Asi como algunos de los grandes genios exploradores de lo micro y de lo macro y de todas las latitudes terrestres, físicamente viajó muy poco, como también fue el caso de Julio Verne. En su biografía, Asimov describía su reticencia a viajar, sobre todo fuera de los Estados Unidos, para lo cual según él, requería de “estímulos extraordinarios”. Salvo un par de visitas a Canadá, una a Inglaterra y a Francia y algunos cruceros por el Caribe, sus “estímulos extraordinarios” fueron los ruegos de su segunda esposa, Janet. Fue así como en la década de los ochenta, llegó a tierra venezolana, al Puerto de La Guaira, pero solo decidió pasear un rato con ella por el muelle para decir que había pisado el continente sudamericano, porque desde allí, no había mas nada que lo atrajese a aventurarse un poco mas adentro.
Solo por ese hecho, el de compartir con Colombia la entrada septentrional al continente sudamericano, además de los consabidos paisajes y otras potencialidades mas, deberíamos estar al menos, entre los 10 destinos más importantes del continente suramericano, y contar con los puertos y aeropuertos más importantes del continente, como ocurre en otros países ubicados en los bordes continentales. De acuerdo a la Organización Mundial del Turismo, aproximadamente 1.1 billones de turistas se movilizaron internacionalmente por el mundo en el año 2014, siendo sus destinos favoritos, Francia, Estados Unidos, España, China e Italia. Según cifras del Banco Mundial, éste negocio de $1245 trillones, otorgó a todo el continente americano $ 274 billones. En Suramérica los 10 destinos más buscados en este mismo orden fueron: México, Brasil, Argentina, República Dominicana, Chile, Puerto Rico, Perú, Cuba, Uruguay y Costa Rica.
¿Por qué no estamos en los primeros lugares en esas estadísticas? Simplemente porque no se tiene la voluntad de concientizar el potencial y mucho más grave de realizarlo planificadamente. Diagnósticos, evaluaciones, planes, lemas y consideraciones han existidos desde hace varias décadas, pero lo mas importante el visualizarnos como lo que podemos llegar a ser y trabajar duramente en ello, no ha ocurrido. Por eso siempre pienso que no debemos decir que tenemos el mejor país del mundo, porque eso nos hace conformistas, debemos decir que podemos tener el mejor país del mundo y eso nos hará más conscientes de todo el trabajo que hay que realizar, así, quizás, si desde hace tiempo se hubieran cristalizado los potenciales y revertidos los números, Isaac Asimov, y muchos más ilustres y potenciales visitantes, se hubiera adentrado en esa gran aventura que se llama Venezuela.
