Salud

Comprobado científicamente: hacer ejercicio no da hambre

Un equipo internacional de científicos demostró que las rutinas de entrenamiento no generan más apetito. En algunos casos solo aumentan el consumo de proteínas, lo cual es positivo

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Se acabaron las excusas para los atracones después de hacer ejercicio. Un equipo internacional de investigadores demostró  que no aumenta las ganas de comer.

El trabajo, en el que participaron investigadores de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), analizó el efecto que tiene la práctica de ejercicio físico en la ingesta de calorías. También cómo ayuda a combatir los problemas derivados del sobrepeso mediante la modulación de la dieta.

Los científicos de la UPM se centraron en analizar cuatro puntos básicos. El primero era si un tipo específico de ejercicio podría favorecer una mejor adherencia a la dieta prescrita. También se preguntaron si motiva más a seguir esa dieta saludable, Y por último, si animaba a comer más sano y si cambiaba la composición corporal en personas con sobrepeso y obesidad.

Los resultados se publicaron en la revista Nutrients.

La investigación

La investigadora Ana Belén Peinado ha comprobado, con varios estudios, que el ejercicio puede modular la ingesta de alimentos. También contribuir a la regulación del apetito, la ingesta total de calorías y la propia composición de la dieta.

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Foto: Li Sun / Pexels

«Sin embargo, el tipo de ejercicio que podría inducir mayores cambios fisiológicos y de conductas, sigue sin estar claro», explicó la investigadora en un comunicado.

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Esa relación es la que han estudiado los investigadores. Para ello, tomaron una muestra de 300 personas sobre las que se analizaron 2.500 variables.

Los resultados obtenidos ahora no mostraron efectos sustanciales del tipo de ejercicio sobre ingesta de calorías, selección de macronutrientes o cambios en la composición corporal.

Sí comprobaron que quienes hacen más ejercicio aumentan más el consumo de proteínas, lo cual es positivo. Un aumento en la actividad física diaria requiere una mayor ingesta de proteína y esas personas cubrirían ese requerimiento de forma espontánea.

Comprobaron que el ejercicio de fuerza, aeróbico o la combinación de ambos, no provocan una mayor necesidad de ingesta en personas con exceso de peso. Tampoco que las personas que inician un programa de ejercicio a largo plazo no aumentan su consumo de energía de manera compensatoria.

En la investigación participaron también el Interdisciplinary Centre for the Study of Human Performance de Lisboa y el Instituto de Investigación Hospital Universitario La Paz y el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander.

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