de arcilla, es en sí misma un atractivo al visitante.
Colombia 2017 Omar Lugo 231
* El autor viajó con un grupo de periodistas por invitación de Procolombia, la Alcaldía de Bogotá, Cotelco, y la aerolínea Wingo
]]>

Publicidad
Publicidad