El PEN es una asociación mundial de escritores, fundada en Londres en 1921. Cuando se creó , se apeló al término PEN porque en inglés –también en español, como es evidente- era sigla de «Poetas, Ensayistas y Novelistas», al tiempo que en aquella lengua esa palabra significa “pluma, bolígrafo”.
En la actualidad, la confraternidad incluye a todos aquellos oficios basados en las letras: periodistas, historiadores, traductores, blogueros y dramaturgos. La asociación cuenta con 149 centros PEN independientes, distribuidos en más de cien países. El de Venezuela ha sido intermitente. Funcionó, muy bien, por cierto, hasta hace nueve años, con la presidencia de Ana Teresa Torres y Edda Armas, sucesivamente. Estuvo un tiempo inactivo y ahora estamos reactivándolo con la presidencia de quien firma estas líneas.
La base de datos de PEN Venezuela ha sido una tarea fascinante para mí. Otro día contaré en detalle lo que he descubierto, las inverosímiles casualidades, las curiosas proveniencias de los grandes entre nosotros, la cantidad de escritores asesinados (no por serlo, por causas atribuibles a la tradicional violencia del país)… pero en esta ocasión me referiré a la injusta falta de información sobre las mujeres escritoras. Sí, los hombres podrían estar mejor documentados. Ya eso lo sabemos, la literatura venezolana merece más difusión y un fondo editorial que rescate obras indispensables perdidas en anaqueles. Pero es que si la literatura venezolana está escasamente publicada y muy mal difundida, la hecha por mujeres pareciera voluntariamente oculta. Hay excepciones. Lo sé. Pero no muchas.
Un buen ejemplo de esto es el caso de Trina Larralde, de quien se pensó que sería la heredera de Teresa De La Parra. Ni más ni menos. Y, sin embargo, no hay manera de encontrar el lugar y la fecha completa de su nacimiento. Como murió muy joven y sin descendencia, es imposible consultar un hijo o nieto. Sabemos, por trabajos académicos que se han ocupado de las mujeres escritoras en Venezuela, que este año se cumplen 80 de la publicación de su única novela, “Guataro”, editada en Santiago de Chile, en 1938, con el sello de editorial Zig zag. Trina Larralde no pudo ver su libro publicado porque cuando salió de la imprenta ya ella había muerto. Falleció en Chile, en 1937.
Sabemos también que escribía en la prensa con el seudónimo de Maruja Llanos. Su nombre de pila le venía de su abuela paterna. Trina Margarita Larralde Rivas
nació en 1909. Murió a los 27 años. Su padre era el doctor Ángel Larralde, héroe civil por su combate a la tuberculosis, y su madre se llamaba María Luisa Rivas Sosa. En 1933 casó con el intelectual carupanero Felipe Massiani González, quien fue enrolado en el servicio exterior en tiempos de López Contreras y destinado a Chile, adonde viajó con su joven esposa. Como ya hemos dicho, ella no regresaría.
Ya antes de irse de Venezuela, Trina Larralde se había mudado de Los Teques a Caracas, donde se afilió a la Asociación Cultural Femenina (ACF) y de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV). Ella es, pues, una de las protagonistas de la Generación del 28. E integró el grupo que escribió el “Mensaje de mujeres venezolanas al general Eleazar López Contreras”, entregado al presidente de la República, el 30 de diciembre de 1935.
–Este pronunciamiento –dice Roberto Lovera de Sola- tiene el valor de ser el primer documento femenino de la historia de Venezuela. Lo que las 32 firmantes del Mensaje dieron nacimiento al movimiento de las mujeres en Venezuela, quienes por vez primera pidieron por ellas y por los niños.
Entre las mujeres que suscribían el Mensaje a López Contreras estaba “Trina de Massiani”. Muy poco más sabemos de esta escritora. Décadas después de su muerte, la escritora y periodista Carmen Clemente Travieso organiza y dirige la Biblioteca Trina Larralde de la ACF. Y en 1981, la investigadora Carmen Mannarino, también nativa de Los Teques, publicó “Guataro” en la Biblioteca de Autores y Temas Mirandinos, un fondo de circulación restringida.
Tras meses de búsqueda, todavía no he logrado dar con el día y el mes del nacimiento de Trina Larralde. Tampoco he pillado un ejemplar de su novela. Insisto, hablamos de una escritora importante, pero de un país que ha subestimado su memoria. Por eso, cada cierto tiempo viene un gorila y dice que el país empezó en el momento en que él se subió al techo de palacio y empezó a darse puñetazos en el pecho. @MilagrosSocorro]]>
